La cruel verdad

 

A los casi cincuenta días de duro aislamiento que debemos entender como una de tantas erráticas tácticas, de defensa contra la pandemia que nos azota, debemos encarar, una dolorosa realidad que es como un dramático llamado de alerta y -a la vez- un urgente llamado a cambiar en forma valerosa y definitiva “lo que somos” como país.

Aun sin cumplirse los plazos de “cuarentena”, asistimos a un creciente informe estadístico, sobre muertos y contaminados, en tanto  la televisión enfoca a cientos  de nuestros “simpáticos” compatriotas, invadiendo las calles sin mascarillas, ni medidas de distancia, planteadas como conductas precautorias, contra el contagio que no cesa y el colapso inminente de mortuorios, crematorios y servicios de emergencia, ante los cuales, se amontonan pacientes “que ya dieron positivo”, en tanto, unas mujerucas inciviles atacan a los agentes del orden golpeándolos e infiriéndoles arañazos, tratando de proteger a “sus hombres” que rehúyen la intervención policial, burlándose de la “inamovilidad de prevención”. En un aparte, un rapaz ignorante, discute con los policías, alegando que “se enfermará, pues” y que “ se morirá, pues”, mientras ante el mundo conmovido, nos desacredita -más si cabe- como pueblo  renuente a la civilización y nos hace pensar si quien así habla,  merecería ser aislado, para que cumpla, pues, su merecido anhelo de “enfermarse, pues”, o “morirse, pues”, pero sin contaminar a los demás, ofender a valerosos policías que defienden -con riesgo de sus importantes vidas- para proteger a quien anhela “morirse, pues”, y no vacila en  avergonzar al Perú, entero con su estúpido comportamiento.

El poner en evidencia, la fragilidad y desorganización de nuestro “sistema de salud”, en términos generales, quizás sea un “contradictorio beneficio”, en caso de que esta tragedia, sirva para que nuestras “cadenas de mando”, entiendan su rol y el Ministerio de Educación inaugure cursos gratuitos y masivos que rescaten de la ignorancia y la inconducta ciudadana a tantísima gente a la cual “no le importa, pues”, ni siquiera el riesgo de morir, o lo que les suceda a los demás.

A esta morralla incivil, debiéramos aislarla en ciudadelas de reeducación, donde quizás –a pesar suyo- sobreviva y deje de contaminarnos, no sólo con el desgraciado “coronavirus”, sino con la “lepra moral” que  tan orgullosamente exhibe y a todos los peruanos, nos avergüenza, pues. La ignorancia clamorosa, es la peor plaga que puede sufrir un pueblo.

 

Leave a Reply

You must be logged in to post a comment.

653004
V: 914 | 6