Fútbol peruano: las normas no son para todos

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En el alicaído fútbol peruano se da con bastante frecuencia el cada vez menos raro fenómeno de ver a clubes favorecidos con extraños y extemporáneos privilegios. Voy a soltar uno en particular. Tras la exagerada suspensión de seis jugadores titulares de Alianza Lima por el, hoy poco mediático, árbitro Ramón Blanco, Universitario de Deportes se negó a posponer la fecha del clásico. Dueños de fecha, querían intentar sacar provecho de un equipo golpeado.

En ese momento, la lógica guarecía a los de la “U”, pues uno no puede armar y desarmar el fixture del campeonato a su libre antojo. Alianza quería recuperar a algunos jugadores y los “cremas” se frotaban las manos por jugar contra el rival de siempre seriamente disminuido. El resultado terminó por hundir a los de Ate, pues con suplentes y juveniles los victorianos fueron más que el blandengue cuadro de Luis Fernando Suárez.

Hoy, la situación es otra. A pesar del subidón futbolístico experimentado por Universitario de Deportes, los problemas internos continúan a la orden del día. Pese a la advertencia que las barras cremas estaban “pasándose de la raya”, Raúl Leguía y Germán Leguía (una dupla que perjudica cada vez más a uno de los dos clubes más tradicionales e importantes del fútbol nacional) forzaron la semana pasada una situación con una rarísima decisión de la ONAGI, que contradecía una suspensión pendiente.

A este columnista le llamó la atención la blanda postura de un organismo gubernamental que no tuvo el menor reparo en mostrarse inflexible contra el estadio Alejandro Villanueva, tras los desagradables incidentes vividos después del partido de Alianza Lima contra el Huracán de Argentina. Varias fechas de suspensión obligaron a los íntimos a jugar en Huacho, pues ni siquiera les permitían competir en Lima.

Pues, al mostrarse “suavecita” la ONAGI con Universitario de Deportes la terminaron regando. En el partido contra Cienciano, que la “U” ganó, se repitieron las broncas en tribunas. Y ahora sí tuvieron que aceptar un, aún no confirmado (todo puede pasar en esta payasada que llamamos entes de justicia), castigo. Con la mirada puesta en sus empobrecidas arcas, esta administración temporal de Universitario (que oficialmente debió haberse ido hace unas semanas), pretende ahora atrasar el clásico una quincena.

Alianza Lima se niega a esta decisión y en cualquier país que aspira a tener un fútbol decente se respetaría la programación obligando a los de la “U” a jugar sin público o en casa ajena. Pero ellos se están poniendo en plan, amenazan con pataleta, berrinche y lloriqueo incluido. Como siempre están dispuestos a soltar sus “perros de caza”, y atemorizar a los incautos.

Universitario de Deportes se maneja de esta manera desde hace años, la filosofía bravucona de Alfredo González es parte del manual de comportamiento de todos los directivos cremas que lo precedieron. Ojo, esto no tiene que ver con logros futbolísticos, sino con imagen institucional. Por ello son un club grande históricamente que se maneja como un circo, por eso sólo tienen soluciones mediatas, sin programación, sin visos de mejoría. Acuérdense, este buen momento no se va a ver reflejado al final, con suerte salvan la baja. No es culpa de los futbolistas, sino de los que toman decisiones.

El esquema de Alfredo González es primitivo, antes lograba resultados, hoy la de “Pepe el vivo” es una estrategia en desuso. Estoy seguro que Alianza Lima es consciente que al final cuales niños malcriados los “cremas” van a jugar con público y en su estadio el clásico. Dentro del margen de las posibilidades podrían perder y habrá agresiones y desmadres causados por las barras, no se les castigará, y la decadencia seguirá perennizándose en Universitario de Deportes. Al final ellos mismos se están suicidando.

Foto: Andina

 

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