Annete Hess: Escritora revive juicio que encaró a Alemania con su pasado

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FRÁNCFORT (Alemania).- Desde que en el 2013 estuvieron disponibles en internet los documentos sonoros del primer juicio contra los responsables de Auschwitz, la escritora alemana Annete Hess se dedicó a bucear en un caso que enfrentó en los años 60 a los alemanes con su pasado tras “un pacto de silencio” que ahora novela.

“La casa alemana”, editada en español por Planeta, es el título de esta novela que aborda desde la perspectiva de una joven alemana traductora del polaco este juicio que se celebró en la Audiencia Provincial de Fráncfort entre 1963 y 1965, el primer proceso judicial contra responsables del campo de exterminio nazi.

A Annete Hess, una de las guionistas más destacadas de Alemania, le interesa conocer de dónde procedemos y cómo influyen en nuestra personalidad las vivencias de nuestros antepasados.

Y “los niños de la guerra”, las personas que cuentan en la actualidad con 80 años, asegura la autora en una entrevista con Efe, crecieron en un entorno de silencio porque en los años 50 no se hablaba del pasado, de los crímenes del nazismo, sólo se miraba hacia el futuro.

Hechos como el que todavía en los años 60, la Brockhaus, la enciclopedia que se encontraba en todos los hogares alemanes, apenas dedicara seis líneas a Auschwitz es una muestra de este pacto de silencio.

“Hay una generación olvidada, la de los hijos de los que vivieron los traumas de la guerra, que muchas veces se heredan, y pueden extenderse a otras generaciones”, explica Hess.

Y en su novela ha querido hablar también de cuándo empieza la responsabilidad en los crímenes, de cuando se comienza a ser culpable aunque seas pasivo. “Si callas cuando hay violencia y opresión, ¿cuándo comienza la culpa?”, se pregunta.

La autora rememora este juicio en el Archivo General del estado federado de Hesse donde se encuentran custodiadas las declaraciones de 318 testigos -entre ellos 181 supervivientes de Auschwitz– de la vista que se celebró en Fráncfort contra una veintena de cargos intermedios del campo de exterminio situado en Polonia.

El 20 de diciembre de 1963, en pleno milagro económico de la Alemania de la posguerra, comenzó este juicio que, recuerda la autora, supuso un hito en Alemania.

Era la primera vez que la justicia alemana juzgaba a responsables del Holocausto, una investigación que comenzó el fiscal general de Hesse Fritz Bauer y que durante los cuatro años anteriores reunió las declaraciones de 1.300 testigos.

“Las investigaciones llenaron 456 volúmenes de documentación con testimonios de las víctimas de este juicio”, la primera vez que se escuchaban, recuerda Johann Zilien, uno de los responsables de este archivo histórico, que guarda también la sentencia original que condenó a seis de los acusados a cadena perpetua, absolvió a tres y condenó al resto a diferentes penas de cárcel.

Tras la vista, rememora Zilien, las grabaciones del juicio y los volúmenes con las declaraciones cayeron en el olvido en los sótanos del tribunal de Fráncfort. Pero cuando el último de los condenados murió en 1989, el tribunal decidió abrir los archivos, que posteriormente se digitalizaron.

La novela relata la historia de la joven Eva Bruhns, cuya vida gira en torno al restaurante tradicional que regentan sus padres, su trabajo como traductora y su inminente pedida de mano. Pero comienza el juicio y Eva inicia su colaboración con la fiscalía como intérprete del polaco, eso sí, con la frontal oposición de su familia que no quiere recordar el pasado.

Al traducir los testimonios de los supervivientes del campo de concentración descubre el horror de lo que sucedió y se pregunta la razón por la que nadie le había hablado de estos hechos, que su familia intenta obviar.

A través de estos personajes, en “La casa alemana” Annette Hess realiza una “radiografía” de la sociedad germana de los años 60 “que quería alejarse de su pasado y solo estaba orientada a un futuro de color pastel”.

Y destaca la necesidad de recordar estos horrores una y otra vez: “es necesario asumir la memoria histórica con las generaciones siguientes para que no vuelva a pasar. Hay que aprender de la Historia”.

EFE/Carmen Naranjo