Sin disparar un balazo ni llegar a los sangrientos ajustes de cuentas, el cartel de Sinaloa sigue funcionando a todo vapor, esta vez reemplazando al encarcelado Joaquín Guzmán Loera (a) “El Chapo”, con Juan José Esparragoza Moreno (a) “El Azul “ o “Guaraches”, en la dupla con Ismael “El Mayo” Zambada.
Como en toda gran empresa, la transnacional del vicio asumió el reemplazo de “El Chapo”, mediante un acuerdo de su “directorio” donde priman los intereses económicos sobre los personajes dejando de lado, por ejemplo a los hijos Iván Archibaldo Guzmán y Alfredo Guzmán, conocidos como los “narcojuniors”, quienes gozan de la fortuna pero no del poder de su encarcelado padre.
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La cúpula del cartel de Sinaloa, denominado también como la “Alianza de la Gran Sangre”, sigue en manos de Ismael Zambada García (a) “El Mayo” pero el lugar del Chapo habría sido ocupado por Juan José Esparragoza Moreno (a) “El Azul”, a quien se le ha dado por muerto varias veces.
Este personaje casi legendario, de perfil bajo y conocido también como el “Don Apacible” nació el 3 de febrero de 1949 en Huixiopa, Badiraguato (Sinaloa), y fue el pequeño de siete hermanos, cuatro chicas y tres chicos.
Nació en un hogar acomodado, hijo de un ganadero que, tras alejarlo del colegio en el segundo año de secundaria, le enseñó el mundo de los negocios, y al morir en 1981, le dejó una fortuna de 50 millones de pesos.
Deporte atlético y estatura de 1,77 metros, parecía encaminarse al servicio público al integrarse como agente en la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS). En ese entonces se ganó el apelativo de “El Azul” por su piel cobriza.
Paradójicamente es en la DFS donde entró al submundo de la droga, debido a que la dependencia policial había sido infiltrada por el cartel de Miguel Ángel Félix Gallardo, quien incluso se vanagloriaba de tener a la mayoría de los policías en su planilla.
Empezó su carrera al lado de los más avezados gatilleros de la cocaína y en Sinaloa contrajo nupcias con Gloria Monzón, cuñada de Joaquín Guzmán (a) “El Chapo”, para entrar en la crema y nata del circuito mafioso.
Su larga carrera en el negocio del polvillo blanco también tuvo sus altibajos y entró al Reclusorio Sur del Distrito Federal el 11 de marzo de 1986, bajo cargos contra la salud pública. El 9 de julio de 1990 fue trasladado del Reclusorio Sur a la Penitenciaría del Distrito Federal.
En marzo de 1992 El Azul fue trasladado al penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, hoy llamado del Altiplano, donde ahora se encuentra ahora el “Chapo Guzmán”.
De acuerdo al FBI y la DEA, “El Azul” mantuvo el control de sus negocios desde la cárcel federal, de la que salió libre en mayo de 1993,convirtiéndose entonces en un mafioso de perfil bajo, alejado de los capos bravucones o los que derrochan millones de dólares, Lo cierto es que nunca más volvió a ser encarcelado.
Su trabajo silencioso fue sin embargo detectado el Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC, por sus siglas en inglés) que le seguía sus pasos , fichándolo junto co su es`psa y 4 hijos, por narcotráfico, pero el mafioso parecía haberse hecho humo.
En el 2014 la OFAC volvió a la carga contra si red de negocios acusándoles de usar empresas a su nombre para lavar dinero del cártel de Sinaloa.
La designación impide a los estadounidenses sostener cualquier relación personal o empresarial con los familiares de ‘El Azul’. Sus cuentas bancarias quedan congeladas y se les confiscan sus bienes en Estados Unidos.
El Programa de Recompensas de Narcóticos del Departamento estadunidense ofrece hasta 5 millones de dólares por información que conduzca a la captura, de El ‘Azul’, mientras las autoridades mexicanas ofrecen 30 millones de pesos. En el programa de recompensas, la PGR lo señala como narco que opera en Culiacán, Sinaloa y Guadalajara, Jalisco.
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Al respeto Wikimedoa relata uno de sus más conocidos pasajes en su turbulenta existencia y que confirma su perfil psicológico:
“Durante una fiesta Juan José Esparragoza Moreno, conocido como El Azul, se acercó al jefe de una banda de narcotráfico y le pidió hablar unos minutos. «Ya no le jale mucho al dedo», recomendó, en referencia a la costumbre del sicario de disparar contra sus rivales.
«Los negocios éstos no se llevan con las muertes y se echan a perder», dijo.
La conversación quedó consignada en el expediente del juicio contra el general Francisco Quiroz Hermosillo, acusado de delitos contra la salud y lavado de dinero.
El tono conciliador que tuvo con ese sicario –que luego se convirtió en testigo protegido- es un rasgo de la personalidad de El Azul, uno de los fundadores de lo que hoy se conoce como el Cartel de Sinaloa y a quien se considera un negociador en las batallas entre las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas en México.
Policías que lo investigaron, periodistas y académicos coinciden en que el actual mapa del tráfico de drogas en el país no sería posible sin la participación de este personaje, cuya filosofía parece contrastar con la violencia de esta actividad: las balas y el narcotráfico, decía, no se llevan.
La Fiscalía o Procuraduría General de la República (PGR) señala que no tiene detalles suficientes para convalidar los datos de su fallecimiento y, de acuerdo a otras versiones, es el nuevo capo del cartel de Sinaloa, siempre de perfil bajo para no remover el avispero.



