Gianluca Lapadula viene a ser algo así como la tabla de salvación en medio del naufragio. Se espera su respuesta para que venga a la selección peruana aunque está tibia su decisión, la bicolor le es indiferente. Su vida está hecha en Italia y no sabe lo que es saborear un rico cebiche o sacar pecho por Machu Picchu.
No tenemos un plantel numeroso y penando está Ricardo Gareca en Europa con cartelito buscando jugadores para estar mejor trajeados para los partidos que vengan en las Eliminatorias de Rusia 2018.
La madre de Gianluca Lapadula es peruana y por ese lado se le quiere convencer para que se anime a darnos una mano porque Paolo Guerrero y Claudio Pizarro no apoquinan los goles necesarios.
No tenemos un plantel completo, faltan piezas de recambio. El rompecabezas está incompleto y faltan piezas. Con las justas armamos once y un par de suplentes. Es poco, lo peor es que si se lesiona alguien, ni con los ruegos a la Sarita, podemos completar un once competitivo.
Es la realidad de nuestro fútbol. Ahora es tarde para que se mire el trabajo con menores. Daniel Ahmed está en eso pero no es mago para sacar de la noche a la mañana una nueva generación. Recién empezó su trabajo en enero y en 30 días no puede darnos una ayuda.
Tampoco se le puede pedir que dentro de esa nueva promoción aparezcan un nuevo Teófilo Cubillas, Hugo Sotil, Héctor Chumpitaz, José Velásquez o César Cueto.
La clasificación para llegar a Rusia 2018 se muestra como madrastra enojada. La travesía está complicada apenas iniciado el proceso. Por eso Ricardo Gareca apura en Europa traer a Lapadula para reforzar el ataque. Menos mal hay un respiro con Christian Benavente que se ha ganado a pulso su convocatoria, lo mismo que Beto da Silva.
Aun así, el plantel sigue corto. Se siente que no tenemos un buen número de jugadores. Encima Jefferson Farfán y Carlos Ascues están entre algodones. No podremos contar con ellos para el reinicio de las Eliminatorias en marzo entrante ante Venezuela y Uruguay.
Encima hay un grupito de jugadores que aparecieron con nuevas esperanzas pero no llegaron a consolidarse. Se quedaron en el cascarón. Reimond Manco, Andy Polo, Jean Deza, Hernán Hinostroza y otros tocaron las puertas de Europa y no lograron hacerse de un nombre.
La mayoría de ellos con el dinero y la fama, se marearon y escogieron el camino de la vida alegre. Aunque están a tiempo de enmendarse, tendrían que subir al Huascarán en patines para convencer a Ricardo Gareca.