Charles Cullen: el enfermero que no podía dejar de matar

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Sus compañeros de trabajo lo percibían a inicios de los años 80 como un tímido enfermero entregado al cuidado sus pacientes.

Recién en el 2003 la sangre se les enfriaría cuando conmocionados se enteraron de que ese aparentemente discreto muchacho de nombre Charles Cullen había dejado en su paso por los nueve hospitales de Nueva Jersey y Pensilvania en los que sirvió al menos 29 crímenes.

El asesino en serie, quizá el más prolífico de la historia, arropado de enfermero. La prensa lo llamó entonces: ‘El ángel de la muerte’.

Cullen nació en West Orange, Nueva Jersey, en 1960. Perdió a su padre poco luego de nacer y a su madre cuando estaba en la escuela secundaria.

Casado con Adrianne Baum había tenido una hija Shauna. Pero no podía ser feliz con él, pues a una conducta rara y toxica se sumaba los abusos que cometía contra sus perros.

Había pasado por la Marina hasta que le dio de baja en 1984 por razones desconocidas. Luego se licenció en Ciencias de la Enfermería.

Docenas de reclamaciones, sanciones disciplinarias, cuatro investigaciones policiacas, dos pruebas con detector de mentiras, un sin número de intentos de suicidio y un breve encarcelamiento en dieciséis años no habían sacado, sin embargo, a Charles Cullen de su labor de enfermero. Siempre había un empleo para él.

El periodista Charles Graeber se interesó por el caso y en el libro The Good Nurse: A True Story of Medicine, Madness, and Murder, narra que Charles Cullen, quien soportó abusos durante su infancia, había intentado acabar reiteradamente con su vida y, ya poseído por el deseo de matar a otros, inyectó por años sin ningún reparo dosis letales de fármacos a sus pacientes.

Pero antes no había podido pasar por la cabeza de alguien sospechar que Charles Cullen asesinaba pacientes en el hospital. Recién en el 2002 un compañero de trabajo se percató de frascos de medicamentos sin usar en la basura. Se descubrió que Cullen los había robado, por lo que resultó despedido.

Sus compañeros de trabajo suyos advirtieron luego a la oficina del fiscal de Lehigh County sobre las sospechas de que Charles Cullen había empleado fármacos para asesinar a pacientes.

Pero los investigadores no revisaron su pasado, y el caso quedó desestimado por falta de pruebas.

Los hospitales en los que Cullen había trabajado tampoco se preocuparon de su pasado. Temían que su reputación institucional acabara dañada. Que no se contara con un mecanismo en vigor que identificara a enfermeros con problemas mentales o laborales también eran razones para no investigarlo.

Cullen entonces ingresó a trabajar al Somerset Medical Center, en Somerville. El sargento detective Tim Braun y al detective Danny Baldwin de la Policía comprobaron los escasos registros del enfermero y el nulo interés de los abogados por este hecho.

Cinco meses después el centro médico tuvo que reconocer cinco “incidentes inexplicables de pacientes”.

Acorralado Cullen confesó sus crímenes. Según revelaría The New York Times, el exenfermero consumía rollitos de primavera y una cerveza cuando la policía lo detuvo en diciembre del 2022.

El detective del condado de Somerset, Timothy Braun, le preguntó: “¿Qué eres, Charles?”. Cullen replicó: “Un hombre, una persona en quien se confiaba y causó muchas muertes. Me odio por eso porque no creo que tenga el derecho, pero no puedo parar, no pude”.

Preguntado en el juicio porque había asesinado a sus pacientes, atinó a responder: “Para ponerle fin a sus sufrimientos”.

Según Charles Cullen, administraba las sobredosis a sus pacientes para que no fueran “codificados” y entraran a Código Azul, y no soportaba ver los intentos de salvar la vida de una víctima. Así, dijo, evitaba que los hospitales “deshumanizaran” a las personas.

Las 11 cadenas perpetuas consecutivas en la prisión estatal de Nueva Jersey dictadas en su contra, actualizadas después a 18, lo harán morir en la prisión, pues su libertad condicional está fijada para el 2403.

En total, se le encontró responsable de 29 muertes concretas, aunque las investigaciones le atribuyen ser el presunto autor de unas 400.

Cullen se salvó de la pena de muerte tras reconocerse culpable e identificar a todas sus víctimas. Charles Graeber investigó su historia y la plasmó en The Good Nurse: A True Story of Medicine, Madness, and Murder, basada en la película El ángel de la muerte (The Good Nurse).

“Al leer el libro me di cuenta de que no sería una película más sobre un asesino en serie, sino un retrato de un sistema que no consiguió detener al asesino en serie y de la enfermera que sí pudo hacerlo”, mencionó Lindholm sobre este filme de Netflix que protagoniza Eddie Redmayne, ganador del Óscar al mejor actor protagonista por el largometraje La teoría del todo.

El actor no tuvo contacto alguno con Cullen, pero leyó el libro de Graeber, mientras una coach experta en movimiento le enseño a moverse como su personaje.

“Ella se percató de que, en realidad, era casi como si le sostuviese la etiqueta de la parte posterior de su camisa”, declaró a Vanity Fair.

“Es ahí donde se sitúa toda la tensión, y aquello resultó interesante de examinar desde el ámbito de lo físico”, afirmó.

El libro también lo leyó la actriz Jessica Chastain, quien dio vida en la película a Amy Loughren, una compañera de Charles Cullen que renunció a la enfermería poco después de que el asesino resultara detenido.  Hoy es una hipnotizadora y terapeuta de regresión a vidas pasadas.

“Su participación en el arresto y condena de Cullen nunca se hizo pública”, explicó Graeber.

“Este libro marca el primer reconocimiento de su existencia como informante en este caso. Ni siquiera se le dijo a Charlie lo que Amy había hecho.

En octubre de 2012, Amy visitó en la prisión estatal de Nueva Jersey en Trenton a Charlie por primera vez desde su confesión en octubre del 2012. Amy le ofreció perdón y este le aseguró que no debía cargar con ninguna culpa. Es que Charlie Cullen quizá nunca sepa que ella fue la informante secreta.

¡El crimen no paga!

RG- Fotos Charles Cullen- Video Netflix