Soy un periodista deportivo con 54 años en la profesión, que ha visto jugar lo mejor de nuestro fútbol y la clasificación a los tres mundiales: México 1970, Argentina 1978 y España 82. Suelo decir lo que veo, interpreto y lo que siento. No me agrada engañarme, ni engañar.
El partido con Brasil fue mal jugado, sin planteamientos tácticos ni en defensa ni en ataque. El gol inicial de Cueva, digno de destacar, por saber aprovechar la oportunidad y marcar el 1-0 a favor de Perú recién a los 3 minutos de juego. Pero fue una equivocación del golero brasileño en una disputa del balón con Guerrero. No fue una jugada colectiva, ni nuestro ataque burló a la defensa contraria. No. Fue un accidente. Y me atrevería a decir que fue un “champazo”.
Pero los “comentaristas” se deshacen en elogios y los diarios peloteros hasta recuerdan que es el gol más rápido de los últimos 40 años. Allá ellos. Lo cierto es que no fue una virtud del equipo peruano, cuyo ataque no funcionó como en sus mejores tiempos y no hubo entendimiento entre Farfán, Guerrero, Cueva y Joel Sánchez. Fue tan pobre, opaco, el ataque peruano que la volante brasileña pudo apoyar más a su delantera, logrando el empate a los dos minutos siguientes del conseguido por Perú. Y lo gravísimo es que Neymar saltó solo a cabecear un centro, que no pudo controlar Gallese, pues ya se conoce la habilidad del ariete brasileño.
Se llega al colmo de manifestar que Carlos Lobatón impuso respeto en el medio campo, cuando el volante de Cristal pasó desapercibido, pues no tenía con quién tocar, además de no atreverse a sus disparos de media distancia y tampoco lo usó Gareca para servir los tiros libres, donde en el campeonato se ha lucido con magníficas ejecuciones. Casi todos los tiros libres del Perú, los remató Farfán.
Nos pudieron llenar el arco, pero la suerte nos ayudó…
Todo el partido fue de dominio brasileño y, si no se puso adelante en el marcador antes, fue por la mala suerte de sus delanteros, que erraban la culminación.
En la etapa complementaria fue más notable este dominio de Brasil, pues su DT, Dunga, hizo los correctivos del caso y puso a Neymar flotando del medio campo hacia adelante, pues no tenía marca personal, ni en zona. La desesperación, fue cundiendo, porque la pelota no entraba, aunque un par de veces estuvo por ingresar, pero apareció el pie salvador de Zambrano.
Hasta que, ya en los minutos de descuento, llegó un balón para Neymar, dentro del área peruana, para fintear un remate y pasar a Douglas Costa, quien libre de marca venció la escasa resistencia de Gallese.
Brasil ganaba un partido que fue suyo casi los 90 minutos, aunque no pudo manifestar esa superioridad en goles.
Hasta en los cambios anduvo desafortunado el pobre Gareca, pues primero sacó a Cueva, que no daba más, para meter a Yordy Reyna, quien estuvo en nada. Luego sacó a Farfán, también cansado, para meter a André Carrillo, quien ni se hizo notar. Y finalmente entró Yotún, por el lesionado Juan Vargas, más empeñoso, que efectivo. ¿Y por qué no usó a Pizarro? Seguro estaba seguro del empate y entonces sacaría pecho, que lo había obtenido sin apelar al otro “fantástico”.
Lo cierto es que perdimos feo y que ahora solo debemos esperar sendos milagros ante Venezuela y Colombia, para no regresar a casa con el rabo entre las piernas. Como peruano, deseo éxitos de nuestra selección.
Pero como periodista deportivo debo procurar la verdad. Ya en el ciclo anterior, me ocurrió luego del partido con Paraguay en Asunción, donde Markarián se hizo el loco ante la bronca de Pizarro con Vargas y perdimos el partido clave para avanzar en la tabla general. Recuerdo que califiqué de “Vago” al “Mago” Markarián y muchos no estuvieron de acuerdo y me criticaron. Al final, se le cayó la careta y todos supimos que Markarián era un Vago, que se hacía pasar por Mago. Mismo Gareca… Hasta la próxima.