FARC: la difícil ruta del adiós a las armas

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La entrega de armas es el elemento clave en el Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las guerrillas de las FARC pero que, sin embargo, viene sufriendo demoras en el calendario establecido, lo que llevó incluso a una intervención de la ONU.

Pese a los anuncios optimistas, lo cierto es que  la polémica subyace en  la desconfianza que la guerrilla tiene hacia el Gobierno tras más de medio siglo de conflicto armado, que también es recíproca , ante la nada disimulada satisfacción de los opositores de la ultraderecha que tratan de llevar agua a sus molinos.

Todo empezó con el retraso en la adecuación -responsabilidad del Gobierno- de las 26 zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN), los lugares a los que ya llegaron los guerrilleros para dejar sus armas en manos de una misión de la ONU y comenzar su tránsito hacia la legalidad.

Su llegada formaba parte de un cronograma cuyo “Día D” fue el pasado 1 de diciembre, tras la ratificación del acuerdo de paz en el Congreso de la República.

Como parte del estricto cronograma pactado, las FARC debían empezar cinco días después, es decir el 6 de diciembre, su camino a las ZVTN, sin embargo los retrasos en su adecuación lo impidieron.

Entre marchas y contramarchas se postergó el calendario previsto de la llegada de los guerrilleros a esas áreas y llegó a ponerse en duda la fecha más importante de todo el proceso, el día D+180, el 1 de junio, fecha en la que concluyen las zonas veredales y en el que las FARC deben salir camino a la reintegración y en ruta a transformarse en movimiento político sin armas.

Las interrogantes fueron aumentando como un secreto a voces hasta que tomó  forma  cuando el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault, envió una carta a las partes preguntando si estarían dispuestos a replantear el calendario con lo que puso al tapete un problema, suscitado  por el atraso en las llegadas a las zonas.

La crítica implícita que llevaba al Gobierno debido al retraso en la preparación de las ZVTN, de su responsabilidad, hizo que saltaran chispas de lo que públicamente se presentaba como un tema sin mayores problemas en manos del presidente colombiano y Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos.

El  Ejecutivo devolvió la propuesta al expresar su sorpresa a Arnault por el tema  y asegurar que durante semanas insistieron en hacer una reunión “para revisar el cumplimiento de los compromisos que se derivan del Acuerdo Final en materia de cese al fuego y dejación de armas”.

https://www.youtube.com/watch?v=YFYFrfcOhzg

El encuentro se produjo y de él salió un nuevo calendario de entrega de armas, que serán recogidas por los observadores de Naciones Unidas.

Según los nuevos planes, el 1 de marzo las FARC comenzaría a entregar el 30 % de su armamento, el 1 de mayo otro 30 % y el 1 de junio el 40 % restante, con  lo que el tema parecía zanjado.

No obstante el  Estado Mayor de las FARC, presionado por sus bases guerrilleras, consideró  a través de un comunicado posterior que era necesario que se replanteara el calendario.

De esa manera la carta de Arnault en la que sugería ese cambio terminó  convertida en un reproche por las FARC, que llevan meses reclamando por la supuesta falta de compromiso con el Gobierno.

Y, aprovechando la coyuntura, sumaron a las críticas la necesidad de que el Gobierno comience ya a liberar a los guerrilleros que siguen presos y que deben beneficiarse de la Ley de Amnistía incluida en el acuerdo de paz.

Asimismo  denunciaron que, ya en las ZVTN deben dormir con “plásticos y palos” al mismo tiempo que trabajan para construir las zonas comunes, tal y como se comprometieron con el Gobierno, que debe aportar los materiales.

https://www.youtube.com/watch?v=ToBuHb7bE1M

Una vez se cumplan los plazos establecidos, llegará otro punto fundamental, ya que la reintegración de las FARC comenzará con un paso delicado que todavía falta por definir: qué pasará el 1 de junio, cuando unos 7.000 guerrilleros hayan dejado las armas tras décadas de guerra y se reintegren a la sociedad.

Paso a paso la dejación de armas

Las armas con las que la guerrilla de las Farc le ha hecho la guerra al Estado colombiano serán recolectadas, almacenadas y fundidas para hacer tres monumentos en el país, según el acuerdo firmado este jueves por el Gobierno y las Farc.

“La dejación de las armas por parte de las Farc se desarrollará en dos tiempos denominados control de armamento y dejación de las armas, que integran los siguientes procedimientos técnicos: registro, identificación, monitoreo y verificación de la tenencia, recolección, almacenamiento, extracción y disposición final”, explica lo pactado.

El acuerdo comprende los siguientes puntos en los que participará la comisión conformada por las Naciones Unidas y la Celac. No obstante, estas organizaciones deberán concretar un protocolo que tendrá la minucia logística del proceso:

  1. Una vez se firme un acuerdo final, el proceso de dejación de armas “incluirá el transporte del armamento a las zonas, la destrucción del armamento inestable y la recolección y almacenamiento en contenedores”.
  2. El material bélico será documentado por una comisión de verificación, conformada por las Naciones Unidas y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
  3. Ambas partes establecerán un cronograma del proceso, que tendrá tres fases en las que se recolectarán las armas hasta llegar al 100 %.
  4. Las Farc informarán y contribuirán con la limpieza y descontaminación de los territorios afectados por minas antipersonales y munición sin explotar. (Además: ‘La paz se hizo posible, ahora vamos a construirla’: Santos)
  5. Todo el material bélico será almacenado en un solo punto en cada campamento y será verificado permanente por la comisión de la ONU y la Celac.
  6. El armamento será extraído de estas zonas en un máximo de 180 días después del comienzo del proceso.
  7. Según el acuerdo, la ONU recibirá el armamento de la guerrilla “para destinarlo a la construcción de tres monumentos, acordados entre el Gobierno Nacional y las Farc”.

El acuerdo también comprende que las Farc podrán salir de sus campamentos una vez estén desarmados y de civil. Por tal motivo, los tiempos para que den el paso hacia la vida civil dependerán de lo que se tarde el proceso de dejación de armas.

Falta de confianza mutua

Más allá de las buenas intenciones por ambas partes, el Gobierno debe decidir a dónde los llevará, una cuestión espinosa ya que la mayoría vienen de zonas rurales y devolverlos a sus lugares de origen no será fácil, pero concentrarlos en recintos urbanos es también complejo.

https://www.youtube.com/watch?v=NJJUymVLPds

En este aspecto, es imprescindible que exista confianza mutua y que las partes cumplan con lo acordado, que parte en gran medida de su buena voluntad, dejando de lado las provocaciones constantes de la ultraderecha, azuzadas por el expresidente Álvaro Uribe y sus amenazas apocalípticas.

La confianza entre las partes parece que está mellada, pero hay tiempo hasta el 1 de junio para recomponerla.

A la  fecha, ya deberían estar concentradas todas las unidades guerrilleras en las zonas veredales, empezando el proceso de dejación de armas y reincorporación a la vida civil.

Pero como aún no se han construido los campamentos ni se han adecuado las vías de acceso, las Farc siguen en los llamados Puntos de Preagrupamiento Temporal, PPT, que se crearon para llenar el vacío jurídico que dejó el triunfo del No en el plebiscito.

El mismo presidente Juan Manuel Santos reconoció el retraso, y el gerente de las zonas Carlos Córdoba admitió que no se alcanzaba a cumplir con los primeros plazos.

https://www.youtube.com/watch?v=1GaAvBq3LV8

Los principales problemas en la construcción de las zonas veredales radican en que la mayoría están en zonas de difícil acceso; algunos predios no se han podido arrendar porque sus propietarios están pidiendo cifras astronómicas, ante lo que consideran “una oportunidad de oro”; otras tienen cerca cultivos de uso ilícito o asentamientos de población civil.

Como si fuese poco, algunos pobladores de las zonas veredales han protestado por la llegada de los guerrilleros desmovilizados de las FARC, con el nada disimulado apoyo de los narcotraficantes como el temido Clan Úsuga que asegura que sus sicarios son “guerrilleros” que también buscan la paz.

 

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