El fútbol no es un botín

 

El silencio de Agustín Lozano para no pronunciarse sobre sobre diversas acusaciones que recaen a su gestión provoca rechazo y dudas. No dar la cara es asumir culpas que han remecido los cimientos de la Federación Peruana de Fútbol. Su terquedad para aferrarse al cargo preocupa porque no garantiza una labor que ayude a salir del atraso de nuestro balompié.

Con el asunto del TAS que le dio a Alianza Lima su puesta en escena para que no pierda la categoría, se percibe que Agustín Lozano escondió bajo la alfombra la mugre que ensució el descenso.

La FPF ocultó que Carlos Stein debía dinero y era por lo tanto sujeto a sanción. Lozano sabía y dejó que transcurriera en el supuesto de que Alianza Lima estaba condenado a jugar la Liga 2. El biombo perfecto para las imperfecciones de una maniobra ilícita.

El TAS le dio la razón a Alianza Lima y ordenó que el equipo carlista descienda. Se había  agarrado con la firmeza del trapecista para no caerse al vacío. Pero ocurrió lo contrario y debía entonces que Agustín Lozano sea consecuente con su cargo y explicar cuál era la verdad del tinglado que armó.

Lozano la sacó barata con el asunto de las entradas al Mundial de Rusia 2018. Supo Conmebol que el federativo revendió. La sanción apenas fue una irrisoria multa cuando debió ser expulsado.

En gran parte las diferentes federaciones, hablamos de los dirigentes,  han puesto su granito de arena para que el fútbol peruano y su putrefacto desempeño en torneos internacionales se precipiten al vacío y  permanezca la mediocridad en las actuaciones de los clubes en los diferentes torneos, sea la Copa Libertadores o la Copa Sudamericana.

Lo que vemos hoy en las vergonzosas tardes de insomnio futbolístico con lacerantes goleadas como la de Sporting Cristal y Sport Huancayo, no es otra que las consecuencias de un mísero trabajo con las divisiones menores.

Es la cosecha perfecta de dirigentes que se preocupan por el cómodo status que promueve la dirigencia mayor, sea con los viajes placenteros, disfrute de estancias en hotel 5 estrellas y agasajos opulentos. Todo pagado y encima viáticos. La fiesta completa, la dicha que debe continuar y estar atentos a que esa forma de gobierno nunca acabe.

Cuando los dirigentes, desde el más chiquito de un club de barrio, hasta los que ocupan lugares en las federaciones provinciales y departamentales cambien y se entreguen al trabajo de engrandecer nuestro fútbol, será el momento en que el crecimiento se encamine a otros logros.

Como no dejar de nombrar a Cienciano que ganó la Copa Sudamericana y la Recopa, un ejemplo a seguir para que el fútbol peruano al fin se acuerde de que nunca logró nada.

 

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