Arturo Vidal y sus copas en la Copa América

 

El goleador de la Copa América hasta el momento, el chileno Arturo Vidal, comparte ese honor con la vergüenza de también ser el protagonista del papelón de la Copa América. Con la pelota en los pies es un luchador, un mediocampista que conjuga el coraje con el talento, nadie le ha regalado su indiscutible titularidad en la selección mapoche como en la Juventus de Chile. Con su Ferrari manejando, es un pobre borracho.

Un representante actual de ese sitial estelar de futbolistas como Diego Armando Maradona, el mejor del mundo, que conjugaba obras de arte con la pelota con excesos causados por su adicción a la cocaína; Romario, un ejemplo de definición en goles y un ebrio impenitente; Hugo Sotil uno de los peruanos más talentosos que tenía su maldición en la botella; Paul Gascoigne, un ex crack inglés al que el mundo deportivo ya se hizo la idea que en cualquier momento van a encontrar su cuerpo carcomido por el alcohol.

Claro, seguramente algún amigo chileno, u optimista del fútbol, me dirá: no exageres, Arturo Vidal puede recapacitar, sólo fue un error. ¿Sólo un error? A nivel selección no es la primera vez que lo atrapan con esos desarreglos, y así como hoy Jorge Sampaoli lo ha escudado a capa y espada, me imagino la cantidad de veces que los “encubridores” evitaron que otras borracheras se propalaran a la prensa. En Turín, se asegura, le han cubierto las espaldas centenar de ocasiones. Basta con ver su conducta, Chile quiere sí o sí ganar la Copa América donde son anfitriones. Y su máxima estrella va se emborracha, choca su Ferrari descomunalmente, amenaza (dicen que hasta se fue de manos) a la policía, y luego resuelve todo con un lloriqueo. La verdad, no le importa llevar los colores de su país en el pecho, o por lo menos le importa menos que salir a divertirse.

Soy de los que piensan que dirigirme a personas que se sienten endiosados, es gastar palabras en sordos. Perder el tiempo en argumentos que una mentalidad tan obnubilada es incapaz de entender. Arturo Vidal cree en su pequeña y febril fantasía que le están dando una oportunidad, que Jorge Sampaoli desinteresadamente le brinda una nueva oportunidad. Iluso, al entrenador argentino solamente le interesan sus metas personales, que pasan por levantar la Copa América. Si tuviera en real consideración a Vidal por lo menos lo hubiera “guardado” frente a Bolivia, al contrario, lo expuso, no fuera a ser que Chile quedará mal ubicada en el Grupo A. Acaso, en este punto de la carrera de Arturo Vidal no hubiera sido un momento providencial para que con un “castigo” entendiera que se le pide un cambio, un compromiso al cien por ciento, que asuma el riesgo de admitir estar a tiempo de tomar el timón de su vida y maniobrarla mejor que su destartalado automóvil. Es que a todos esos dirigentes, técnicos e hinchas no les interesa el futuro del jugador, sólo el presente y los triunfos, si una vez retirado se mata en otro accidente ¡mala suerte! para eso están los homenajes.

Para Jorge Sampaoli, un DT del que tenía un mejor concepto, hoy ha lanzado una apuesta riesgosa. Chile tiene que campeonar, sino le van a reprochar su “silencio” en las decisiones sobre Arturo Vidal. No sería de extrañar que le señalen la puerta de salida, pues ese es otro gaje del fútbol. Así como él le “perdona la vida” a su mejor jugador sólo por consolidar sus metas deportivas, la federación chilena puede optar por recodarle que en Brasil fue eliminado y de no traer la Copa América es un segundo fracaso, la vida da vueltas y no me sorprendería leer un titular como: “Sampaoli no tuvo categoría para manejar caso de Arturo Vidal”.

En fin, con la borrachera de Vidal, volvemos a recordar que éste ya no es deporte, sino un negocio, que los goles valen dinero y no aplausos ni orgullos, la camiseta de la selección se intercambia con la mayor facilidad, a veces después de una goleada bochornosa, pues el fútbol cada vez se desentiende más de eso que llamamos “patriotismo”.

 

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