Freddy Ternero pasó por el fútbol y dejó huella, difícil de igualar, con toda las agravantes de que sus logros se vuelvan a repetirse en un medio tan mediocre que ensalza más lo logrado por el técnico del Cienciano.
Con el equipo cusqueño Freddy Ternero logró lo que nadie pudo. Campeón de la Copa Sudamericana y Recopa no fue un cometido sencillo. Se hizo bajo la creencia y la fe depositada en que había un vacío que podría ser llenado si había el compromiso de hacerlo.
Fue así que nació el “Sí se puede” en cada paso, en cada triunfo, sin perder de vista el objetivo trazado y fue así que se llegó a la disputa del título ganado finalmente por el once imperial.
Freddy Ternero fue el cerebro, conductor, luz y guía de un grupo de jugadores sin peso, con ropa liviana en el ámbito futbolero. De otro modo estarían en otras ligas extranjeras.
Ternero confió en el grupo, en Gulliano Portilla, Alexander Morán, Paolo Maldonado, Juan Carlos Bazalar, Oscar Ibáñez, Miguel Llanos, Santiago Acasiete y Germán Carty para embadurnarlos de un sustancia ganadora.
De una mística contagiante que el pueblo cusqueño hizo suyo y juntos, al lado de Freddy Ternero y los jugadores, hacer crecer el envolvente deseo de hacer historia en el fútbol mundial.
De todos los partidos que dieron vida a la ilusión, el partido ante River Plate en el Monumental de Buenos Aires, fue clave para que el proceso vaya cuajando en el gran logro venidero.
Fue un partido típico de copa, de pierna fuerte, ambición, plena entrega. Cienciano con el respaldo anímico y la arenga previa de Freddy Ternero, salió al Monumental con una idea clara. De no ser menos ante el rival que daba miedo, pánico y terror con solo repasar los nombres: Marcelo Gallardo, Coco Coudet, Maxi López, Daniel Montenegro, Marcelo Salas, el arquero Franco Constanzo, el colombiano Kilian Viviescas y Luis Lobo bajo la conducción del chileno Manuel Pellegrini, daban por descontada una goleada.
Muy equivocados, Freddy Ternero les tenía preparada una desagradable sorpresa cuando Giuliano Portilla con su gol en la portería de Constanzo les decía a los argentinos que el Papá estaba para hacer historia.
El resultado fue 3-3 ante una enmudecida multitud que no daba crédito ante la atrevida acción de un equipo sin linaje y desconocido daba la primera puntada al título que se logró finalmente en Arequipa con el gol del paraguayo Carlos Lugo.
Freddy Ternero y Cienciano se convirtió en marca registrada. De ser un equipo desconocido pasó a ser un rival de respeto.
Boca Juniors, el otro grande del fútbol bonaerense, sucumbió uno año después y tuvo que bajar la cabeza ante la proeza del Cienciano que alzó con la Recopa Sudamericana.
Es el legado que deja Freddy Ternero. Un legado que debe ser mejorado si es que queremos rendir homenaje a este hombre que hizo algo grandísimo para nuestro fútbol pintado de orfandad, de pocos logros.