Balada de la blanquirroja

 

Petronila Gonzáles, Doña Peta, es la madre de Paolo Guerrero y sus cumpleaños fue el sábado. Cumplía 59 pero parece de 40, dijeron sus vecinas. Doña Peta es una dama de carácter y cuando llega su santo se festeja como antiguo. Tres días antes y tres después. Paolo Guerrero es su engreído y lo cuida como si fuese un niño. Cada noche que lo llama le recomienda que se acueste temprano y que no vaya a fumar. Pero Paolo Guerrero ya tiene tres hijos y es millonario con tatuajes sociales. Guerrero invitó a Farfán al cumpleaños de mamá. Jefferson llegó de incognito.

Pasada la medianoche apagaron las velitas. Las Fotos de El Bocón no mienten. Los seleccionados posan con las chicas de la orquesta. Y todo sigue igual.

El fútbol en el Perú es un buen recipiente de rellenos sanitarios para que la prensa atiborre sus espacios. Antes y después de la “magalysación”. Así, el cumpleaños de Doña Peta es tan importante como el sistema ofensivo que implementará Gareca para la Copa América de Chile. ¿Se jugará con un 3-5-2 o regresará a la táctica tradicional del 4-4-2? ¿Tilsa Lozano irá a visitar a Vargas o se encontrarán en Santa María ahora que se acabó el verano? El fútbol es un invento mediático para el simulacro de la felicidad del emprendedurismo nativo. Eso es.

Pero cada vez que la selección de fútbol participa en Copa América o clasificatorias un sueño triunfal nos inflama el alma. Es natural, el eje de pertenencia e identidad con lo peruano nos amotina. Hasta el más envilecido nacido en estas tierras se ilusiona con un triunfo peruano salvo los desequilibrados. Y se puede vivir de esa utopía. Perú fue dos veces campeón de América, y como estos días de antesala, el desconcierto de aquellas veces fue siempre una constante. Vamos, quién no quiere que Perú sea el campeón de América. Pero veamos.

El equipo de Ricardo Gareca es el mismo de hace cuatro años. El engranaje mayor del ataque tiene los mismos actores: Lobatón, Vargas, Farfán, Guerrero. Un poco más atrás Ballón, un poco más arriba Pizarro. La defensa es la misma de Markarián. El arquero Pedro Gallese sería novedad pero está en mismo nivel del otrora, Fernández o Diego Penny. Este equipo no clasificó a Brasil. Entonces, por qué va a salir campeón de América. No soy agorero, digo la verdad aunque me hubiese gustado festejar a un nuevo equipo.

En la Copa América debutamos con Brasil en la sede de Temuco el domingo 14 de junio (el grupo C lo conforman también Colombia y Venezuela). El 18 jugamos con Venezuela en Valparaíso y cerramos la etapa el domingo 21 de junio contra Colombia también en Temuco. Salvo Venezuela que también está en el mismo nivel que Perú, brasileños y colombianos vienen de jugar en mundial hace menos de un año. Colombia está con los mismos jugadores y sigue con Pekerman y aunque Brasil cambió de técnico, ahora es Dunga, Brasil es el “Scrath” y pare de contar.

Este cronista asegura que la participación y destino de Perú se juega en el primer minuto del partido con Brasil. Lo normal sería que se pierda ese partido. Entonces se acaba la Copa América y se termina la ilusión. Lo anormal sería que Perú gane. Entonces hasta me animo a pesar que seríamos campeones. Lo explico de otra manera. La suerte ha querido que el debut sea con el favorito. No es lo mismo arrancar contra Bolivia. Los brasileños nos darán la justa medida de a qué aspira Perú. Y Perú, lo siento decirlo, solo aspira a un hecho fortuito —en el fútbol no cuentan los milagros—o a un resultado excepcional. Entonces, en una semana, ¿se le puede ganar a Brasil? Sí es posible pero insisto, sería un hecho fortuito.

Es lo que hay
Muchos nos preguntamos por qué el fútbol peruano sufre de este drama perpetuo de no poder conformar un equipo de primer nivel. El tema pasa por saber que hoy estamos peor que antes. El andamiaje estructural es nefasto a la luz de los resultados. La Federación Peruana de Fútbol es una entidad anacrónica, incapaz de producir futbolista de jerarquía e inepta para organizar selecciones competitivas. El origen está en su ensamblaje que abriga a minis FPF en las provincias como los mismos dramas. La Copa Perú tiene medio siglo y está bien que sirva para animar las fiestas patronales de los pueblos del Perú y que movilice a miles de futbolistas pero el tiempo ha demostrado que no ha generado, en 50 años, ni siquiera una decena de futbolistas que hayan podido alimentar selecciones nacionales. Cierto, la Copa Perú debe ser anulada y pasar a torneos con mayor exigencia profesional.

No existe mejor club que aquel que funcione como una empresa. Todo lo contrario ocurre en el país. Salvo Sporting Cristal y las universidades San Martín y César Vallejo, el resto es un grupo de conocidos metidos en una camiseta y sus leyendas. La “U” y Alianza Lima, los más populares, hoy están quebrados y en manos de la Sunat. Esa es la realidad y de esa situación se alimentan los pícaros y la voracidad de la televisión que han terminado por desnaturalizar una de las pasiones más entrañables con que gozan los pueblos.

Finalmente diré que para esta Copa América, Ricardo Gareca ha venido entrenando con lo que hay. Tiene a dos 9: Claudio Pizarro y Paolo Guerrero no jugaran juntos. De media puntas por la derecha van Yordy Reyna y Joel Sánchez y por la izquierda juegan Paolo Hurtado y Christian Cueva. Carlos Lobatón de desplaza por detrás de los delanteros. El caso de Jefferson Farfán sería la única novedad ya que fue colocado por el argentino igual que Lobatón, ya no por la derecha como juega en el Schalke 04 sino como enganche. Faltaría ver a André Carrillo pero eso, sabiendo lo desangelado que es el del Sporting de Lisboa, no cambia nada.

Petronila Gonzáles, Doña Peta, es la madre de Paolo Guerrero y sus cumpleaños fue el sábado. Cumplía 59 pero parece de 40, dijeron sus vecinas. Doña Peta, seguro me hubiese gustado escribir más de usted, pero mucho más, de los goles de su hijo, en la Copa América.

La tentación del fracaso
Después de la leyenda de los Olímpicos de Berlín, el fútbol peruano nacía como la democracia, endeble y sin instituciones. En todo caso, la clase obrera no trasladó su pasión del gozo a los terrales del foot ball, lo llevó los fines de semana a los pagos de la jarana. Por eso el alarido de gol no sonaba más que el grito de: «Dos más». Y qué futbolista no era juerguero. Lo suyo fue un profesionalismo gris.

Así, el fútbol no desarrolló clubes [el paradigma brasileño es irremplazable], menos estadios, mucho menos hinchadas. Se era del Boys porque se era chalaco, de Alianza porque se era obrero o subempleado, de la «U» porque uno era profesional, del Tabaco porque había ascendido socialmente. Los clubes no despertaron un fanatismo-motor. Las barras se fueron consolidando a la usanza argentina. Las comunidades pasionales eran tan endebles como los amores furtivos.

En Ese pueblo del fútbol, sólo Lolo Fernández vivió en aromas de pueblo, con su mujercita, su corazón de Jesús, su radio RCA Víctor y su té con su pan con jamonada. Valeriano López era más temido que admirado en el grass inglés del viejo Estadio Nacional. Luego, en el puerto, la complicidad de sus carnales lo denunciaban de borracho, parrandero y carne del lumpenaje. Cierto, la humildad y promiscuidad del pobre no produce doctores ni científicos a raudales, sí futbolistas y periodistas. La estirpe de arqueros peruanos es generosa en el pasado más remoto [Valdivieso, Soriano, Honores, Ormeño], según Zelada, por falta de talento en la gambeta o por problemas de psicopatías infantiles. Y vamos que los arqueros que heredamos debieron ser condenados por traición a la patria. A saber, Rubiños, Chicho Uribe, Eusebio Acasuzo, por nombra a los tres más torrejas, el resto existe gracias al síndrome del ‘llevafacilismo’.

Los defensas gozaron del brillos de sus guadañas. Sólo un catastro policial puede ubicar sus nombres. El «Chueco» Guzmán, «Cuchiman» Rivas, Eloy Campos, el «Muerto» Gonzales, el «Doctor» Lara, son apenas una muestra de esta galería de matarifes en el mejor estilos que los cuchilleros de Borges. Un central como Guillermo Delgado era una ave raris igual como lo fue Nicolás Fuentes o Juan Reinoso. El heredero era Sandro Baylón, pero ahora está enterrado igual que «Pechito» Farfán.

En el medio campo hubo responsabilidad y genio. Challe ya está consignado, Pedrito también. Y aunque Perico León era 9, que bien la hacía de enganche. El relato de El Veco y Menotti, testigos de la noche anterior a el Perú-Brasil en Guadalajara [Mundial México 70] sorprende. En el hotel campestre un griterío los despertó a medianoche. Eran los peruanos [Perico, Eladio, Baylón, Campos etc.] en plena jarana. Y pensar que jugaban al mediodía. Entonces todo festejo hasta que apareció el sol. Ese día perdieron contra Brasil 4 a 2.

Hugo Sotil es el prototipo del hombre a quien el éxito se le escurre entre los dedos. El Cholo lo tenía todo. En la cúspide de su carrera fue contratado por el Barcelona español. Qué no hizo el Cholo. Ganó títulos, hizo goles, dio espectáculo y se comió todas las patadas. Igual era querido por los obreros del club con quien solía gastar su fortuna en los villorrios del puerto. Luego, sin el auto espectacular y sin plata, terminó jugando en provincias sorprendido de tristezas. Hoy es una sombra hinchada por la ternura de las estrellas apagadas y sueña con que su hijo firme un buen contrato y le dé su parte. Desgraciados y populares, nuestros cracks son carne para el imaginario del pueblo.

 

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