El «combatiente» invisible (II)

 

¿Y a ud. qué le miran?

Decía el sabio Dr. Alexis Carrel (Premio Nobel-Autor de “La Incógnita del Hombre”), que “la síntesis ancestral del atractivo sexual del hombre, puede interpretarse analizando cuál es la zona corporal, que más le atrae en el sexo opuesto”. – Oiga..! y así debe ser, pues durante mis incursiones en territorio gringo, he podido comprobar que lo que más atrae a estos especímenes -con respecto a la mujer, digo- se orienta a la zona pectoral. Y algo más. Se sienten embobados, por gilas de baja estatura y más bien flaqui-flaquis, lo cual explicaría –o quizás no- la pasión por las dietas adelgazantes, que viven las damas, en el país del Norte. Aquí debemos citar a las tesis del Dr. Gregorio Marañón, que aludían al “imán de los contrarios”, la misma que, podría regir en un país de ciudadanos, por lo general de elevada estatura y robusta complexión… ¡guárdame esa flor!

Pero aterrizando en lo nuestro -en lo que soy, asaz diestro- nosotros, lo primero que luqueamos en una feligresa, es “la maletera”, con prolongación de vista al “Pernambuco”. Después, pasamos a la sonrisa y el “cambio de luces”, o sonrisa picarona.

Bueno pues. Y si usted cree que las chicas del sexo “fuerte”, son indiferentes a tales apreciaciones, déjeme desengañarlo abriendo la “portavianda” a la cochinera realidad, tal como nos la muestra la tele, noche a noche. ¡Ciérrame la puerta!

La silicona al ataque

A partir de los años 60 -se afirma que por iniciativa de un cosmiatra francés- una gelatinosa sustancia denominada silicona que en otros tiempos se utilizó como pegamento de superficies vidriosas, invadió el territorio de la estética femenina, pretendiendo rectificar los mandatos de la Madre Natura, aumentando glúteos y “parachoques”, con la finalidad expresa de mejor captar las miradas de posibles candidatos a marido.

O –en el caso de las faranduleras- un cliente, o “punto”, que pague los caprichos, mientras el “camote” le dure.

Y si vamos a hablar de maridos, resulta oportuno, citar la definición de dicho ejemplar, que hace sabiamente mi compadre Pepe Villalobos, campeón del festejo, e inventor del “Chinchiví”.

Y dice así: “marido, es el que compra el pan para el desayuno, entrega el sueldo completito cada quince días, da propina a los hijos, consigue chamba a los cuñados, saca la basura, pasea al perro, soporta a la suegra, cura el daño, ahuyenta el susto y… pasa el huevo de cortesía”.

La silicona no es un chiste

La silicona se aplica de dos maneras. Una, mediante inyección intramuscular de la sustancia y la otra, empleando un gel encapsulado que se inserta en la zona requerida, mediante una maniobra quirúrgica específica.

Ahora bien, -como se sabe, o en ciertos casos, se ignora- el cuerpo humano, tiende a rechazar cualquier cuerpo extraño, que invada sus terrenos, en tanto, el sistema inmunológico, cerca y aísla inmediatamente a un invasor de cualquier especie.

El rechazo alérgico, puede manifestarse, mediante inflamación de la zona- enrojecimiento, dolores y malestar general, que pueden llegar hasta la emergencia médica. Y la reacción inmunológica, puede iniciarse -y se inicia- por “la cicatriz de encapsule”, que se crea rápidamente, alrededor de la “zona invadida”.

Esto, suele culminar en el retiro del implante, en casos graves, o en la iniciación cancerosa -en principio- de los tejidos afectados.

Esto, a la larga, puede costar la vida a la operada, tras una dolencia larga, dolorosa y sin esperanzas.

El precio del «glamour»

En 1970, estalló en París, “El escándalo del Glamour”, cuando se comprobó que las inyecciones de silicona -método antiguo- habían “migrado” a otras zonas del cuerpo de las afectadas, motivando la aparición de “dolorosos y antiestéticos globos, como pelotas de fútbol”, tanto en la región glútea, como en la espalda y pecho.

En el caso de los “implantes en las mamas”, muchas veces, bajo el músculo correspondiente, algunas prótesis se habían deteriorado con el tiempo, lastimando tejidos inmediatos. Esto, tratándose de “cápsulas de gel antiguo”, o sencillamente, habían generado –por fricción- irritación extrema de los tejidos, (Sistema retículo endotelial, RES, por sus siglas en inglés), generando cierto tipo de cáncer peligrosísimo.

Tal conjunto informativo, motivó que se prohibiera los tratamientos “estéticos” a base de siliconas en Francia, tal como en el 2012, sucedería en Venezuela y otros países. En el Perú las malas noticias fueron de otro tipo, si bien, como suele suceder entre nosotros, ”con el tiempo, pasaron al olvido”.

El aceite de avión

Hasta aquí hemos presentado aspectos peligrosos del empleo de siliconas para “aumentar en atractivo sexy de senos y glúteos”. -Debemos añadir, que el costo de este tipo de operaciones, oscila entre seiscientos y tres mil dólares, según la “modernidad” del “gel” o las “cápsulas de implante”, además del cartel del cirujano o clínica a requerirse, lo cual, -a mi modesto juicio- no sería de mucha garantía, contemplando el caso de la estrella mexicana Alejandra Guzmán , quien a juzgar por su fama y su dinero, no habría recurrido a cualquier carnicería de la esquina, para el embellecimiento de su atractivo “ínfero-espaldar” y resulta que ya está viviendo un calvario de cinco años , además de diversas neo-operaciones, que finalmente, han anclado en una novedosa prótesis… ¡DE TITANIO! nada menos, la misma que a decir de su costosísimo cirujano, no le garantiza una recuperación total, a condición de “una observancia meticulosa del postoperatorio”.

En el Perú, hasta hace poco, se estuvieron registrando casos de “Doctores” y “Doctoras” bamba, que por doscientos dólares, inyectaban –sobre todo a tiri-tiris- dosis criminales de “aceite de avión”, que aumentaban groseramente sus glúteos y, en muchos casos -hasta ahorita mismo- los mantienen confinados(as), a una cama en medio de dolores de agonía, que jamás hubieran padecido a no ser por su estúpida ansiedad de “verse más atractivas (os), para los hombres “que son tan canallas”, oiga usted.

Elevamos sentidas oraciones por quienes tan ilusamente, pretenden encontrar en dudosas cirugías o”gels” supuestamente maravillosos, lo que la Madre Natura les negó quién sabrá jamás por qué.

Y para matizar, les cuento la historia de un “mariquiqui” que apeló a un trasplante de “maletera” ya que la suya estaba fatigada por el uso, para decirlo elegantemente.

Llegado el momento, el cirujano responsable de la operación, le dijo: “Bueno, espero que ahora, sepas cuidar esta maravilla de la cirugía moderna. Tu nuevo guardafango”- A lo cual el estilista respondió airadamente: “No he cuidado el antiguo que era mío… voy a cuidar este, que es ajeno…”- ¡Hasta mañana!

 

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