Sur del Perú tiene 4.3 millones de votos y un electorado furioso con partidos del «Pacto»

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El sur del Perú se ha convertido en el epicentro de las disputas políticas entre partidos y precandidatos de cara a las Elecciones Generales 2026. Esto no resulta sorprendente, ya que, de acuerdo con el Reniec, la macrorregión que abarca Arequipa, Moquegua, Tacna, Puno, Cusco, Apurímac y Madre de Dios podría aportar hasta 4.3 millones de votos, representando el 16.5 % del padrón electoral nacional.

La importancia estratégica de este bloque electoral —clave para definir el pase a una segunda vuelta— explica la temprana incursión de los aspirantes en ciudades, comunidades y zonas rurales. Sin embargo, ganar presencia en el sur no es tarea sencilla debido a su historia marcada por desigualdad, memoria colectiva y un profundo recelo frente al centralismo limeño.

 

 

Los resultados recientes muestran esta complejidad. En 2021, Pedro Castillo obtuvo una victoria contundente en los siete departamentos de la macrorregión, alcanzando cerca de un millón de votos. Según la politóloga Katherin Mamani, este comportamiento electoral no responde únicamente a una etiqueta “antisistema”; más bien refleja una memoria colectiva atravesada por años de marginalidad, violencia política y los daños generados por el extractivismo.

 

 

Esta desconfianza hacia propuestas políticas alineadas con las narrativas tradicionales limeñas se hace cada vez más evidente. Casos como los abucheos a Keiko Fujimori en Cusco o el rechazo hacia Phillip Butters en Puno —quien tuvo que retirarse escoltado por la Policía— son claros ejemplos del malestar frente a discursos que, según Mamani, perpetúan un “racismo estructural” que desvaloriza lo andino.

 

 

A esto se suma la percepción negativa hacia estrategias de acercamiento que la población considera superficiales o poco auténticas. Un ejemplo reciente es el polémico video de campaña de Rafael López Aliaga vistiendo un chullo y utilizando una canción de Mercedes Sosa, un gesto ampliamente criticado por su aparente falta de profundidad y compromiso genuino con la región. Paralelamente, se manifiesta otro problema: la ausencia de renovación dentro de la política peruana. La analista Diana Apaza señala que “se reciclan las mismas figuras”, lo cual deja a muchos ciudadanos con la sensación de que sus votos “no se respetan”, alimentando un fuerte desencanto colectivo.

 

 

La situación se complica aún más por un sistema político cada vez más atomizado. El analista José Luis Ramos advierte sobre “la crónica de un desastre democrático anunciado”, en el cual candidatos con apenas el 6 % o 7 % de respaldo podrían pasar a segunda vuelta sin una representatividad auténtica. Además, con un total de 39 partidos registrados, la dispersión del voto amenaza con excluir a numerosas organizaciones debido al umbral electoral.

 

 

Ramos considera que muchas de estas agrupaciones son proyectos personales disfrazados de partidos políticos, lo que amplifica la desconfianza ciudadana. En este contexto, el sur parece mantener su tendencia hacia un voto de protesta constante. Según Apaza, este comportamiento refleja una esperanza desgastada: “Puno vota desde la rabia, con el anhelo de que alguna vez las promesas lleguen a cumplirse”.

 

 

Texto: WSV
Foto: Difusión
Videos: Twitter JoxeKarlos

 

 

 

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