‘Antuco’ Frontado y los golpes que dio en vida para acabar atropellado en la pista

 

Si los toreros españoles que desfilaron por la arena de la Plaza de Acho en el mes morado de octubre dejaron sentada su cátedra bravía frente al toro, Antonio ‘Antuco’ Frontado Cáceda (1924-1994) el mejor peso mediano que hayamos tenido, en ese mismo escenario tampoco se quedó atrás. Sobre un cuadrilátero con su metro 73 de velocidad y potencia, 71 kilos de fibra y músculo y una envergadura de 178 centímetros fue el auténtico ídolo de los aficionados limeños de aquél entonces hasta que años después apareció el gran Mauro Mina.

No fue ni tuvo la mente de un noqueador desde el primer round -como lo fue Mike Tyson– pero sí dueño de un boxeo técnico, de fuerte pegada que supo castigar cuando había que castigar y zafar cuando había que zafar. Del total de 29 peleas que realizó ganó 22, empató tres y perdió cuatro frente a Eduardo Lausse (argentino), Humberto Loayza (chileno), Artie Towne (estadounidense) y Carlos Pérez el famoso ‘Zurdo de Higuamo (dominicano) en una historia que tiene, sobradamente, más de 10 segundos que dura un round.

Quiso ser futbolista sobre los campos del fundo de Chiclín en Trujillo, donde vino al mundo un 28 de octubre pero la llegada del italiano Armando Foglia, a quién había contratado la familia Larco -dueña del fundo- ni bien le apreció las condiciones casi boxísticas que tenía ‘Antuco’ no perdió un segundo en convencerlo de que la pelota no era lo suyo y sí la galanura con que se desplazaba, eludía marcas y pegaba al gol y que muy bien podía lanzar a los rostros del rival sobre las 12 cuerdas. Foglia entendió que todas esas virtudes en ‘Antuco’ las podía realizar sobre un cuadrilátero. Total, dicen que la belleza tiene varios rostros y lo de ‘Antuco’ era eso.

Entonces el camino para ‘Antuco’ comenzó a abrirse de par en par. Foglia y él entendieron que lo difícil no era volar sino saber aterrizar y, muy pronto él se fue dando cuenta que sólo cuidándose tenía que ver con su autoestima. Tres títulos sudamericanos (Lima 1944, Montevideo 1945 y Buenos Aires 1946) le llegaron como guantes bien calzados. Hasta allí todo perfecto. Lo que llegaría después ya con los triunfos y la fama sería otra la historia. Victorias inobjetables sobre argentinos (Juan Carreño, Tito Sorria, Enrique Jover, Carlos Rendich  y Raúl ‘Telaraña’ Rodríguez quién era el campeón sudamericano en su categoría pero esa noche no puso en juego

su título por lo que a ‘Antuco’ se le llamó el ‘campeón sin corona’ y empate con Antonio Lucero ‘Kid Cachetada’); triunfos ante chilenos (Humberto ‘Pelo  Duro’ Buccione y el ídolo Antonio Fernández ‘Fernandito’); uruguayos (Pilar Bastidas, Dogomar Martínez, José Flores Butrón, Wilson Galli, Alfredo Evangelista) fueron su mejor cartel boxístico.

‘Antuco’ Frontado ya tenía como su manager, al ‘Dong King peruano’ Max Aguirre, quién siempre buscó de conseguirle buenos rivales y los aficionados respondían llenando cada velada el ring de la Plaza de Acho donde siempre había un vencedor: ‘Antuco’. Allí mismo se encargó de ganarle varias peleas a Fridolino Vilca. Pero esas noches de triunfo siempre terminaban en otros escenarios no tan deportivos: bebidas, mujeres, licor y así fueron transcurriendo los años hasta que Max Aguirre le consiguió un rival dominicano: Carlos Pérez, conocido como el ‘Zurdo de Higuamo’ (1923-2010).

 

Dos veces cruzaron guantes: una el 6 de abril de 1949 y al que la crítica consideraba como un ‘paquete’ terminó ganándole sólo por puntos a Antuco’’. El sinsabor tanto de él como el propio Max Aguirre los obligó a una revancha con el dominicano y que se disputó el 27 de agosto de ese mismo año pero para sorpresa de todo el mundo ‘Antuco’ acabo noqueado en el primer round. El de Chiclín no era ya el mismo.

En los años siguientes se le vio trabajando como conductor de un camión que regaba los jardines y parques en el municipio de La Victoria. Hasta que un día de marzo de 1994 ya enfermo de Azheimer se embarcó, desde Lima, en un bus con su esposa y su hija rumbo a Trujillo donde residía pero al llegar a la altura de El Trapecio, cerca de Chimbote al detenerse el bus ya de noche bajó sin que sus familiares que dormían se dieran cuenta, Y el bus arrancó sin él. A partir de ese momento la familia Frontado vivió un Vía Crucis porque ‘Antuco’ no aparecía pese a los avisos y publicaciones en los diarios de Trujillo.

Así, en ese deambular por zonas y carreteras perdido durante cuatro días, sin auxilio de nadie, fue atropellado por un camión causándole la muerte el 16 de marzo. Cosas del destino pero lo mismo ocurrió con el rival que lo noqueó de arranque una noche de agosto, el ‘Zurdo de Higuamo’ quién el 10 de noviembre del 2010 murió a cuchilladas tras llevar una vida desordenada. Tenía 87 años.

Si Chabuca Granda, nuestra recordada compositora le compuso un vals a Mauro Mina, quién supo llevar una ordenada vida hogareña y que tituló “Puño de Oro” a Frontado que vivió a un ritmo más acelerado el recordado Pedro Espinel le dedicó una polka cuyas letras finales decían: A cuantos ha demostrado/ lo que es ‘Antuco’ Frontado/ una figura grandiosa/ amo y señor de los medios …/ Un positivo valor/ un bóxer de los serios/ que es un fruto de Foglia/ su gran profesor.

 

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