¿Y de censura? ¿Cómo andamos?

 

Uno de los fantasmas que debe vencer el periodista, a lo largo de su carrera, es uno llamado “Censura”, cuyos aullidos y sabanones, suelen ser invocados por ciertos gobernantes, los picones enemigos que solemos cargar a nuestra cuenta y uno que otro “aventurero” enojado por nuestro libérrimo ejercicio profesional, el mismo que debemos cautelar, a veces, a muy elevado costo.

Pero, hay “otro” género de cuidado que resulta altamente positivo y debemos ejercer permanentemente.

Es algo llamado “autocensura del buen gusto”, que mantienen, por ejemplo el “The Miami Herald” en su “Manual de Ejercicio”, en glorioso empate con otros grandes diarios, ejemplares en la diaria, esforzada ,valerosa, custodia del derecho de expresión en el mundo entero.

A mí, me lo tradujo -entre serio y carcajeante- el famoso “Editor in Cheef” del “Herald, Mr. John Beebe, quien se había ganado el puesto, mediante una exitosa carrera como reportero policial y columnista político en diversos medios escritos, radiales y televisivos, de Estados Unidos, donde “la ley… es la ley” y no hay “Cuellos Blancos” de ningún puerto.

El asunto es de práctica usual y debemos respetarlo seriamente, en la práctica de nuestra amada profesión, a fin de mantenerla, siempre por encima de aficionados, talabarteros y otras yerbas, que –como podemos apreciar, florecen en el Perú, como hongos infames tras lluvia de chocolates (¿y nuestro Colegio?… Bien. Gracias, mi estimado.)

La citada autocensura, empieza desde el rotundo ejercicio de todo tipo de prejuicios y beaterías. A una escena de crimen, por ejemplo, el periodista, debe llegar sin tener “in mentis” a “su asesino” identificado.

Y ya que hablamos de “policiales”, siempre debemos dejar el “concepto general” del delito, en manos de los especialistas, vale decir: jueces, criminalistas y, desde luego: policías.

Desde luego, y yo tendría que ser, dada mi trayectoria, el último en sugerirlo, el periodista no puede, ni debe, evitar las investigaciones propias, que a veces han resuelto más crímenes que las encuestas detectivescas, pero siempre debe manejar sus propias conclusiones, respetando el trabajo de los especialistas y/o, en cualquier caso, criticándolo seria y modestamente.

Considerando que  “no hay religión más elevada que La Verdad”, conforme consagra cierto credo ocultista.

¿A QUIEN BENEFICIA EL CRIMEN?

Esta pregunta –y su consiguiente respuesta- es básica, en el caso de los magnicidios y hubiera -en caso de ser oportunamente resuelta- esclarecido, por ejemplo el asesinato de John. F. Kennedy, o el del ex Presidente peruano Luis M. Sánchez Cerro, acerca de cuyo caso acabo de descubrir una excelente crónica, en cierto contestatario periódico, que pueden consultar en la Biblioteca Nacional los jóvenes estudiantes de periodismo y después me cuentan.

Cuando se trata de intereses económicos, debe entenderse, que no sólo se está buscando un –o unos- asesino/s, sino posibles socios o competidores de la víctima. En todo caso, éstos, conforman la primera línea de sospechosos.

En el caso de los llamados “crímenes pasionales”, lo  elemental, es recordar una expresión que la novelística francesa, suele atribuir a la famosa “Sureté” y que ha sido razonamiento esencial, en toda la producción del célebre periodista -escritor Georges Simenon, quizás el más grande escritor policial de los últimos tiempos –. “Cherchez La Femme”- o sea: “buscad a la mujer” , casi siempre- aunque no siempre, ya que hay pasiones homosexuales que desbarrancan en crimen- pero, la clave del crimen –celos consecuentes- pueden dar “el perfil del asesino”.

LA EXTORSIÓN Y LOS NAZIS

En el caso del asesinato de cierto magnate peruano, el desaparecido gran policíaco Ernesto Chavez y quien esto escribe, encontraron la pista de los extorsionadores nazis que al ser denunciados ante “Los Que Nunca Olvidan”, optaron por el asesinato “aterrador”, para quienes siguieran el camino de la oportuna denuncia. .

Sin embargo, el director de una revista pituca, nos  calificó de “delincuentes del periodismo” y “creadores de una pista fantástica” y ésto, aliado a la protección de ciertos militares, facilitó la fuga de uno de los asesinos “Altman” y la impunidad de otro, que vivió en “Los Ángeles”, camino a Chosica, hasta que Dios dijo: “Basta”.

HABLA EL TIEMPO

Pero,  hay un detalle a recordar. El nazi fugado, y refugiado en Bolivia, fue oportunamente, extraditado a Francia, donde oportunamente, el cáncer hizo justicia. Paralelamente, las autoridades bolivianas, allanaron la vivienda del asesino, encontrando en ella, planos y otros documentos que constituían el “iter críminis”, de nuestra “pista fantasiosa”. Así es la vida.

LA CRIMINOLOGÍA SE ESTUDIA

Recuerdo que hace algunos años, se suicidó un gerente bancario.

El examen de su escritorio –y su breve historia vivencial- pusieron en evidencia, que no sólo padecía de asma, sino que era permanentemente presionado por un directorio que acaba de asumir la institución para la cual trabajaba.

Producido el escándalo, un  joven debutante como “Jefe de Policiales” de un importante diario, empezó a novelizar el asunto, incluyendo a “una mujer de rojo” (detalle extraído de “La Muerte de Dillinger», que era harina de otro costal).

Por ese entonces, quien esto escribe, fue encargado de “aclarar la investigación” y mientras desarrollaba la tesis del suicidio, entre en “policíaco debutante”, éste le cuestionó: “es la primera vez que sé da un suicidio con tres disparos”. A lo cual, respondí: “eso debe ser porque nunca has visitado un mercado y nunca has  visto patalear a un pollo decapitado. También te sería útil leer la Enciclopedia de Nerio Rojas, famoso criminólogo que explica el “espasmo post mortem” y te resolvería la incógnita del “tercer disparo en cualquier suicidio, con arma de fuego”. El tiempo ha pasado y el ex joven aquel, me sigue guardando rencor por la enseñanza. “La autocensura del buen gusto”, es toda una joya del buen periodismo.

 

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