Tradicionalmente los técnicos y artesanos, luego de conocer las necesidades del cliente, sacar cuentas y ponerse de acuerdo le pedían “un adelanto para los materiales”. No era necesario firmar papel alguno, pues la buena fe funcionaba a las mil maravillas, la persona regresaba de ser posible ese mismo día con todos los materiales y empezaba su trabajo.
Naturalmente, en el siglo XXI existen personas y empresas que creen en la palabra empeñada y que cumplen con los trabajos técnicos a los cuales se han comprometido. Son personas bien formadas como trabajadores, con valores apropiados. Saben que la credibilidad es algo que cuesta mantener y que basta con un error o el incumplimiento para que el cliente jamás vuelva a confiar. Aquí funciona muy bien lo que los centroamericanos llaman radio bemba: Un cliente satisfecho recomienda a otros siempre. Un cliente descontento alerta a otros formando una cadena de desconfianza que es casi imposible de cambiar.
“Cómo cambian los tiempos” decía una antigua canción de Los Compadres y esa es la pura verdad. No puede confiarse así nomás en cualquiera porque podemos llevarnos un chasco y perder el dinero que dimos “a cuenta del trabajo” a un técnico irresponsable.
Ahora lo más adecuado es firmar un contrato, teniendo especial cuidado de hacerlo con una persona a quien se conoce. Recuerde el dicho “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. De ser posible contrate una empresa de servicios reconocida. Lo decimos porque también hay empresas muy informales que cumplen tarde y nunca con los acuerdos o hacen sus trabajos con materiales de pésima calidad que se deterioran al poco tiempo.
De ser posible nunca dé dinero a cuenta. Pague cuando el servicio esté concluido a plena satisfacción. Es lo más seguro.