La coartada perfecta

 

En el horizonte electoral del próximo año donde ya se asoman posibles “presidenciables”, hay un rostro femenino familiar y que a la fecha tiene elevada intención de voto. Aún si ella ganara la única encuesta que vale, las elecciones, esto no significaría un cambio cualitativo en cuanto a la presencia femenina en política.

La candidata del color naranja sería en ese caso, una suerte de combo con su padre, verdadero dueño del caudal que ahora ella ostenta aunque hay que reconocerle su esfuerzo por desmarcarse y avanzar por cuenta propia.

La llegada de una mujer a la presidencia del país no es en sí misma una meta de equidad de género. Que puede influir para romper algunos paradigmas, es cierto, y además, podría impulsar un efecto de rebote positivo. Pero una golondrina no hace verano.

La filósofa política Hannah Arendt tiene una anécdota que ilustra esta idea: La Universidad de Princeton la invitó en 1953 a dictar unos seminarios y se le hizo notar el (presunto) honor de ser la primera mujer convocada para ese evento.

Algo incómoda, ella replicó que eso la convertía en una “femme alibi” (mujer coartada) que se utiliza para hacer creer que no existe discriminación.

Y pensar que Hanna Arendt (Hannover 1906-NY 1975) no era precisamente feminista, era una mente en extremo lúcida que produjo obras como La Condición Humana, un indiscutido referente del pensamiento filosófico-político del siglo XX.

La equidad está lejos todavía. Para la mitad femenina de la población peruana existe un 21 por ciento de congresistas mujeres, desbalance proporcional que falsea el significado del término representación. Ni siquiera llega a la cuarta parte. Y peor es en cargos ejecutivos, solo un cinco por cientos de alcaldes son mujeres.

Una reconocida experta en este tema es Drude Dahlerup, profesora de ciencia política en la universidad de Estocolmo. Ella estima que el mínimo aceptable de participación femenina debe estar entre el 30 y el 40 por ciento para conformar una minoría crítica,como transición hasta llegar a la equidad.

Algunos países europeos ya están muy cerca de tener una representación equitativa: Suecia ha logrado 47 por ciento de mujeres parlamentarias; Finlandia y Bélgica están cerca de esa cifra: España en un 40 por ciento y muchos otros entre 30 y 40 por ciento incluso algunos en América Latina.

A quienes le restan importancia a la participación femenina en política y en puestos de relevancia en general, les ha respondido el exsecretario general de la ONU Kofi Annan quien ha dicho que “donde la mujer prospera toda la sociedad lo hace; así las generaciones sucesivas pueden abordar la vida de una mejor manera”.

El panorama para las elecciones congresales del próximo año no luce muy alentador en cuanto a masificar la presencia femenina, y es debido a un fenómeno vinculado con el mecanismo de cuotas de género implantado en 1997 y que viene subsistiendo sin pena ni gloria.

Lo que este mecanismo consigue es que haya mayor número de candidatas, no más mujeres congresistas, porque el lugar de ubicación en las listas es fundamental pese al voto preferencial. La alternancia está verde por ahora.

Caso parecido ocurre con las elecciones regionales y municipales y su sistema de cuotas: De género, de jóvenes y de poblaciones nativas en diferente proporción. Aquí se burla el objetivo de la norma acumulando cuotas: Mujeres jóvenes y nativas -si corresponde- al final de la lista.

A pesar de eso, Drude Dahlerup le concede alguna utilidad a la cuota de género y es que, “cumple al menos con la función de abrir el jardín secreto de las nominaciones brindándoles algo de transparencia”.

Según el sitio web QuotaProyect, el objetivo real de los sistemas de cuotas de género en el mundo es lograr una representación equitativa, no que algunas mujeres ocupen contados cargos simbólicos (la coartada perfecta) como si esa singularidad representara equidad.

El acceso de las mujeres al poder político en mayor proporción tampoco será una panacea para todos los males, no existen tales remedios universales, pero será un paso en la dirección correcta.

 

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