Después de una innecesariamente prolongada definición de semifinales (dos semanas enteras para la gracia), ya salieron los finalistas del Torneo del Inca: Alianza Lima y la Universidad César Vallejo. En un torneo de inicio de temporada que se ha presentado mucho más emocionante que el del 2014, a pesar de los comentarios resentidos de aquellos que “no hicieron méritos para llegar a esta instancia”, Alianza dejó en el camino a una muy interesante Universidad San Martín y la Vallejo se impuso en los minutos finales contra un Real Garcilaso que vino de menos a más.
Emoción hubo bastante, e incluso los comentaristas de nuestro fútbol se pusieron de acuerdo para describir los dos partidos entre “santos” e “íntimos” como lo mejores en lo que va del año. Y no les falta razón, se vivió otra velocidad muy distinta de la adormecedora parsimonia que suele ser protagonista en nuestras canchas de fútbol. Realmente fue revitalizante que ambos equipos hayan jugado a un ritmo vertiginoso, que para nuestro ojo acostumbrado a largos y pesados traslados de balón se asemejó al fútbol del primer mundo. Claro, no es así, ni Alianza ni la San Martín son clubes que lograrían destacar ni en el más tibio de los campeonatos europeos, pero de a poco se va alcanzando aunque sea la línea de partida, Ricardo Gareca presenció el encuentro del último sábado 18 de abril, y supongo habrá dibujado siquiera una media sonrisa en su cara de “tigre”.
Lo de César Vallejo fue más un trabajo de demolición ante las esperanzas de clasificación del Real Garcilaso, los “celestes” vinieron desde Cusco con la misión de aguantar el dos a cero favorable y pasar a la final. Los trujillanos, con ayuda del árbitro Manuel Garay, terminaron empatando la llave y definiendo por penales. Lo de Walter Vílchez y su pena máxima errada demuestra que hace rato está para el retiro, no cumple en la cancha ni en momentos, como la tanda de penales, que requieren de hombres de experiencia. Siempre ha sido un profesional cabal de nuestra “pelotita” y ahora debería darse cuenta que parte del profesionalismo es también saber dar un paso al costado y jubilarse.
Entre las diversas opiniones tras conocerse a los finalistas del Torneo del Inca me llamó la atención que mencionaran el premio a instituciones que supieron mantener a un técnico por un proceso largo a pesar de los tropiezos. En Alianza Lima han querido “sacar” a Guillermo Sanguinetti desde hinchas hasta periodistas, pasando por exdirectivos. La verdad es que el uruguayo cumple un trabajo más que decente, tiene empatía con los jugadores, pero no confunde está con una relación que más suena a “argolla”. Eso no es tarea sencilla en el cuadro blanquiazul, donde muchos entrenadores bienintencionados han terminado cediendo a los caprichos de algún “pelotero” que se sentía el indispensable. Sanguinetti no se casa con nadie, ni siquiera se hace líos al momento de mandar a la banca a Mauro Guevgeozian, y eso que son paisanos.
De Franco Navarro no hay mucho nuevo que decir, indicar que es un DT trabajador y comprometido con su cuadro no es exactamente “descubrir América”, señalar que le faltan “títulos” no es novedoso, el exdelantero ha tenido experiencias diversas en el fútbol peruano. Desde dirigir equipos con escasísima capacidad económica, como Estudiantes de Medicina y el propio León de Huánuco (curiosamente las dos veces que rozó la gloria), y pasar por Alianza Lima, Juan Aurich, Universidad San Martín y ahora la César Vallejo con equipos más parados. Trabaja con el “material humano” disponible. Y, si algo se le puede criticar es que su estilo de estrategia no cambia mucho, gusta del esquema tradicional, y es capaz de apabullar rivales como en la etapa de grupos del Torneo del Inca, o de ganar con decisiones polémicas tal cual los dos partidos contra un desdibujado Universitario de Deportes.
Favoritos para levantar el trofeo del Torneo del Inca, cualquiera de los dos equipos puede ganar ese partido, ambos tienen banca, estilos definidos, alternativas. El tan mentado “peso de la camiseta” existe, pero no es preponderante, en todo caso la Universidad César Vallejo tampoco es un atado de “recién llegados al fútbol”. Lo único que podría empañar esta final es un mal arbitraje. Lo observamos en Trujillo, donde Garay nunca veía las faltas de los “poetas” ni les ponía amarillas, eso sí vio un penal inventado y le convalidó otro gol a la Vallejo tras cargar a un arquero. Ya suma varios en el torneo. Es sabido que los dueños del club trujillano exigen un título para inaugurar su vitrina de honor, pero que ganen en la cancha y no con decisiones con olorcito a “trampa”. (Foto: Libero)