La identidad entre León XIV y León XIII

 

La presencia del Papa León XIV en el solio del Vaticano es una expresión cargada de esperanza y de aliento del humanismo integral para la gente más humilde, sobre todo para los trabajadores del mundo entero, si se tiene en cuenta que este misionero agustino de nacionalidad peruana, ha tomado el nombre de quien el 15 de mayo de 1891, escribió La Carta Pastoral conocida como la Encíclica “Rerum Novarum” o “De las Cosas Nuevas”, que manifiesta preocupación  por la situación quienes,  con su obra laboral forjan parte esencial del bien común. Este histórico documento tiene vigencia a la fecha porque, pese al tiempo transcurrido, es un testimonio elocuente que defiende a la clase trabajadora y demanda a partir de la Revolución Industrial, la atención de los derechos a un trabajo digno, a una remuneración decorosa, al acceso a la propiedad privada, como fruto del trabajo y a la libre asociación y sindicación.

No se trata de una simple coincidencia. Robert Francis Prevost nació en un hogar, en Chicago, donde el amor al prójimo era una práctica diaria. Y ahí hizo suyas las prédicas del cristianismo.  Tiempo después conoció de la existencia de León XIII, el Papa autor de la Encíclica “Rerum Novarum”, que influyó para abrazar su fe en la redención de los desposeídos, de aquellos millones de personas que en todo el mundo sufren de la ausencia del pan diario y, también, de la pobreza dineraria. Eran años de profunda desigualdad social, los ricos se hacían más ricos y los pobres más pobres.

De esta manera se explica porque León XIV tiene en León XIII la esencia de su inspiración e identidad y los trabajadores/trabajadoras  comprenden así que lleva consigo  el signo de la esperanza, entendiendo que el ser humano realiza las más diversas actividades para relacionarse con sus semejantes, con sus congéneres en general  que constituyen su entorno más vivo , cada una de las cuales responde  a una finalidad  que consiste en relacionarse para garantizar lo necesario para su sustento y el de su familia, al mismo tiempo que contribuye  con el bienestar de la sociedad.

Se puede afirmar que los antecedentes de la obra cristiana  del Papa León XIV  conlleva una trascendencia vital. Así se desprende cuando observamos que el fundamento del trabajo es tanto personal como social. Como actividad de ser humano y su relación , el trabajo se fundamenta en la realidad carencial de la gente, la misma que para satisfacer las necesidades y para superar las limitaciones, es menester que el ser humano ponga en práctica las actividades que tengan como fines el procurarle aquellos bienes que son indispensables.

De esto ya se ha escrito mucho. Pero hay que repetirlo. La presencia del Papa León XIV facilita que tendrá que hacer oír su voz ante el significado del trabajo como hecho social, que se fundamenta en la solidaridad humana y en la necesidad que tiene la sociedad de alcanzar su fin o Bien Común General. El trabajo, tanto por la actividad humana que encierra aquello que lo realiza y significa  una participación efectiva y no abstracta, humana y no utilitaria,  cuyas expresiones son la camaradería  entre quienes trabajan como próximos  y la amistad cívica con todo el conjunto  de los miembros  de determinada sociedad.

 

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