Los malpensados dicen que lo de Mariano Soso, ex estratega del Real Garcilaso, no significaría gran cosa. No merece mayor investigación, ni profundizar al respecto, el argentino le es fiel a la camiseta “celeste”. Ahora si es la del Garcilaso o la del Sporting Cristal, eso es buscarle tres pies al gato, querer ofender a un club que es “ejemplo” de todo lo que el fútbol peruano debe aspirar a ser y otro sinnúmero de calificativos positivos que en La Florida no se cansan de repetir.
Hoy escuché al presidente del Real Garcilaso, Julio Vásquez, abusar de una incontinencia verbal que la verdad ya da para la risa. Acusó a Sporting Cristal de estar alcoholizando a medio país (me imagino se refiere a la cerveza de Backus, que también auspicia a otros equipos del campeonato peruano), para luego señalar sin “medias tintas” que “malogran el fútbol peruano”. Recalcó que tienen “antecedentes” y pronosticó que mientras los rimenses sigan existiendo siempre viviremos en el fracaso.
Seamos sinceros, los rivales de Cristal han sospechado varias veces de resultados convenientes a los bajopontinos, de arbitrajes anómalos, hasta de “echadas de otros equipos”. Y este resultado abultado en contra del Real Garcilaso, jugando en el Cusco, levanta las alarmas de todos los aficionados a las conspiraciones. Desde esta trinchera sostengo que en nuestro fútbol se puede dar de todo. Que mientras en otros países se han desvelado sonoras estafas aquí la prensa parece no estar interesada ni en investigar a los “celestes”, ni a ningún otro equipo. Tampoco nos queda más que seguir creyendo en la vieja y repetitiva cantaleta que los árbitros tienen “errores humanos”. O sea errar es de humanos, y nuestros referís siempre nos demuestran que son “tremendos seres humanos”.
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Para mí la equivocación de Sporting Cristal es ventilar a los “cuatro vientos” sus sentimientos por Mariano Soso. Después de una derrota como ésta es inexplicable que el equipo ganador vaya y prácticamente felicite al técnico perdedor con el anuncio de una posible contratación para la campaña del 2016. Primero habría que señalar que un club con las pretensiones del Cristal debería sopesar mejor confiar en un entrenador que perdió de esa manera un encuentro tan decisivo para las aspiraciones del Real Garcilaso. Luego, el señor Francisco Lombardi (aparentemente el portavoz de la directiva cervecera) debería ser más oportuno. Él habla de reputaciones granjeadas. Es cierto el Sporting Cristal se maneja institucionalmente de manera ejemplar, pero sin caer en los excesos del mandamás garcilasino, siempre ha habido una “leyenda popular sobre los favoritismos para con los del Rímac”. Quizás convendría no abrir tanto la boca.
Es de imaginar que en Cristal deben estar preparando tremenda demanda legal contra Julio Vásquez, y aparentemente la razón los avala. Dudo mucho que la directiva del Real Garcilaso maneje pruebas para respaldar todos los oprobios soltados, así que “callarse podría ser aceptar culpas”. No hay que ser pavos ni “pecho fríos” al defender la honra herida.
Eso sí. Otro que debería estar a la espera de su notificación judicial es el ídolo celeste y de la selección peruana Roberto “el Chorri” Palacios, pues su libro le ha servido para tirar basura con ventilador. Ha acusado a Nolberto Solano de truncar su carrera en el Newcastle de Inglaterra. Hasta ahora no se da cuenta que le metieron un cuento bárbaro con eso del pase inglés. El fútbol de Palacios no encajaba con el británico que es ordenado y sistemático. Nuestro “Chorrillano” jugaba como un volante que a veces la hacía de delantero. Un desorden ininteligible para los ingleses. A parte ya tenían a un peruano ocupando plaza de extranjero, no iban a traer a otro, y menos se desharían de un referente como Ñol.
El exjugador del Sporting Cristal también despotricó contra Julio César Uribe, un grande de talla internacional que nos llevó a un Mundial, no alguien que lo intentó como el autor de “El Chorri: El último héroe del fútbol peruano”. Bien humilde el titulito. Mejor hubiera quedado “Los Chorrillanos también lloran”. Pero, conste Roberto, lo digo en plan de broma, no es para ponerse a llorar.