Si descendemos al infierno este 28 de julio, Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, libres por fin, serán los primeros asesores de la electa Keiko.
Cada vez que escucho hablar del señor Kuczynski me parece ver la dentadura postiza de mi abuelita dejada dentro de un vaso de agua sobre la mesita de noche.
Tanto él como sus “ideas” y hasta su propaganda huelen a viejo. Su insistencia en el modelo económico fujimorista es tan trasnochada que nadie la tomaría en serio- ni los más obtusos derechistas en los países capitalistas a los que pretende imitar.
Su tantas veces autoproclamada “honestidad” nos quiere hacer olvidar que es la misma persona el Kuczynski, aquel jovencito, funcionario velasquista del Banco Central de Reserva que fraguó una licencia de exportación para que la expropiada International Petroleum Company pudiera sacar clandestinamente del país 105 millones de dólares.
¿Y su propaganda? Más estomacal no pudo ser: Un grupo de señoras huachafas se reúnen en un chifa y nos ofrecen 48 horas para salvar al país de un modelo comunista que supuestamente “puede destrozarlo”. Esta propaganda intestinal es requeteusada para convencer a los ciudadanos que se parecen a esas señoras, o sea a apasionados conservadores que no tienen nada que conservar.
Por fin, por su manera de caminar, PPK es una dentadura postiza llevada lentamente en andas que pronuncia con dificultad sus discursos y espera a la “fan” que en la esquina le bajará el pantalón para arrebatarle los calzoncillos de colores y con tirantes. Así parecerá joven aunque le falten los tatuajes.
Sin embargo, cuando escucho hablar de Fujimori, no pienso en una dentadura postiza sino en unos colmillos. Son los mismos que se van a clavar otra vez en nuestras carnes y las fauces así como las garras que van a apoderarse de cualquier recurso del país o comisión que todavía quede si en julio de este año descendemos al infiernos en un gobierno capitaneado por la hija del terrorista preso y por su hermano, el más depravado miembro de la dinastía japonesa.
Acabo de dar charlas en diferentes universidades europeas y cuando se me pregunta a qué suceso de nuestros días se parece el fujimorismo, respondo que a las bestias del Estado Islámico con sus sádicos degollamientos en público.
Durante 10 años, Fujimori lideró un régimen de terrorismo estatal a base de genocidios, manipulación electoral corrupción y cementerios clandestinos en uno y otro lado del Perú.
Con él en el poder, las corporaciones trasnacionales pudieron hacer buenos negocios y las mafias del narcotráfico pudieron asegurarse la impunidad absoluta. A ellos no les importaron los millares de inocentes sacrificados en la sierra con el pretexto de combatir el terrorismo e imponiendo otro. Poco les importaba a ellos -ni al cardenal que defiende la vida- las 300 mil mujeres que fueron arrastradas a las postas médicos para ser esterilizadas o castradas.
Con generosidad, Vargas Llosa nos dice que PPK tiene credenciales democráticas. Sin embargo, no podemos olvidar que hace 5 años, ofreció su total respaldo a Keiko y aseguró que el terrorista preso había sido el mejor presidente del Perú en toda su historia.
Definitivamente, no votaré por Fujimori. ¿Y por la dentadura postiza? ¿Nos hará Kuczynski un juramento? ¿Nos mostrará una hoja de ruta señalando que no indultará al asesino? No sé. Pero tendría que hacerlo pronto.
El Perú ha perdido una gran oportunidad. La campaña electoral del Frente Amplio de Izquierda no significó, como decían las señoras huachafas, un recurso al país comunista ni a la lucha de clases. Era solamente, una lucha entre la civilización que encarnaba Verónica y la barbarie que ahora está a la vuelta de la esquina.
Ahora, tenemos que escoger entre la dentadura postiza y los colmillos con sangre.