El Dr. que hablaba quechua (II)

 

Ayer nomás hablábamos de un triste y pequeño capítulo de nuestra historia. Uno que habla de un grupo de comuneros del Ande, históricamente engañados por un “Doctorucha” que hasta quechua hablaba, mientras los “grandes diarios” del ayer cercano, los disfrazaba de criminales. Hasta que… llegó la policía y los abatió a balazos, sólo para que sobre sus muertes, naciera “la modernidad”. Y entonces, recordé al viejo poeta Leoncio Bueno, quien me dijo un día: “¿Para qué, pues, hermanito, vas a inventar historias, si la realidad, escribe mejor que tú?… – Por ahora, volvamos a lo nuestro… en lo que soy asaz diestro.

Llegó «la modernidad»

A los tres días, “La Cerro”, organizó sobre los terrenos “tan duramente rescatados”, un “moderno proyecto ganadero”, que llevaría a la zona sobre la cual, ya la sangre se iba secando, “el progreso y los avances agropecuarios”.

-Para entonces, yo había leído varias veces: “El Mundo es Ancho y Ajeno”…y como nunca me han gustado los abusos y además, recordaba muy bien al “Doctorucha” del cuento, me disparé a buscarlo hasta que di con él, en su roñoso “estudio” de la Avenida Abancay, ahí cerquita al criollazo “Pinglo” de entonces.

Al principio intentó negar que los pobres cholos masacrados, hubieran sido sus clientes, y entonces yo, piconazo, alegué haber sido temprano y palomilloso vecino de Mapiri, por lo cual había asistido “de pasache”, a muchas de sus “sesiones” de plazuela. Y entonces, el pata -recursero- varió de táctica y me dijo: “lo que ha pasado, es que los títulos de la comunidad aquella, no eran originales. Sólo eran papeles supletorios… por eso, la empresa americana, ha presentado un recurso de desalojo y la policía, claro, ha tenido que actuar, pues.

Yo aconsejé a los paisanos, que actualizaran sus títulos, pero… no me hicieron caso. Y ahí tenemos el resultado, pues. ¿Qué le parece?

– Acerca de lo que me pareció, mejor ni hablamos. Sólo podría decirles, que quien mejor escribió esta historia, fue mi hermano ausente, Manuel Scorza, en algo que supo entender como “El Cantar de Agapito Robles”… En especial, cuando dicho dirigente – que si existió- salió de la cárcel y quiso rescatar los títulos de propiedad del lorchaje, que siempre fueron valederos. Aunque cierto miserable –un traidor a los suyos, en español y quechua- los robó mucho antes, de una oscura cueva de Yanahuanca que los atesoraba, quién sabe, esperando los tiempos de la verdadera justicia. Dicho canalla, quizás creyó que de ese infame modo, también asesinaría mis recuerdos. Pero eso, no lo conseguirá nunca jamás, mi hermano. De eso, puedes estar seguro en todos los idiomas de los sin tierra.

 

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