¿Catalizador de la agresividad colectiva? fútbol: pasión desbordada e identidad grupal

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El fútbol, más que un deporte, es un fenómeno social que moviliza emociones y pasiones a una escala masiva. Desde la perspectiva de la psicología social, este deporte se convierte en un escenario ideal para la manifestación de la identidad grupal.

Los aficionados se sienten parte de una «tribu» o «endogrupo», lo que genera un fuerte sentido de pertenencia y lealtad. Este lazo emocional puede ser increíblemente positivo, fomentando la camaradería y el apoyo mutuo. Sin embargo, también es el caldo de cultivo para fenómenos menos deseables, ya que el comportamiento individual se subordina a las normas y pasiones del colectivo.

El efecto de la desindividualización

Uno de los conceptos clave para entender los comportamientos negativos en el fútbol es la desindividualización. Este fenómeno ocurre cuando los individuos pierden su sentido de identidad personal y responsabilidad al integrarse en una multitud. En el anonimato de la tribuna, las inhibiciones sociales se reducen drásticamente.

Las personas pueden sentirse liberadas para gritar insultos, lanzar objetos o incluso participar en actos de violencia que nunca cometerían estando solas. La multitud actúa como un escudo, diluyendo la culpa y la responsabilidad de cada individuo en el grupo.

La teoría de la identidad social

La teoría de la identidad social, desarrollada por Henri Tajfel y John Turner, explica cómo el favoritismo hacia el propio grupo (endogrupo) se intensifica a expensas de la hostilidad hacia el grupo rival (exogrupo). En el contexto del fútbol, esto se traduce en una fuerte polarización: «nosotros» contra «ellos». Los aficionados no solo celebran los triunfos de su equipo, sino que también pueden regocijarse con las derrotas del adversario. Este mecanismo psicológico puede llevar a la devaluación del rival, legitimando comportamientos agresivos o denigrantes hacia sus seguidores.

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La agresión instrumentada vs. la agresión hostil

La psicología distingue entre dos tipos de agresión. La agresión instrumental busca lograr un objetivo específico (por ejemplo, intimidar al equipo rival), mientras que la agresión hostil tiene como único fin causar daño al otro. Si bien gran parte de los cánticos y abucheos en un estadio pueden considerarse agresión instrumental, en el calor del momento, la línea se desdibuja. Las tensiones, provocaciones y el ambiente hostil pueden fácilmente escalar, transformando la agresión instrumental en hostil, lo que resulta en peleas o disturbios que van más allá del juego.

El rol del liderazgo y la conformidad

El comportamiento de los líderes de barra brava o de las figuras más influyentes de la hinchada tiene un impacto significativo. La conformidad, la tendencia a seguir las acciones y creencias del grupo para encajar, hace que muchos aficionados sigan las pautas de comportamiento de estos líderes, incluso si individualmente no las aprueban. La presión del grupo para «no ser diferente» o «estar a la altura» de la lealtad esperada puede ser un factor decisivo en la participación en actos violentos o en el apoyo a discursos de odio.

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Factores situacionales y ambientales

No todo es psicología. El contexto situacional también juega un papel crucial. Factores como el consumo de alcohol, la mala gestión de la seguridad, las decisiones arbitrales polémicas o la historia de rivalidad entre equipos pueden actuar como detonantes. Un evento que podría ser inofensivo en un entorno de calma puede transformarse en un catalizador de violencia en una atmósfera ya cargada. La interacción entre estos factores situacionales y los procesos psicológicos de grupo crea una mezcla volátil.

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¿Se puede cambiar esta dinámica?

Para mitigar los aspectos negativos del fanatismo futbolístico, la psicología social sugiere abordar tanto los procesos individuales como los grupales. Educar sobre la identidad social y la desindividualización, promover el diálogo entre hinchadas rivales y fomentar un liderazgo positivo son algunas estrategias. El fútbol no es inherentemente violento; son las dinámicas humanas, en su expresión más extrema, las que pueden llevar a comportamientos destructivos. Comprender estos mecanismos psicológicos es el primer paso para canalizar la pasión de manera positiva y constructiva.

 

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