Carlos Galdós no es periodista, sin embargo conduce un programa de entretenimiento nocturno y redacta una columna semanal en una revista bastante conocida. Hasta ahí todo bien, no es el primer caso de un no graduado en periodismo que coge pantalla o “hace sus letras”, incluso hay comunicadores sociales que sin diploma en esta noble profesión se han granjeado una honorable trayectoria.
Pero no es el caso de Carlos Galdós, él es un “gracioso” y nada más. Un sujeto que se burla de todo el mundo desde su programita. Reírse de los “estrellados” de Esto es guerra o Combate, mofarse de las vedettes y de otros tristes representantes de nuestra farándula la verdad a mí me importa un comino, puede seguir haciéndolo. Pero siempre debe tener en claro que La noche es mía es tan parte de la TV basura como la que él ataca.
Un espacio televisivo donde ventila los casos más tristes de nuestra televisión, con la excusa de su horario noctámbulo lanza todas las lisuras y bromas malcriadas que le provoca, es representante de esa plaga en que se han convertido tantos “showmans” de Frecuencia Latina. Carlos Galdós tira la piedra, y cuando lo quieren denunciar se escudan en el dueño del canal. Igualito que Peluchín, las mismas tretas cobardes de chiquito irrespetuoso.
Lo triste es que Galdós a veces se olvida el bozal en casa, pues agarra a mordidas satíricas casos que deberían llamarnos a la pena, a la reflexión sobre la ignorancia que sigue asolando al Perú. Se burló de unos niños provincianos que se inyectaron gasolina para “lograr la musculatura de los imberbes de Esto es guerra”. ¿Qué te pasa Galdós? ¿No tienes sentimientos? ¿Te parece chistoso que estos chiquillos no tengan la educación suficiente para darse cuenta que se pusieron en peligro de muerte? Tú tampoco tienes ni la ética ni la capacidad de liderar un programa de televisión, y ahí estas todas las noches haciendo payasadas.
Su columna en la revista del Grupo El Comercio es otra perla. El sábado pasado nos contó que tenía un amigo hipócrita, coquero y tramposo (pucha, que juntas tan originales tiene Carlos Galdós, nadie conoce amigos como él). Todos, o casi todos, tenemos amistades de ese tipo, pero como columnista yo entiendo que uno debe escribir sobre un asunto trascedente y no los vicios privados de desconocidos. Peor cuando Galdós hizo hincapié que soltó todo el chisme debido a que lo había puesto en mala situación delante de su esposa. Pobrecito Carlitos, teníamos que enterarnos de su revancha.
https://www.facebook.com/carlosgaldosoficial/photos/a.694167680606469.1073741825.153731151316794/944949025528332/?type=1&theater
En otra de sus columnitas, Galdós sacó la cara por una amiga cuyo esposo (según el columnista un vividor) la denigraba diciéndole gorda. Vaya, otro tema indispensable para el peruano de a pie, a este paso no se me ocurre con qué problema de coyuntura nacional nos saldrá el próximo sábado: las necesidades intestinales de su perro, el período menstrual de su mujer, o sus propias manías al ir al baño.
Debo de reconocer que alguna vez leí una columna suya que me pareció destacable, recuerdo una sobre los niños que desperdiciaban las oportunidades educativas que les dan sus padres. Habiendo disfrutado de esa opinión bastante bien redactada y fundamentada, me cuestiono si con las otras columnas mencionadas Carlos Galdós no desperdicia el espacio que se le brinda para escribir. Aparte, éticamente no se ve bien que te dirijas a personas particulares usando de trinchera un medio que aspira (cada vez menos) a ser periodístico.
Fotos: Andina/RPP Facebook: Carlos Galdós