Haciendo memoria, el 2011 previo a la Copa América de Argentina, nadie tenía en sus apuestas a la selección del Perú, Sergio Markarián llevaba al “santo de espaldas”. Claudio Pizarro, Jefferson Farfán, Carlos Zambrano y otros jugadores indiscutibles para su esquema de juego habían quedado fuera de la justa continental por lesiones de último minuto. La sombra de la eliminación temprana asolaba a nuestros muchachos.
Pero la historia nos tendría reservada la mejor participación nacional en copas américas de las últimas décadas, con un luchado tercer lugar y viendo cómo se caían las aspiraciones de otros cuadros muncho más pintados como Argentina, Brasil, Chile, Ecuador y Colombia (regresados al país cafetero tras un electrizante choque con Perú, golazo de Calos Lobatón incluido). Sacamos las proverbiales fuerzas de flaqueza, el pundonor (que muchas veces se pasa por alto en el espíritu de nuestros futbolistas), el amor por la bandera blanquirroja, se renovaron las esperanzas en un mágico y momentáneo pasaje de la etapa del uruguayo Sergio Markarián.
Por ello, en las apenas horas que se habló de una lesión que resignaría la presencia de Paolo Guerrero en el debut peruano en Chile, este domingo 14 de junio frente a Brasil, pensé ¿no estará pasando algo similar? ¿No será que la fórmula del triunfo sea justamente la ausencia del jugador más pintado? Claro, hay que aclarar que Paolo fue fundamental el 2011, incluso terminó como goleador de la Copa América. Pero cuando el ariete faltó en las eliminatorias, apareció Jefferson Farfán como ante Chile y Venezuela. Con la “Foquita” enchufada la delantera peruana es de tomar en consideración. Guerrero estuvo errático contra México (en el único amistoso que esta nueva FPF consiguió antes de la Copa), y el jugador del Schalke 04 anotó.
Conste, tampoco estoy pretendiendo “salar” al Perú a días de la Copa América Chile 2015. Sólo hago hincapié que tener el once titular no garantiza nada, a menos que cada jugador se entienda al cien por ciento y Ricardo Gareca concluya de afinar esos funcionamientos colectivos que por lo visto ante los mexicanos aún se resisten a aparecer en toda su magnitud. Si podemos sacar algún conclusión de la era Markarián es que no siempre nos fue bien con los “titulares”, basta recordar el partido frente a Paraguay en Asunción que fue el comienzo del fin de las ilusiones mundialistas del Perú. No son suficientes los nombres, necesitamos hombres con ganas y hambre de triunfos. Y, hay algunos que siempre se han quedado en promesas y nada más, a pesar de su juventud es tiempo que Zambrano y André Carrillo demuestren porqué son esenciales en sus clubes en Alemania y Portugal, y si vuelven a fracasar en este propósito ya sería tiempo de empezar a convocar a otros.
Somos muy exigentes con jugadores como Pedro Requena que apenas se están probando la camiseta peruana, los aficionados piden a gritos convocatorias para futbolistas que destacan en el torneo casero, pero al primer yerro les dan la espalda y usan las redes sociales para “destrozarlos”, si los jugadores deben aprender a jugar y ganar, los hinchas peruanos deben aprender a alentar. ¿Quién sabe si Requena, Hansell Riojas, Edwin Retamoso o Jair Céspedes terminan siendo tan útiles como William Chiroque, Adán Balbín, Walter Vílchez, Renzo Revoredo (increíble, pero cierto) o el hoy desaparecido Michael Guevara? Ese 2011 fue extraño, hay que aceptar la verdad, los jugadores mencionados nunca redituaron sus actuaciones, casi casi como la Dimensión Desconocida.
Volviendo a la actualidad, una vieja costumbre de nuestra prensa farandulera. “Inventar noticias”, con titulares como estos “Claudio Pizarro se fue de juerga” (cuando saben que estuvo en una fiesta del Jockey Club donde no ingirió licor, me preocupa que algún coleguita diga que eso es “juerga”, debe ser bien “aburrido” en sus celebraciones), otra perla de Frecuencia Latina: “Jean Deza se va de las juergas a la convocatoria de La Videna” (Deza no fue convocado por Gareca, ¿quién hizo esta investigación?). Pero si les preguntan a los conductores sobre las equivocaciones dicen la misma tontería que Magaly Medina inventó: no soy periodista deportivo, no me responsabilizó. Veamos, desconocen el tema, entonces no opinen. En boca cerrada no entran moscas, además nadie se traga su cuento, sólo buscan vender aunque mientan, entonces no es que no sean periodistas deportivos, no son periodistas éticos y punto.