Una ilusión que renace

 

El triunfo ante Ecuador tiene importancia, alivia, sirve de ungüento para curar heridas abiertas, pero hay todavía un candado que se hace resistente para mirar entre la espesura del bosque el manantial de la clasificación donde la lejana España 82 fue la última ocasión donde bebimos agua fresca de un mundial.

Un triunfo al que no se le puede restar un reconocimiento por la forma cómo se logró con poco fútbol pero con un corazón enorme para disimular faltantes que solvente a la selección peruana como un aspirante de buen pelaje en esta peleada clasificatoria.

Hay que entender que llegar a la clasificación mundialista requiere transitar un tramo con tareas que da escalofrío. Lo real y dicho de la mejor manera se requiere ganar todos los partidos de local y sacar un triunfo fuera.

La actual posición peruana en la tabla de posiciones desanima. La suma de puntos en las fechas anteriores, empate con Venezuela en Lima y la derrota en La Paz, pasan la factura. Con cinco puntos guardados a favor, daría un respiro que en las actuales circunstancias aliviaría la congestión respiratoria.

Lo que viene es el enfrentamiento ante Argentina en Lima. El rival no es un dulce en pera, se trata del mejor equipo que ocupa una ubicación de privilegio como el número uno del mundo.

Seguramente con Lionel Messi en la formación albiceleste, tendremos que aceitar la máquina para ofrecer una actuación de máxima exigencia, un concierto magistral para que la pauta en adelante nos diga que es el partido clave para seguir en el sufrido intento de nadar en un mar tormentoso.

Otro tema que se observa y seguramente Ricardo Gareca tiene en cuenta conlleva a la necesidad de reforzar las líneas con jugadores, que de algún modo, han quedado al margen en la fecha doble y antes la Copa América Centenario.

Ricardo Gareca tendrá que sostenerse en la cornisa de un resultado alentador y darle rodaje a lo que viene con jugadores que podrían sumarse. Carlos Ascues, Luis Advíncula y Alberto Rodríguez podrían auparse a la tropa.

Luis Carrillo, Jefferson Farfán, Beto Da Silva y Yordy Reyna podrían estar en la libreta de Ricardo Gareca que está necesitado de un plantel amplio para elegir bien entre la abundancia.

Entre los aspectos que aun Ricardo Gareca no puede plasmar es la ausencia de un equipo base. Desde la Copa América de Chile 2015 a la actual oncena hay tantos cambios que indica que todavía está a la búsqueda de un equipo difuso en una claridad que nadie ve y observa.

La otra ausencia peruana es el patrón de juego. Perú no elabora, no crea ni tiene orden para hilvanar y llegar con más claridad al arco contrario. Esa fineza futbolística no es prioritaria para un técnico que fortalece su vertical idea de la búsqueda de resultados bajo riesgo de no jugar bonito.

No tenemos en este duro camino a Rusia 2018 un equipo con oficio ante la crueldad de una exigencia maliciosa de obtener resultados como ocurrió la noche del martes ante Ecuador donde el triunfo costó sangre, sudor y lágrimas.

 

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