El ser humano es una persona, con el pensamiento, la sensibilidad, la acción propia que la palabra “persona” sugiere. No se posee a un ser humano como se posee una cosa. La posesión de un ser humano es penetración de un espíritu en otro, de una voluntad en otra.
El ser humano tiene el deseo del bien. El bien se refiere a todos los niveles del bien. Todos los seres, plantas, animales están en un proceso hacía su realización. En presencia de sus semejantes se despierta en la persona el deseo, más poderoso que en presencia de ningún otro bien, y es un deseo de conocer, un deseo de poseer, un deseo de unión. La persona es de todos los seres humanos, el más interesante, es decir, que despierte el interés de conocer. Tenemos el deseo natural de conocer a nuestros semejantes, de saber lo que hacen y lo que sienten. Este deseo incluye también el deseo de obrar sobre ellos y de obrar con ellos. La persona tiene la necesidad de desarrollar su personalidad por medio de sus conocimientos, responsabilidades y trabajos. Cada uno tiene su propio camino de realización de su persona de acuerdo a su talento y preferencias. Para poder significar algo para los demás, debe poder dar algo y esto supone ser alguien y poseer algo. Lo interior decide sobre mi dominio y mi uso de lo exterior y de esta manera el exterior manifiesta mi interior. Se trata de una persona concreta y no solo como posibilidades y características de todos los hombres.
El deseo de conocer presupone un conocimiento de sí mismo. ¿Quién es el ser humano? Existe la costumbre de acordar lo que se hizo y uno se olvida de la actitud interna. Se da más importancia a los acontecimientos que a la vida interna. En lugar de entender la persona, conseguimos una cadena da cosas. El enfoque racional somete el ser humano a la razón. Este análisis lleva el conocimiento a la reducción del conocimiento como lo define la sociología. El individuo es absorbido por la comunidad. Se salta de la biología a la sociología. El conocimiento de sí mismo es solo posible por el contacto con los demás. El ser humano recibe su formación totalmente por el grupo. Es imposible la autonomía del individuo. Friedrich Nietzsche dijo: “Nadie es más extraño que sí mismo a sí mismo.
Sin embargo, no somos solamente lo que hicimos. Dentro de la persona hay una vida, una experiencia que es muy difícil de expresar. La parte exterior no manifiesta el entendimiento del acto. Se quiere conocer el misterio de la persona. No hay un acto exterior sin la participación de lo interior y no podemos reflexionar sobre nosotros mismos sin la participación de los factores externos. En nosotros hay necesidades, pasiones, religión, política, amor, dinero, instintos. Todos intervienen en el conocimiento que busca tener de sí mismo. No conozco todo el mundo ni tampoco totalmente a mí mismo. El ego está entre el pasado y el posible. Tengo la posibilidad de cambiar, pero no puedo dejarme llevar por impulsos espontáneos y entornos que me alienan. Tengo la responsabilidad de construir mi vida, la vida de los demás y el bien de la tierra. Aristóteles considera al ser humano como el animal más conforme a la naturaleza porque es una naturaleza no predeterminada como la de los animales. Lo interior debe decidir sobre lo exterior si queremos evitar ser esclavos de los poderes tecnológicos- económicos, de las políticas totalitarias y de las catástrofes que amenazan la vida en la tierra. La comprobación de los hechos se traduce en valores. El hombre es libre.
La persona sufre de estar solo; tiene la necesidad de estar rodeado de sus semejantes. Sócrates dijo: “Conoce a ti mismo”. Sus principios eran la humildad, la razón y la virtud. Él sabía mucho, pero decía: Sé que no Sé. Lo dijo en un sentido para saber lo que uno mismo puede significar para el otro. No puedo ser un estorbo para los demás. Cristo dijo: “Ama a Dos y “ama al prójimo como a ti mismo”. Uno mismo debe tener la buena voluntad para poder entenderse con los demás. No es una imposición, sino una comprobación en nosotros mismo y en nuestra relación con quienes nos encontramos. El amor es una voluntad espiritual de unión. El examen de conciencia nos ayuda a conocer lo que nos falta. Lo interior da sentido a lo exterior.
En la medida que tratamos simplemente de dominar al otro, de hacer de él un instrumento, le estamos tratando como cosas. Y cuando tratamos a seres humanos como cosas, nos cerramos sus almas.
La verdadera unión entre seres humanos supone que cada uno ayuda al otro a desarrollar su propia naturaleza, y se enriquece por los valores del otro. La amistad es la libre comunicación de los sentimientos y pensamientos. Los elementos corporales de las pasiones colaboran en la unión de las almas.
La grandeza de la unión entre el hombre y la mujer nace precisamente en esta unión porque es la más total que pueda realizarse entre los seres humanos, la que abraza más íntegramente a todo el hombre, en toda su vida material y espiritual, en la acción como en el pensamiento; y nace también de que, cuando se realiza plenamente, puede alcanzar una intensidad sin igual. El amor del hombre y de la mujer realiza la unión más profunda. Esta unión se constituye a base de igualdad perfecta, la unión del hombre y la mujer es su realización más integra a causa de las diferencias mismas que distinguen los sexos y los hacen complementarios uno de otro.
Y esta es también la razón de que, en el amor humano, los seres humanos hayan tan frecuentemente buscando lo absoluto. Lo absoluto da un sentido a la totalidad de la vida y de la historia humana.
Un ateo vive en un universo sin rumbo y sin destino. Los demás son casualidades dentro del azar de toda existencia. Para el creyente la otra persona tiene un destino. Todos juntos realizamos una historia. Los vínculos entre las personas están cargados de un sentido de existencia, uno significa para el otro. La historia no es una casualidad sino uno una construcción de todos hacia un fin.
La familia es el origen y el centro de la historia porque es el lugar donde los valores se expresan con más fuerza. Los fuertes vínculos de intimidad obligan y permiten a cuidar a los grandes valores de la verdad, la belleza de la vida, el amor y de la justicia. En la familia se da apoyo y se promueve al otro (I Corintios, 7, 32-34). Se da estabilidad a la persona. Se profundiza y se amplía el amor. Se aprende a hacer prevalecer el amor sobre el odio. Los valores priman sobre nuestros límites y errores. La pareja no es perfecta. El vínculo necesita el perdón.
¿Por qué se buscan mutuamente entre familiares y amigos? ¿Por qué se visitan y se encuentran? La razón es evidente: los encuentros dan sentimiento de seguridad, confianza y felicidad. la familia es la base del pleno sentido de la existencia. Las familias dentro de la fe de la iglesia realizan una historia que se transmite de generación en generación. Tenemos la conciencia de permanecer a una historia eterna, acompañado por Cristo. Caminamos en este mundo en compañía de amistades y no solo de estadísticas, de derrotas de finanzas y de cálculo de poder.
Las ideologías han hecho aportes importantes, pero tienen sus límites. Una ideología que actúa sola, es una amenaza para el mundo. La confrontación de las ideologías puede llevar a eliminar la humanidad, como nos enseña el periodista Chris Hedges “Todo poder que pretende ser absoluto se vuelve una forma de fe. Es posible destruir a millones de personas, es posible destruir la humanidad”. En el clima de elecciones es muy importante, el debate, a condición que no se desvirtúa en insultos a las personas y el invento de denuncias falsas. La ideología de la tecnología es la más peligrosa porque presupone al hombre como una máquina, un robot. Esta ideología se funda sobre una mañana que se desconoce y en que nadie tiene poder de decisión. No hay posibilidad de construir sobre el mañana. Comprobamos que todos los países, excepto Cuba y Correa del Norte, respeten el libre mercado, en mayor o menor grado. También existe la conciencia de dar enseñanza y salud gracias a todos. En siglos anteriores, eran iniciativas de la Iglesia. Las ideologías señalan problemas y hacen propuestas, pero no dan educación en virtudes morales de la persona. La decisión ética de cada uno es la base de la ética social.
Dios ha creado al ser humano con libertad para que decida sobre su propia historia. Cristo llamó a unos pecadores, se convirtieron, recibieron el perdón y formaron la primera comunidad, el comienzo de una historia nueva. Recibimos el don espiritual de reflexionar sobre nosotros mismos. El ser humano, viejo, con sus malas inclinaciones, está crucificado con Cristo y empieza una vida nueva (Romanos, 6, 6-9). Los que se siguen reuniéndose alrededor de él, continuando lo que transmiten las generaciones anteriores, viven con plenitud y alegría el sentido del otro, de la vida y de su historia. Cristo salva nuestra libertad.