Decía llamarse Gino y en verdad, jamás supe su apellido, o quizás lo he olvidado en la vorágine del tiempo. Lo que si puedo decir, con certeza, es que no era uno, sino concretamente dos, aunque esto parezca imposible, salvo para quienes vivimos la bohemia del “Negro-Negro”, cuando el “Zambo” Cavero cantaba Bossa Nova, el maestro Tealdo deslumbraba la noche con su Intelecto incomparable y Sérvulo Gutiérrez bebía puro de uva-aceptando de cuando en vez- el desafío de ilusos que confiando en su corpulencia, terminaban noqueados sobre la vereda, por los certeros golpes de este pequeño gran campeón de los puños, los pinceles y la vida.
Quizás en esto hubiera pensado- de haber conocido a los protagonistas- la veleidosa Michelle Soifer, cuando incómoda por una pregunta periodística, apeló a un rápido swing de izquierda para arrebatar las gafas del preguntón y luego destrozarlos con sus bellísimas manos acariciadoras-…Y así dice que es incapaz de quitarle el gil a la llorona ex de Kevin Blow….En fin, son otros tempos y lo que fue melodrama, ahora es un chiste que parodia Canchita Centeno en plan de “Michel Choifer”…¡Cuidado que la abollan por cachosa!….Pero, volviendo a Gino, éste era un extraño personaje que transitaba la noche, ataviado con distinción extrema, que llegaba al sombrero borsalino y la bufanda de seda, sin olvidar los zapatos italianos amén de la corbata ultramarina…
ALEJANDRA, KARLA Y…LAS OTRAS
Y mientras la conflictiva Alejandra Baigorria, proclama su soltería, la desequilibrada Karla Solf, grita por enésima vez que el psicópata Rony García jamás le pegó y es casi un santo. Mañana dirá lo contrario .Es un caso de masoquismo ambivalente alimentado por un severo impulso tanático. ¡Guárdame esa flor!.
En suma: subconscientemente, ella anhela no sólo morir…sino ser asesinada… Y si alguien no lo impide a tiempo, lo conseguirá ….¡Vive Dios…!.
Viene al caso, precisar que el Gino de mi historia, alardeaba de exquisita cultura, desplegando cautivante conversación que embelesaba a quienes tenían la gracia de escucharlo, ya fuera en el “Negro-Negro” o en el “Bar Zela”, de entonces, donde yo aprendía literatura y filosofía marginal, acompañado de mi inolvidable hermano Felipe Buendía, que por aquellas noches, bebía su adiós de la presente vida…
CHRISTIAN Y “LAS MOSCAS”
Acá y en tiempo presente, una señorial Michelle Alexander, recomendó al wachimán bailador Christian Dominguez, que utilizara un “matamoscas” para alejar a las resbalosas que lo rondan y entonces, la Chabuquita que baila –y dicen que “algo más”- con él, se ofendió hasta las lágrimas y él, para consolarla renunció al show de de Gisela… Y se asegura que por el desplante, tendrá que pagar una importante penalidad. ¿Qué dirá Karla al respecto?…Gino,-el de mi cuento, era, además, un increíble agente publicitario, a veces contratado por algunas revistas locales, para que abarrotara sus páginas de los más costosos avisos. Por eso, Gino solía disponer de buenos billes, devengados de sus ventas magazinescas…
YO ERA “JOVEN E INDOCUMENTADO”…
Retomando el cuento que finalmente hablará de un reloj que sigue andando, recordaré que por esos años yo era muy joven, Gino me dedicaba una particular atención, interesándose por lo que estaba leyendo, corrigiéndome algunas cosas que empezaba a escribir y –desde luego-, asombrándome con historias de autores que sólo llegué a conocer andando el tiempo y fatigando bibliotecas… ¡Oiga! Y tratándose de ejercicios de memoria, si algunos de ustedes conoce al jovenzuelo Bruno Rocha, haga el favor de recordarle que debe honrar (es decir, pagarle) su deuda de mil doscientos soles que ella pagó en el telo de Máncora por unas nochecitas que compartieron en dichas playas calentonas… En mis tiempos, el telo, lo pagábamos los varones, compadre ¿O no, chibolas del ayer?…
(CONTINUARÁ: “De Pronto, El Horror”).