Eastwood: Del “duro” de Hollywood al genial cineasta

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Ya es una sana costumbre que las películas de Clint Eastwood sean nominadas al Oscar, este año tuvimos al Francotirador. Una biografía fílmica de palpitante actualidad sobre Chris Kyle, el militar norteamericano que batió el número de muertes de cualquier otro “gatillo” en la historia de Estados Unidos. Lo hizo durante su estadía en Irak. Lejos de tratarse de un filme que resalta la guerra, estamos ante un cuadro que muestra con intensidad las consecuencias sicológicas de un conflicto bélico en un ser humano. Nunca falta motivo para darle una mirada a la filmografía de este prodigio del cine.

El lejano oeste, en los difíciles días posteriores a la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, un hombre de aspecto taciturno se ve obligado a hacer justicia por sus propias manos. La gente del polvoriento pueblo no conoce ni su nombre, pero saben que él es su única esperanza ante los malhechores.

Cambio de locación, las turbulentas calles de San Francisco de 1971, un policía que está dispuesto a “saltarse las reglas” con tal de capturar al esquivo asesino que viene asolando a su ciudad. Con su Magnum 44 va en búsqueda del criminal al que acorrala en la azotea de un edificio, sus compañeros de trabajo lo llaman “el sucio” por sus métodos poco ortodoxos.

Detrás de ambos personajes se encuentra un solo actor, el prototipo de macho americano de los 70, una estrella que llenaba salas de cine con su sólo rostro impasible en los afiches. Hablamos de Clint Eastwood, una leyenda americana, que mantiene total vigencia hasta nuestros días. Eso sí, se ha sabido reinventar.

Pues el intérprete de El Bueno, El Malo y El Feo (estrenada en 1966) y Harry, El Sucio (de 1971) no se limitó a los roles de vaquero y policía, creció para convertirse en uno de los más prolíficos e impresionantes cineastas de nuestros días. Otros actores de su generación, como el recordado Charles Bronson, nunca supieron librarse de los papeles encasillados, Clint trascendió.

Productora propia

Quizás el paso más atrevido para consolidar su carrera cinematográfica fuera fundar su propia productora, Malpaso, en 1967. Lo que le permitió sacar a la luz proyectos que probablemente algún miope de la meca del cine no hubiera recogido. Pues, el actor californiano ha roto el molde múltiples veces en filmes distintos.

Detrás de las cámaras ha legado joyas tales como Los Imperdonables, Un Mundo Perfecto, Río Místico, Golpes del Destino, Cartas de Ivo Jima, El Gran Torino, Los Puentes de Madison, El Jardín del Bien y El Mal, El Sustituto, Invicto y varias más. Para referencia, uno de sus últimos estrenos fue un musical: Jersey Boys.

El bichito de la política también lo inquietó, entre 1986 y 1988 fue alcalde de Carmel, donde dejó gratos recuerdos como autoridad edil. Pero su gran amor siempre fue el cine y así lo ha demostrado dirigiendo a grandes figuras del sétimo arte como Leonardo DiCaprio, Matt Damon, Gene Hackman, Morgan Freeman, Meryl Streep, Tommy Lee Jones, Hilary Swank, etc.

Su primer Oscar a Mejor Director lo ganó por los Imperdonables, un western que a la vez rindió tributo al género que lo catapultó a la fama. Pero no se trataba de una cinta de vaqueros común y corriente, sino de una visión descarnada de los días en que la ley del más fuerte se imponía en las poblaciones fronterizas. Con Hackman, Freeman y el fallecido Richard Harris plasmó quizás la mejor película del Viejo Oeste.

Las distintas miradas de Clint Eastwood en sus películas

Dicen que a un hombre se le puede conocer por sus obras, en el caso del cineasta Clint Eastwood se le puede ir vislumbrando a partir de las cintas que ha dirigido. Distintas unas de otras, sin apegarse necesariamente a un género y demostrando, eso sí, una gran cuota de humanidad en cada una de ellas.

Después del éxito de Los Imperdonables, y de haber ganado un Oscar como mejor director, Clint se enfrascó en Un Mundo Perfecto (1993). Una historia fácil de ver, pero profunda en sí misma, presentando a Kevin Costner en un rol inusual, un criminal que secuestra a un niño, que a fin de cuentas se redimirá gracias a ese pequeño.

Para 1995, Clint sorprendería a propios y extraños con una película romántica, Los Puentes de Madison, que no se trataba de una insulsa y gaseosa historia de amor entre dos adolescentes, sino del encuentro de dos adultos que por diversos motivos se habían resignado a vivir sin el flechazo de Cupido. Meryl Streep y el propio Eastwood están excelentes en sus roles.

El siguiente paso trascendental del prolífico realizador sería Medianoche en el Jardín del Bien y el Mal, un filme de corte policial donde un reportero, interpretado por el actor John Cusack, debía investigar un homicidio cometido en una fiesta de sociedad. Los críticos la consideran una de las mejores entregas del cineasta californiano.

En Jinetes del Espacio (2000) el tono es más lúdico, una reunión de cuatro exastronautas que vieron frustrados sus sueños de viajar al espacio y deciden gozar la experiencia a pesar de su avanzada edad. La amistad y las ganas de vivir son tan protagonistas como Eastwood, James Garner, Donald Sutherland y Tommy Lee Jones.

Una de mis favoritas, Río Místico (del 2003) retoma dos variables: un crimen que involucra a amigos de la infancia. Una madeja de hilo que se va deshilvanando dejando salir traumas del pasado, viejas rencillas y la historia de tres hombres que alguna vez fueron camaradas. Sean Penn ganó su primer Oscar con esta actuación.

El 2004 le reservaría al buen Clint su segunda estatuilla dorada como director, esta vez por Golpes del Destino. La conmovedora relación entre un gruñón entrenador y la voluntariosa boxeadora (personificada por Hillary Swank) se ganó los corazones de la audiencia y los críticos. Entró al selecto grupo de los filmes pugilísticos que marcaron huella.

Su posterior tarea sería todo un reto, recrear la batalla final contra Japón en la Segunda Guerra Mundial desde la perspectiva americana y japonesa, significaron dos producciones: Banderas de Nuestros Padres y Cartas de IwoJima (ambas del 2006). La segunda fue mucho mejor que la otra, gracias en parte a la brillante performance del oriental Ken Watanabe.

El Sustituto (2008) denunciaba el cruel atropello sufrido por una madre de familia en los años 20, cuyo hijo fue secuestrado y la policía lejos de ayudarla quería endilgarle un niño ajeno para congraciarse con la prensa y sus autoridades. La valiente mujer fue interpretada por Angelina Jolie. Ese mismo año, Eastwood lanzo una película imperdible El Gran Torino, un fresco cinematográfico sobre la violencia, la intolerancia racial y el papel de los ancianos en nuestra sociedad. Inexplicablemente ninguneada por la Academia.

En esta selección de las cintas de este autor destacan dos biográficas: Invicto (2009) y J. Edgar (2011). En la primera se coge una porción de la vida de Nelson Mandela para graficar su lucha por terminar los disturbios raciales en Sudáfrica, entretenida e intensa. La otra es una extensa biopic del ex jefe del FBI, Hoover, a pesar de la eficaz interpretación de Leonardo DiCaprio el filme resulta pesado.

El año pasado estrenó el musical Jersey Boys y El Francotirador. Una señal clara que a pesar de sus 84 años, el buen Clint tiene ganas y talento para seguir “disparando” joyas del cine, sólo queda decir: Adelante, maestro.

 

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