El gran zarpazo del “Tigre”

 

La vida da vueltas y todo se coloca en un orden que muchas veces no se espera. Ricardo Gareca con un gol suyo con la camisetas Argentina nos sacó del Mundial de México 86 y después de largos años nos lleva nuevamente a otro mundial.

Desde que llegó a la Videna por recomendación de Juan Carlos Oblitas y la aprobación de Edwin Oviedo, presidente de la Federación Peruana de Fútbol, se empezó el proceso con muchas dudas y no pocas críticas.

El comienzo fue desteñido, un comienzo flojo que colocó a Perú en la cola en la misma línea de Bolivia y Venezuela. Como otras tantas veces no había muchas certezas de clasificar, una raya más al tigre no podía afectarnos.

Sin embargo Ricardo Gareca confió en su trabajo y en un puñado de jugadores que se comprometieron con su idea de hacer algo grandioso. Fue una locura al inicio, de soñadores que después se contagiaron con la apuesta mundialista.

El camino fue tortuoso y muy empinado para pensar que el mundial de Rusia estaba al alcance de las manos. Se echó a andar la máquina mundialista, muy mal afinada en el arranque, pero se corrigió en el trayecto.

El ‘Tigre’ vio más allá de lo evidente y confió en el plantel, un grupo escaso donde había que mover las piedras para sacar a algún jugador con alguna posibilidad de integrarse al grupo.

Fue así que aparecieron algunos jugadores que no estaban en los pronósticos de ser parte del proceso. ‘Orejas’ Flores fue uno de los que destacaron y no defraudó al entrenador.

Christian Cueva fue un jugador lastimado por una jauría de críticos que no le perdonaban sus indisciplinas. Gareca vio que el jugador del Sao Paulo podía ser útil y era menester convertirlo en uno de los que habría de alcanzar la titularidad.

No se equivocó y apostó por ‘Aladino’ y éste respondiera con lo mejor de su fútbol para que el equipo peruano fuera distinto. Un equipo completo, por encima de las individualidades.

Y así fue cómo la selección peruana se creció ante las adversidades. De no tener material suficiente y encima tuvo que deshacerse de algunos que interfirieron en su trabajo. Carlos Zambrano fue uno de ellos por su tozudez de pasar siempre la línea trazada del juego limpio y la brusquedad.

Otra clave de su éxito fue el tema de la indisciplina. No uso el chicote ni puso mano dura. Solamente se dedicó a conversar y comprometer a los futbolistas. Quedaron atrás los malos ratos. Se convirtió habitual que el jugador se fuera a la concentración antes de visitar a su familia.

Fue una simple decisión pero resultó al final de la campaña en que Perú se quedó con la clasificación y cobra más vigencia de lo que Ricardo Gareca dijo al ser contratado. “Perú tiene talentos y buenos jugadores para ir a un Mundial”. Vaya que no se equivocó.

 

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