Y ahora entramos a un tramo, que da inicio a una difícil etapa de mi vida y a una conmoción histórica que afectó profundamente al Perú… y desde luego… al “Hombre Fantasma” y a su indetenible reloj. Vayamos al cuento… que es lo nuestro y en lo que soy asaz diestro.
De pronto, el gobierno militar del 68, irrumpió en nuestro país y nuestras vidas, afectando a ambos, de diversas maneras. Y cierta tarde, Gino -elegantemente vestido- me sorprendió en plena Plaza San Martín para luego decirme: “Yo no he nacido para esto. Me voy a Europa”.-Acto seguido, me entregó un viejo reloj de bolsillo sin cadena.-“Cuando puedas, me lo devuelves en Paris”, remató jocosamente y se alejó rumbeando con aire distinguido, al parecer, directo al Callao y, a Europa en barco, desde luego.
DESPUÉS… UN CABLE…
Meses más tarde, un cable de EFE, informaba que en una de sus excentricidades geniales, Gino, había dado en cheque falso y “de propina”, un millón de pesetas al mesero de una tasca madrileña.
Quien sabrá nunca por qué, el administrador del sitio, llamó a la policía y, a los pocos días, un Tribunal de Vagos y Maleantes, condenó a Gino, a cinco años de cárcel “por conducta criminal” a raíz de su extraña broma.
Y YO, SIGO ESPERANDO…
Los diarios limeños, comentaron brevemente el caso y yo me quedé aguardando a que la vida me lleve a París, donde tal vez encuentre a Gino, para devolverle su reloj. Ignoro si para tal fecha -él, o su fantasma- me abrazará con la gentileza de un old gentleman, o me sonreirá siniestro animando la sombra surrealista de un pordiosero de cuento ruso. Pero su reloj -que por ahora, es mío- sigue andando implacable, como el Tiempo mismo. Igual que la caprichosa vida que a veces no entendemos. Ni en este, ni en nuestro “otro” tiempo -de príncipes o mendigos- que también existe, aunque tan sólo sea un secreto muy nuestro.… Algo así, como ilusión, o… pesadilla. Ustedes eligen. ¡Hasta mañana!
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