Ya no se juega en la cancha

 

El futbol peruano está mal trajeado, vestido de harapos, por culpa de sus dirigentes, diestros y duchos, para colocarlo en las rejillas del desagüe. Venido a menos y destartalado.

Un campeonato tan esquilmado por los golpes bajos de quienes deberían ser sus protectores, se encuentra en manos de discapacitados. Todas sus acciones provocan el repudio y el rechazo ante tantos reclamos, disputas y sanciones.

Las pérdidas de puntos en el terreno de juego se solucionan con un reclamo que la comisión de justicia benevolente y piadosa devuelve.

Tantos disloques disparatados convierten al campeonato en una ensalada de incertidumbres. Todo el mundo podría preguntarse en qué podría acabar el Descentralizado 2016.

Alianza Lima tiene un mal año futbolístico pero en mesa gana los puntos que podría colocarlo en el playoff y ser parte del protagonismo de fin de temporada con opción a ser campeón del 2016.

Nada más que un título pasado por agua tibia y logrado sin ser mejor en lo futbolístico. No tiene sentido que se logre algo con reposición de puntos en la mesa. Y zurrarse de las buenas intenciones del juego limpio.

Si Alianza Lima reclama es porque la parte demandada ha cometido errores y es por lo tanto producto de sus propios tropiezos de no adecuarse a las reglas como en el caso del colombiano Juan Pablo Pino.

Quizás tanto Alianza Lima como Universitario cargan culpas compartidas y son portadores de un mal elaborado ejercicio de funciones que afectan al fútbol peruano, tan deslucido y maltratado.

Siempre se habla de la desorganización y allí está parte del modelo que se resiste al cambio. Con bases bien elaboradas, probablemente no habría cabida para que la legalidad juegue un campeonato paralelo.

La mala organización afecta a todos los estamentos del fútbol. El trabajo con menores no puede emerger y los clubes cada más informales que las combis de Orión, son parte del paquete de desaciertos.

Se hace impostergable la elaboración de un campeonato ordenado para el 2017. Con bases bien estructuradas y atractivo para que el hincha sepa que el fútbol se juega en los estadios y no las oficinas de la Comisión de Justicia.

 

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