Alarma en el vóley peruano

 

Desde la época en que el vóley peruano alcanzó la medalla de plata en la Olimpiada de Seúl 88 se pensó que había llegado en el instante en que se traspasaba las capas para convertirnos en una potencia del deporte de los mates.

Con Natalia Málaga en la dirección del equipo, cuarto en el Mundial de menores en Tailandia, suponía guarecerse de una larga permanencia entre los vanguardistas a nivel mundial.

Sin embargo, el último domingo en el Mundial Sub 18 en Lima, la selección peruana de menores se fue en picada hasta el puesto 15. Tampoco les fue bien a argentinas y brasileñas, por debajo del puesto 10, en un campeonato ganado por las italianas.

La campaña peruana empezó bien al ganar el Grupo A y un final triste que acabó con la derrota ante México por 3-1. De más a menos, pero la pregunta es cómo se detiene la caída libre.

Con Lucha Fuentes, Norma Velarde, Ana María Ramírez e Irma Cordero y Akira Kato en la conducción, se puso las bases de un primoroso inicio cuyo auge llevaría a la conquista de siete títulos sudamericanos.

En Seúl 88 fue el pico más alto en cuanto a logros con Cecilia Tait, Natalia Málaga, Rosa García, Denise Fajardo, Gina Torrealba y Gabriela Pérez del Solar, entre otras.

La realidad es otra en estos instantes en que Walter Lung nos entrega una desaliñada actuación de difícil digestión como un puñado de almendras sin sal.

De hecho se exige una revisión de lo sucedido, de cómo el crecimiento se detiene. La campaña estaba diseñada para pelear arriba y no pisarnos los talones.

Los dirigentes tendrán que explicar qué fue lo que pasó para que el retroceso se vea como una alarma que avisa que no está bien el trabajo con las menores.

El vóley en el Perú tiene una enorme aceptación, es el deporte fusible de los peruanos. Se está bien si el vóley gana. Si sucede lo contrario los seguidores, no digamos que abandonarán a las chicas, se sentirán afectados porque acá comemos vóley.

 

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