Casi en el olvido, con muy poco bullicio, con el recuerdo oculto de lo hecho por Cienciano, bueno es refrescar que se cumplieron 15 años de la hazaña del once imperial que ganó en el 2003 dos títulos internacionales y ningún equipo peruano logra conectarse en la frecuencia del logró cusqueño.
Digamos que no tiene fecha de caducidad la hazaña cusqueña, al menos hasta que algún club peruano se atreva a recorrer la travesía cusqueña y se pueda completar la dicha de tener campeones de verdad y no campeones morales. De estos últimos las vitrinas están repletas.
Si fue posible clasificar al Mundial de Rusia, también debe estar pintada de esperanza ganar un certamen internacional. Decirlo es una cosa y hacerlo otra. Pero en esa situación estaba Cienciano y lo logró.
En estos tres quinquenios transcurridos no asoma algún equipo que trance con la gloria. Todo cometido es tibio, una ambición sin dientes ni colmillos. Una desgarradora realidad que no cambia.
Estamos distraídos en los campeonatos locales, con mucho desgaste con el apoyo a la coloración de los clubes como si el fin supremo de todo logro es la obtención del título.
Luego de alcanzar el título desaparece la magia, el hincha entra en desconsuelo al ser testigo de un desgaste permanente de cómo los intentos por avanzar sea en la Copa Libertadores y Copa Sudamericana, son muy pobres.
Por ahora queda la imborrable imagen de los partidos que dieron forma a la hazaña cusqueña. Cómo olvidar entonces el 3-3 ante River Plate en el estadio Monumental.
Tal como en estos tiempos el equipo ‘millonario’ que h