Tras declararse inocente de narcotráfico y crimen organizado ante un tribunal de Brooklyn, el ex capo del cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera (a) “El Chapo”, empezó su plan B previsto para esta contingencia: negociar con los fiscales de Nueva York la reducción de su pena y beneficios penitenciarios.
Con el mafioso entre rejas, los analistas de la DEA tienen una presa valiosa con información privilegiada no solo de las rutas y modalidades del transporte de la cocaína a EEUU, mediante la convulsionada frontera con México, sino de los entretelones de ese otra gran e irresuelto negociado, el lavado de miles de millones de dólares en los llamados “bancos paralelos” y paraísos fiscales.
En este sentido, los fiscales estadounidenses han demostrado ser bastante pragmáticos en negociar con los más ranqueado del crimen organizado a cambio de la “colaboración” de hombres condenados a morir en la cárcel.
Con el capo de la Cosa Nostra
El caso más espectacular se remonta al capo de capos de la Cosa Nostra, Lucky Luciano, precisamente en Nueva York y durante la II Guerra Mundial, cuando el gobierno de EEUU negoció la liberación del gangster en 1942 cuando la Oficina de Inteligencia Naval de los Estados Unidos estaba preocupada con la posibilidad de que agentes alemanes e italianos entraran en los Estados Unidos.
Para facilitar las negociaciones, el Estado de Nueva York transfirió a Luciano desde la prisión de Clinton al Correccional de Great Meadow en Comstock (Nueva York), que estaba mucho más cerca de la ciudad de Nueva York.
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La Armada, el Estado de Nueva York y Luciano al final cerraron un trato. A cambio de una conmutación de su sentencia, Luciano prometió ayuda total de su organización para proporcionar inteligencia a la Armada. El aliado de Luciano, Albert Anastasia, quien controlaba los muelles, supuestamente prometió que ningún trabajador de los muelles haría huelga durante la guerra.
Al prepararse la invasión aliada de Sicilia en 1943, se supone que Luciano proporcionó a los militares estadounidenses contactos con la mafia siciliana.
El 3 de enero de 1946, supuestamente como recompensa por su cooperación en tiempos de guerra, el ahora gobernador Thomas E. Dewey a regañadientes conmutó la sentencia por la deportación.
El delator Carlos Lehder
Otro poderoso mafioso, Carlos Lehder, segundo hombre de Pablo Escobar, también negoció con los fiscales neoyorkinos a cambio de presentarse como testigo de cargo contra el ex dictador Manuel Noriega, al que acusó de proteger e incluso apoderarse de millones de dólares del clan de Medellín.
Esta vez no fue la deportación sino que, al considerársele testigo de la fiscalía se le concedió una serie de beneficios que suavizaron las duras condiciones de los penales de seguridad y para variar, se dice que fue enviado a un presidio cuya ubicación se guarda en secreto por medidas de seguridad.
Es decir…
El denunciado pacto con la DEA
El cartel de Sinaloa era manejado en tándem por “El Chapo” Guzmán y su compadre Ismael Zambada (a) “El Mayo”, cuyo hijo , Vicente Zambada Niebla (a) “Vicentillo” fue procesado en Illinois donde reveló que la DEA había negociado inmunidad con la dupla a cambio de información sobre organizaciones criminales rivales.
De acuerdo con Reporte Indígo, la defensa de «El Vicentillo» presentó un testimonio escrito ante la Corte Federal de Illinois sobre el pacto secreto entre la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) y los líderes del cártel de Sinaloa, el cual destacó está vigente desde 1998, aproximadamente.
Las revelaciones de «El Vicentillo» destacan que la DEA informaba a su vez de operativos contra los líderes del cártel de Sinaloa para que huyeran del lugar. Además, pactaron que Estados Unidos no abriría procesos criminales en su contra.
El pacto de inmunidad se ‘oficializó’ antes del 2004, y fue por medio de Humberto Loya-Castro, defensor del cártel de Sinaloa, que a su vez fungió como informante de Estados Unidos, según los testimonios revelados por la defensa del «Vicentillo», encabezada por los abogados George Santangelo y Ed Panzer.
Loya-Castro, informante de Estados Unidos desde 1998, logró que la DEA desechara los procesos en su contra.
«Como reciprocidad, el Gobierno de Estados Unidos acordó desechar el proceso del caso pendiente contra Loya, no interferir con sus actividades tráfico de drogas (de Loya) ni aquellas del Cártel de Sinaloa, a no procesar activamente a (Loya), ni al ‘El Chapo’, ni al ‘El Mayo’ ni el liderazgo del Cártel de Sinaloa y a no arrestarlos», agrega el testimonio escrito, reproducido por el diario Reforma.
Según el testimonio de Zambada Niebla, ese pacto de inmunidad le fue reitarado por presuntos agentes de la DEA en marzo del 2009, poco antes de su detención en la Ciudad de México.
Las declaraciones de ‘El Vicentillo’, hijo del «Mayo» Zambada, llegaron una semana después de que se revelara que armas del fallido operativo controlado » Rápido y Furioso» terminaran a dar a manos del cártel de Sinaloa.
Reuniones de vieja data
Larry Villalobos, exjefe del Centro de inteligencia de la DEA, reveló que, junto con el ex coordinador de Operaciones Internacionales de la Agencia, Joe Bond, se encontraron en secreto, en octubre de 1998, con el narcotraficante Joaquín Archivaldo Guzmán Loera (a) “El Chapo”.
En ese entonces, el capo sinaloense aún se encontraba recluido en la prisión de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, del que después escapó, en enero del 2001, dentro de un carrito de lavandería.
En un reportaje transmitido por la cadena Univisión, se señala que ambos agentes, ya jubilados y que permanecieron en México entre 1997 y 2003, aseguran que fue “El Chapo” -a través de una fuente a la que nunca identificaron-, quien contactó a la DEA cuando estaba preso por ser el presunto autor del asesinato del arzobispo de la Arquidiócesis de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo.
https://www.youtube.com/watch?v=q3d0xi7rfSs
Guzmán Loera aseguró a los agentes de la DEA que él no había matado al religioso, asesinado a plena luz del día en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, el 24 de mayo de 1993, acribillado al bajar de su automóvil.
“En ese tiempo estaba yo en la embajada de Estados Unidos en México, trabajando con la DEA, y llegó una gente del ‘El Chapo’ a traernos el recado de que él quería verse con la agencia para hablar de los Arellano Félix. Quería entregarlos”, dijo Villalobos.
Como los Arellano Félix eran los narcotraficantes más poderosos de ese momento, el gobierno de los Estados Unidos aprobó que Villalobos y Bond se reunieran con Guzmán Loera.
Cita en la cárcel
Por parte del gobierno mexicano transcurrieron varios meses, hasta que un día la Procuraduría General de la República (PGR) les dio otorgó el permiso de visitar al ahora ex líder del Cártel de Sinaloa. Junto a José Patiño Moreno, agente del Ministerio Público de la fiscalía antinarcóticos de la PGR -quien fue asesinado posteriormente en Baja California- los tres entraron al penal simulando que eran psicólogos contratados por el gobierno de México para hacer un estudio sobre los presos de alto nivel, a fin de comprobar si el penal respetaba los derechos humanos. Según Villalobos,
“El Chapo” sabía que iban a ir al penal, pero no los esperaba. Cuando entraron a la prisión, el personal los condujo a la enfermería, en una sala con sillas y una ventana desde la que se veían los cerros. Entonces entró el capo, se narra en el videreportaje realizado por el reportero de investigación Gerardo Reyes.
https://www.youtube.com/watch?v=oYhcl1I2yUg
De inmediato “El Chapo” -en ese entonces joven y delgado-, los reconoció. Y al percatarse que no había nadie escuchando lo que iban a platicar, comenzó a decirles que llevaba 5 años preso y que pretendía negociar con la DEA, entregarles a los Arellano Félix a cambio de que él no fuera extraditado a Estados Unidos.
“‘Acababa de salir extraditado Juan García Ábrego (1996), aún no entraban Osiel (Cárdenas Guillén) ni Los Zetas. El pleito de Carrillo y su gente era más con los Arellano Félix. ‘El Chapo’ nos quería convencer de que el problema eran ellos. Quería que ese fuera nuestro blanco. Si quitábamos a los Arellano, decía, ya no iba a haber violencia”, dijo Villalobos al semanario Proceso en otra entrevista realizada en el 2014.
Según esa misma publicación, firmada por la reportera Anabel Hernández, después de 3 horas de conversación, los agentes de la DEA le pidieron a “El Chapo” que recabara más datos, y pactaron con volverse a reunir.
Sin embargo, afirmó Villalobos, el gobierno de Estados Unidos ordenó que ya no se reunieran con el capo, “porque le preocupaba que esos contactos afectaran los casos que estaban armando en su territorio”.
Todos estos contactos, incluyendo los de volverían al tablero de negociaciones del Chapo Guzmán con los fiscales neoyorkinos, mientras “Los Zetas” y carteles rivales ponen las barbas en remojo y “El Mayo” Zambada espera que su antiguo socio le tienda la mano, en una bomba de tiempo similar a un caso Odebrecht en el mundo del polvillo blanco.