La pelota no debe llorar

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Jean Carlos Deza no será el último indisciplinado en el fútbol peruano, aunque la idea es erradicar a los futbolistas insulsos cuyo destino final, muchos de ellos, rozan con la tragedia y el abandono.

Jean Deza mostró a comienzos de temporada visibles muestras de haberse dado cuenta que tenía un techo elevado para continuar su buen año con UTC en la temporada anterior.

Sin embargo, tras los elogios de mucha prensa que lo alabaron, lo veían como un gran aporte al campeonato local. Ingenuamente convencidos, de que con su talento podría ser un buen aporte y ser parte de la selección peruana, Deza se encargó de aporrear las buenas intenciones.

En tanto recibía reconocimientos, se escabulló bajo el amparo de la noche, la farra y el desenfreno, para mostrar  su otra cara para entregarse a la dolce vita y zurrarse con el buen comportamiento de un futbolista profesional.

Así, Deza pasó a ser comidilla de la prensa frívola. Y para darles más titulares, en dos ocasiones más abrió la zanja profunda con la decisión de Pablo Bengoechea de separarlo de la lista de buena fe para jugar la Copa Libertadores.

Deza se ha convertido en un dolor de cabeza para los dirigentes aliancistas. No hay en él signos de arrepentimiento y encima rechazó ofertas del fútbol chino. Era la oportunidad para deshacerse del jugador pero prefirió quedarse en Matute.

Entrena solo, nadie le habla. La idea es aburrirlo, pero Deza sabe bien que le caería bien la rescisión del contrato y en esas condiciones, lamentable para él, acabar de la peor manera su segunda vez que fue contratado en Alianza Lima.

El fútbol peruano ha tenido muchos jugadores apegados a las fiestas nocturnas y aunque la lista es larga, los aficionados recuerdan a Sucre Flores, ex jugador de Alianza Lima.

El repechaje no es la mejor opción

Según los medios de esos años decían que Sucre Flores era un excelente jugador, talentoso y muy técnico pero su indisciplina fue su sello inseparable que se llevó a Uruguay donde jugó en uno de los clubes de los llamados grandes del fútbol charrúa.

El final de Sucre Flores fue triste porque encontró la muerte en una feroz pelea de cantina. Casi nadie lo recuerda por sus dotes de futbolista sino por su indisciplina, de un modelo que nadie aprueba.

La lista es enorme, pero no vale la pena escarbar en la miseria humana y más bien intentar rescatar a los futbolistas que se desvían del camino encuentre su redención y aporten su talento al servicio del fútbol.

La ocasión exige que se debe revisar las razones por la que un futbolista deber ser mejor persona y no solamente un buen deportista.

Por lo demás Jean Deza está en edad de recapacitar y encontrar que el sosiego no está en empinar el codo sin tratar con cariño a la pelota. La pelota no debe llorar, jamás.

Foto internet/medios

 

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