Una polémica iniciada en el mundo académico ha dado el salto a la política y está sonando fuerte. ¿Necesitamos tantos científicos y tecnócratas? ¿Sirven para algo las humanidades?
Voces calificadas se ha lanzado a criticar el énfasis excesivo que se está dando a la educación en ciencias, dejando de lado a las humanidades como si fueran un lujo inútil o que no sirve para crear empleo.
En esa línea, el gobernador del Estado de Carolina del Norte, Estados Unidos, Pat McCrory, ha sido categórico al afirmar que no está dispuesto a subvencionar ninguna licenciatura que no sea capaz de producir empleo.
Uno de los defensores del estudio de las humanidades es Nicholas Kristof, columnista del The New York Times, quien advierte que por cada licenciado en filología inglesa ya hay siete en alguna rama de tecnología o de negocios, y que el desbalance tiende a acentuarse.
Quien verdaderamente inició el debate es Leon Wieseltier, editor de la revista The Atlantic y autor del ensayo Among the Disrupted publicado por el New York Times.
La clave del tema según Wieseltier es si las humanidades se han vuelto irrelevantes o si son ahora más necesarias que nunca.
Sin filósofos ni pensadores –se pregunta– ¿quién va a definir los límites morales y éticos que sigue rompiendo el avance de la técnica?
El diario El País (15.06.2015) publicó las opiniones de Wieseltier en un informe dedicado al debate sobre cuánta ciencia y tecnología es realmente necesaria y qué perdemos dejando de lado los estudios humanísticos.
Entre las voces a favor de equilibrar el peso de ciencias y humanidades está Deborah Fitzgerald, decana de la facultad de historia de las ciencias sociales el MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Ella explica que en los países donde ha estado ausente el equilibrio en la formación académica, ahora hay generaciones de licenciados sin preparación para ser políticos ni jueces, que no confían en el pensamiento crítico para resolver los problemas humanos.
Después de conocer estos argumentos el paso que sigue es preguntarse ¿A quién confiarle el gobierno de las ciudades y de los países?
Si le consultáramos a Sócrates, nos aconsejaría –como ya lo hizo en su tiempo– encargar el gobierno a los filósofos. Y luego matizaría: “Si no, que cuantos ahora se llaman reyes o dinastías practiquen noble y adecuadamente la filosofía”.
En La República de Platón, Sócrates le explica a su contertulio Glaucón que los gobiernos deben ejercerlo los pensadores y no otros, debido a que “no hay tregua para los males de las ciudades ni para los del género humano”.
Su idea sobre la necesidad de ejercer el pensamiento crítico, en lo que él ha sido el mejor maestro de la historia, está siendo aplicada en algunos de los centros académicos más prestigiosos como el MIT.
En ese famoso centro de estudios, donde todos son futuros científicos, los alumnos deben llevar un 25 por ciento de cursos de humanidades, no solo algún curso irrelevante sino una base humanística para futuros líderes tecnológicos.
Volviendo a la opinión expresada por quien puso el balón en la cancha, Leon Wieseltier,“siempre hay un hueco entre la innovación y el entendimiento de sus consecuencias” y “el carácter de nuestra sociedad no puede quedar determinado por los ingenieros”.
Según el informe ya mencionado del diario El País, el predominio de uno u otro campo es un movimiento pendular siempre presente. Humanismo versus materialismo, un dilema que no debiera serlo, no son enemigos.