Christina Rosenvinge: Lima la recibió 30 años después… hay amores que nunca se olvidan

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Ver y escuchar a Christina Rosenvinge y Los Subterráneos interpretar las canciones de su exitoso álbum Que me parta un rayo, 30 años después, ha sido más que nostálgico. Ha sido, como la propia cantautora española lo dijo, un milagro.

Pero no un milagro por la supervivencia del disco; ha sido un milagro porque, pese al tiempo transcurrido, los temas se mantienen frescos, vitales, potentes, como si esos 30 años nunca hubiesen pasado, porque el público limeño que se dio cita al anfiteatro del Parque de la Exposición así se lo hizo saber al recibirla con un cariño intacto.

Christina, tan dulce y encantadora como siempre, supo agradecer esa acogida y no se creía el impacto que su música tuvo en su generación y que está teniendo en las nuevas que abrazan el rock ante la vorágine de nuevas tendencias que, a decir verdad, distan mucho del arte que abarcó las décadas previas al nuevo milenio.

Tú por mí, aquel himno de la amistad inquebrantable que rompe esquemas, pero que puede sucumbir ante las adversidades, abrió el show. La gente ya estaba enchufada, sincronizada con la bella Christina, quien sonreía asombrada por esa primera muestra de afecto.

Tengo una pistola, Alguien que cuide de mi y Ni una maldita florecita continuaron en el repertorio, para luego dar paso al primer hit que la española tuvo en nuestro país, allá por el lejano 1993, Pulgas en el corazón.

Sobria, elegante, con su clásica melena rubia enfrentándose al viento y su rostro angelical, Christina derrochaba simpatía a caudales, bien secundada por una magnifica banda, a la que presentó integrante por integrante. El reconocimiento del público no se hizo esperar.

Continuó el show con Señorita, canción compuesta por su ex esposo Ray Loriga, como ella lo reconoció, para luego dar paso a Las suelas de mis botas y 1,000 pedazos, tema que, literalmente, la tiró al piso.

Irónica, la española se levantó, como dando un mensaje a las mujeres de que no se dejen vencer por amores no correspondidos o traicioneros, entrada para lo que sería Yo no soy tu ángel y cerrar el homenaje a Que me parta un rayo con la rebelde Voy en un coche.

De ese modo, todas las canciones de ese gran disco ya habían sido interpretadas, el homenaje estaba consumado, pero el show debía continuar. Luego del encore respectivo, Christina y Los Subterráneos retornan al escenario para interpretar dos temas de su segundo disco, Mi pequeño Animal; nos referimos a Mi habitación y la que es otro himno de esta gran cantautora, Pálido.

Un segundo encore y retorna con temas de la segunda etapa de su carrera, una revisión al siglo XXI, como ella misma lo dijo. Así, sonaron los acordes de Anoche (el puñal y la memoria). Aquí ocurre algo insólito pues, aparentemente, no todos los asistentes conocían la letra de la canción, por lo que Christina permite que suban al escenario dos jovencitas del público para que la canten con ella. Un momento único e inolvidable para las afortunadas.

Y así trascurrió el tiempo y el show llega a su fin. Pasaron 30 años para recordar a Que me parta un rayo en su plenitud, pero estamos seguros que no pasará mucho tiempo para volver a disfrutar del encanto de Christina. Ya la empezamos a extrañar.

Texto y Foto: Andina