Junio, mes de Héctor Lavoe

 

En junio de 1989, en los espectáculos denominados «Conciertos de retorno» Héctor Lavoe volvió a recuperar momentáneamente su brillo perdido.

Efectivamente tuvieron una enorme acogida al ver que el artista que había conmocionado el mundo de la salsa hacia un año atrás, parecía que se despediría para siempre de este mundo.

Pero aquí estaba Héctor de regreso, cantando como siempre lo había hecho, muy fluido y frescura. Se le notaba muy animado y contento de regresar a lo que mejor sabía hacer, que era cantar,

Fue un lleno total en el Palladium, aparte de que estuvo con uno de los fundadores de la Fania, el popular Johnny Pacheco, director musical de éste y compositor de varios temas, entre ellos dos que son dedicados a Lavoe y cantados por él (Héctor Lavoe), los cuales eran «Mi Gente» y «El Rey de la Puntualidad».

Héctor abrió la presentación con «El Rey de la Puntualidad», haciendo soneos jocosos sobre su convalecencia a raíz del accidente; al final de este tema estuvo brevemente en tarima su nieto, Héctor Pérez III, hijo de su difunto hijo, Héctor Jr.

La presencia de su nieto en escenario le llenó de alegría. Luego interpretó «Plato de segunda mesa» de su ultimo LP «Strikes back».

Héctor cantaba arropado con la bandera de su natal Puerto Rico. Prosiguió con una de la versiones más encendidas de «La Murga» que se tenga registro, Héctor estaba fumándose un cigarrillo mientras había el solo intermedio de piano que fue la antesala de una poderosa descarga para dar comienzo al coro alternativo de «Ensilla mi caballo» y «Sonaron los cañonazos», donde Héctor estaba completamente metido de lleno en los soneos y en la dirección de la orquesta.

Con los ojos cerrados balanceándose sobre la silla, fue quizás el tema más movido y enérgico de esta presentación. Después vino y para terminar una versión jocosa y alegre de «Mi Gente», acompañado por Johnny Pacheco, fue una versión de uno 14 minutos aproximadamente donde Héctor hizo como siempre gala de su gran habilidad para sonear e inspirar con gran facilidad y jocosidad.

Fue una gran presentación, como todas que hizo en ese período de tiempo cuando aun su salud estaba lo suficientemente fuerte para cantar como siempre lo hizo, además de que se veía incluso un poco más gordo que en 1988. Era increíble pensar que ese hombre que por fuera se viera tan bien, por dentro estuviera tan destrozado.

Héctor pudo montar esta relativa vitalidad hasta el año de 1990 y parte de 1991, cuando ya su cuerpo bombardeado nuevamente por las drogas aceleró el deterioro que el SIDA estaba haciendo lentamente en su cuerpo.

Debido a que lamentablemente los promotores y empresarios vieron que Héctor parecía que aun tenía mucha vitalidad para seguir en el mismo ritmo agitado de vida aprovecharon para pagarle menos dinero por sus presentaciones de retorno y darle por el contrario más drogas para volver a tenerlo bajo su control.

En las primeras presentaciones de Héctor de retorno, se le ve muy sobrio y consiente de todo, dichas presentaciones son, la de la 156St. en el Bronx, la gira en el barco, una de la cual se le conoce el audio en un club privado de Manhattan, esta y muchas otras que aun no conocemos, pero después fue decayendo.

Para la época del 91′, cuando Héctor sufrió el derrame que le quitó facultades motrices en medio rostro y comenzó a perder mucho peso y tener complicaciones que lo obligaban a estar internado, fue cuando los promotores lo abandonaron y ya Héctor nuevamente enviciado y esta vez sin dinero se perdía en los barrios más peligrosos de Nueva York, no se sabía casi nada de él, solo hasta que un joven se lo llevó junto con su madre a Florida a someterlo a rehabilitación.

En esos meses Héctor recuperó peso y estaba limpio, añorando volver a cantar, aunque eso era algo que no iba a ser posible pues a causa del derrame difícilmente podía pronunciar bien las palabras y mantener una buena dicción, cosa que lo caracterizó cuando estaba en buenas facultades, la capacidad de hacer fraseo largo, rápido y entendible.

Poco después lo vinieron a buscar de Nueva York, con la escusa de que allá había una fundación dispuesta a correr con los gastos de mantenerlo, pero todo era mentira, solo lo querían de vuelta los promotores apoyados por David Lugo, quien fue la persona que firmaba los contratos por Héctor y lo mantenía drogado.

Héctor volvió a ese mundo decadente, donde retomó el proceso de putrefacción que tenía su cuerpo, así termino Héctor sus días, quizás él tenía que ser parte de ese entorno para mantenerse económicamente, para mantener el sufrimiento terrenal bajo la anestesia de los estupefacientes, para acelerar su partida hacia el más allá, pero como él era «El Rey de la Puntualidad» hasta la muerte la hizo esperar. Su alma encontró el descanso el 29 de junio de 1993, para convertirse en una súper leyenda del mundo de la salsa a nivel mundial.

 

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