El «combatiente» invisible (I)

 

De «forzudos» y guapetonas

Noche a noche, una bandada de “forzudos y “guapetonas”, invade las tv-pantallas desplegando sus semi-desnudeces, en el cumplimiento de elaboradas y simplonas “misiones”, que nuestra creativa televisión, ha copiado (mediante compra del “formato” ), de similares bodrios originados en México, que ahora se emiten además, en Argentina y Bolivia.

La “miel” de estas bobaliconas competencias, -o la cereza de la torta, si a Ud. le apetece- se sirve como postre “caliente”, propiciando romances, celos, rupturas y reencuentros que “viven”-al parecer-intensamente-, los bien pagados protagonistas del asunto.

Y claro, tanto las “beldades” y los “efebos” que deleitan a señoronas del chisme y a adolescentes soñadores, han sido –y continúan siendo- “reforzados” en sus atributos naturales, por la ingesta frecuente de anabólicos y esteroides (derivados de la testosterona), en el caso de los varones , en tanto, las damiselas, apelan a la invasiva aplicación de peligrosas prótesis de siliconas encapsuladas, que les proporcionan glúteos a lo Jennifer López y bustos que nos recuerdan a la célebre Gina Lollobrígida, mi estimado.

El marketing instrumentado por los canales, presenta a estos jóvenes, como “guerreros” o “combatientes” y es muy posible, que nadie les haya explicado el verdadero “Peligro Invisible”, que palpita bajo su inducida “súper belleza” de quitapón.

Y por eso, viene a cuento, un “cherry” firmeza que les voy a resucitar ahorita.

La locura en lucha

El no muy lejano 25 de junio del 2007 (sábado 15.30 hs.) el bravo “cátcher” de la WWR -organismo empresarial que difunde por todo el mundo, espectáculos de lucha libre protagonizados, por “forzudos” combatientes, que habitualmente ingieren , o se inyectan, anabólicos, esteroides, informó a través de una cadena televisiva basada en Houston USA, que el luchador Chris Benoit- a quien se conocía como “El Canadiense Sangriento”, había estrangulado a su esposa Nancy y a su hijo Daniel de 7 años, para luego suicidarse, ahorcándose mediante un cable de su sala de pesas.

De las investigaciones pertinentes, se pudo deducir, que este “crack” de la lucha, se había precipitado hacia el “Efecto Pirámide” que suele producir la adicción a los derivados de la testosterona que-como cualquier otra droga-, exige “cada vez más”, para generar los resultados que busca quien la consume.
Amigos y colegas de Chris, añadieron que a la habitual ingesta de esteroides, Chris sumaba el elevado consumo de alcohol, lo que habría colmado la copa de la tragedia.

Luego la “novelística” de crónica policial, quiso añadir que el enloquecido “cátcher”, discutía con su esposa, en razón de los términos de cierto seguro de vida de Chris, el mismo que habría incluido a su antigua esposa y a dos hijos de su primer matrimonio. En fin. Detalles, mi estimado.

La trampa de la testosterona

Como cualquier feligrés puede averiguar, consultando –como he hecho yo mismito- un tratado de endocrinología, o más papayita, compadre, apelando al buscador “google” que a todos nos hace parecer más inteligentes, los famosos “anabólicos” y “esteroides” (derivados de la testosterona”), -que consumen quienes protagonizan roles de “fuertes o musculosos”-, dosis episódicamente crecientes, de eso mismo, pasan inevitablemente una factura, que puede resultar aterradora, si se entiende a cambio de la pasajera fama o un cierto bille, que se gana posando como lo que el “cliente” está lejos de ser.

Atención a la lista: Los primeros síntomas indeseables, son un inoportuno “acné” que no tendrá nada de “juvenil”, en personas que superan los 21 años. Luego, viene un exceso graso de la piel y una exagerada sensibilidad de la misma, que se traduce en molestas escaldaduras en “zonas de pliegue”, las mismas que pueden resultar no sólo incómodas, sino dolorosas y –a veces- causantes de infección. También puede presentarse un “desbalance endocrinológico”, traducible en obesidad o delgadez extrema. Y en suma, los “forzudos a la fuerza”, suelen terminar naufragando en los infiernos de la “inapetencia enfermiza”, o la terrible “bulimia” de gula y vómito, compadre.

Pero eso… no es todo…

Pero, como si todo lo anterior no fuera suficientemente peligroso, en lo que se refiere al uso inmoderado de los anabólicos y esteroides que -aunque Ud. no lo crea- se expenden sin receta en establecimientos deportivos, gimnasios, o relacionados con dichas notas, debe sumarse, la reciente aparición escénica de “proveedores” que visitan los sets de “guerreros” y “combatientes”, ofreciendo a sus ocasionales clientes, productos cuyas “marcas”, tienen supuesta (bamba) “garantía” de no causar “efectos secundarios”.

-Lo cierto es, que todo lo derivado de la testosterona, fluido que el organismo segrega natural –y proporcionalmente- nuestro propio organismo, no puede eximirse de la condición “iatrógena”-guárdame esa flor- que propicia desequilibrios emocionales diversos, irritabilidad, tendencias violentas (en ciertos casos, psicóticas) y además –yanoyá- altera la composición sanguínea con riesgo de formación de coágulos, que pueden causar infartos de miocardio, accidentes cardiovasculares y… la muerte, aunque ustedes no lo crean, mis estimados forzudos de fantasía.

¿Y del sexo… qué?

Para cerrar el presente capítulo, con un tema que seguro debe preocupar -sobre todo a los jóvenes galanes- frecuentemente denostados por sus ex parejas -del mismo programa- que los califican sin vergüenza alguna, de “impotentes” o…”maniceros”.

Para ir cerrando, digo, los derivados de la testosterona, que antes del Viagra, los cochitos utilizaban –en dosis mínimas-, para “entrar al pleito”, ahora en porciones empíricamente incalculables, causan «encogimiento testicular» y la consiguiente “disfunción eréctil”, que hoy afecta a jóvenes menores de treinta, que sin embargo lucen envidiables musculaturas que llamarían a engaño a cualquier potipronta, “estrella de la tele” o sencilla Candy aficionada. (MAÑANA: DE SENOS Y RETAGUARDIAS).

 

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