Los malos dirigentes mataron el básquetbol

 

El básquetbol peruano tiene historia trunca, precozmente mutilada porque mientras los jugadores se daban íntegros por darle un buen nivel, los dirigentes remaron al revés. Han hecho todo bien para sacarlo del mundo competitivo y dejarlo cadáver, sin aliento, sin nadie haga para revivirlo.

Cuando se habla de básquetbol recordamos a los hermanos Duarte, los olímpicos de Tokio 68, los equipos que elevaron la temperatura con rivalidades de locura cuando Regatas enfrentaba a Escuela de Aviación o Revólver le paraba el pleito a Universitario.

Atlético Bilis era el que le daba potencial al Callao y otros como Longo Club y Unidad Vecinal le daban un aire de competencia al otro lado del puerto mientras que Flecha y Textil Victoria peleaban el ascenso al lado de KDT Nacional y Estudiantes Unidos de los cinco hermanos Torres.

Sporting Cristal tenía equipo, lo mismo que Universitario y Alianza Lima. También Defensor Lima y Social Lince, Teléfonos y Chiclayana. Había básquetbol, todos con DNI para estar debidamente registrados.

El básquetbol hizo desfilar a una cuantiosa cantidad de canasteros. Ricardo y Raúl Duarte, Enrique y Juan Carlos formaron una familia en el básquetbol con identidad para convencernos que éramos tierra de longos basquetbolistas.

Eran los tiempos del Tripa Guzmán, Guillermo Arciniega, Nicolás Vílchez, Eduardo Airaldi, apodado el ‘Mago’. Tristán, Reyes y Martijena, Fleming y Dasso formaban también esa parte de la historia.

Más antes el Zurdo Ferreyros, Soracco, ‘Tumba Burro’ Aseretto, Mauro Garcés conocido como el Expreso de medianoche, Carlos Alegre y tantos otros pusieron los cimientos de un deporte que pintaba para ser adoptado como parte del público que engríe con apasionamiento.

Las mujeres también pusieron su parte. Saltan los nombres de la Gitanilla Asalde, Norma Réñique, Olga Campbell, Rosa Salhuana, Betzabeth Dávila, Rosa Quelopana, Karim Junek, Schelah Allison, Bertha Román, Lidia Quintana, Lupe Garcés, Mariela Picasso, Doris Delgado y tantas otras que hicieron que del básquetbol un deporte muy querido.

En los actuales momentos el básquetbol casi no existe por culpa de una dirigencia mediocre, angurrienta, metida en dolosos movimientos, lo que ha hecho que el deporte de las canastas se sumerja en el mar del olvido.

Mario Mogrovejo batalló para que el básquetbol se masificara para buscar jugadores de las zonas alejadas de la ciudad. Creía que el básquetbol no era solamente una práctica social, de élite cuando lo mejor era buscar jugadores en los distritos.

Mogrovejo nunca estuvo metido en la órbita de los señores de la Federación y alcanzó su sillón dirigencial en la Liga Masculina donde defendió su posición de hacer canchas y competencias en los barrios.

Mogrovejo falleció sin ver que su sueño se cumpla. No tuvo eco de ninguna parte y su idea se esfumó con el viento que sopla en la dirección de la indiferencia. El básquetbol se quedó sin jugar en los Panamericanos de Lima 2019 y ese fue el golpe más terrible que pueda recibir un deporte que tuvo su grandeza pero se achicó con dirigentes impávidos y comprometidos con su crecimiento.

 

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