Todo bien, pero no hemos ganado nada

 

La actuación peruana, finalizada la campaña norteamericana en la Copa América Centenario, tiene embobada a la fanaticada que no han dudado en depositar a largo plazo su apuesta por un sustancioso futuro que encienda la ilusión de un desempeño que aterrice en una locación esquiva: La de un mundial, nada menos.

Resulta que la paliducha selección peruana que tiene condicionada su clasificación en la Eliminatoria Rusia 2018 cambia de partitura por una tonada alegre que con sabrosa música espera que encare de la mejor manera los partidos restantes en la ruta al mundial ruso.

Es cierto que Ricardo Gareca ha logrado aumentar el volumen de jugadores seleccionables y dejará de quejarse del escaso material humano con una aparición mágica de jugadores que, en el mejor de los casos, aportan excelso sacrificio.

Se ha logrado entender que el fútbol actual exige entrega total, de sentirse parte de un colectivo que a falta de figuras, todos son estrellas y por lo tanto a la hora del reparto, todos se llevan un trozo de gloria.

Un poco que el juego bonito se desplaza por un aplicado sistema picapiedra que se olvida de las pinceladas llenas de poesía de César Cueto. No tenemos siquiera a alguien que asome con los dientes y la sonrisa fresca de Cubillas pero en cambio se ha visto a César Vílchez rotular una nueva realidad, la de morder toda la cancha a expensas de un generoso despliegue físico.

Las paredes y huachas que tanto encantan a los hinchas se archivan en el recuerdo del pasado y habrá que acostumbrarse al frenético desplazamiento de un equipo que apague la ciudad en llamas cuando las derrotas golpeen el entusiasmo.

Se ha ganado algunos nombres como el del chico Miguel Trauco, las afirmaciones de Edson Flores y Raúl Ruidíaz y corregir el chip de Christian Cueva que se mueve mejor en situaciones cómodas pero se sale del partido en medio de un desvarío peligroso cuando un equipo no tiene dependencia por alguien en particular.

En la zaga se ha afirmado Alberto Rodríguez y es una buena yunta Christian Ramos aparte de Aldo Corzo que será un feroz contrincante con Luis Advíncula para la puja por adueñarse del puesto de lateral derecho.

El arquero Pedro Gallese no tiene quien haga sombra a su condición de titular del puesto aparte de que Renato Tapia ofrezca un fútbol europeo que se amolda con la lectura táctica de Ricardo Gareca.

En medio de los elogios y la buena nueva de encontrarnos con un nuevo equipo aparece también la mesura que proporciona la postura de poner los pies en el piso y no caer en los excesos.

La actuación peruana en la Copa América 2016 fue buena pero no excelente porque estaríamos hablando del título o un lugar en el podio de los ganadores. El periplo estadounidense servirá para un inicio de logros mayores, de dejar en el olvido los títulos fantasiosos por logros concretos.

Los títulos morales ya no existen. Debemos aprender a ganar y no ser frágiles como el partido ante Ecuador que tras ir arriba 2-0 se termina con un empate 2-2 debido a que la consistencia mental no es proporcional con los fogonazos de buen fútbol en determinados pasajes.

Nos quedamos con el partido ofrecido ante Colombia donde se vio que la entrega y la actitud es vital para soportar a un rival que ha avanzado pasos gigantescos, mientras los nuestros, pasos cortos.

 

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