La selección y su “hechizo del tiempo”

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Hay una película de los años 90 llamada El hechizo del tiempo, en la que el protagonista Bill Murray vivía un día que al día siguiente se volvía a repetir, y al otro día de nuevo convirtiéndose en una elipsis sin fin. Es lo mismo que viene pasando en los últimos cinco procesos eliminatorios de Mundiales en la selección peruana. Con la única variante que el rol protagónico va cambiando de actor, Francisco Maturana, Paulo Autuori, José Guillermo del Solar, Sergio Markarián y ahora el argentino Ricardo Gareca. Un ciclo sin fin.

La historia es simple, se contrata a un entrenador dejando claro que se quiere formar escuela, que el objetivo no es el siguiente Mundial, en este caso Rusia 2018, que apuntamos a un proceso mínimo de ocho años, y se presenta al DT, Ricardo Gareca, con el ribete de vivir unos meses de “luna de miel”. Luego se dan algunos resultados ya sea en amistosos, o en la Copa América (ya vemos que salvo el Perú o el país anfitrión, las demás selecciones no se toman en serio este torneo continental), e iniciamos las eliminatorias. Más temprano que tarde llegarán los cuestionamientos, eso sí, Gareca ha roto esquemas, a menos de un año de su contratación ya piden su cabeza.

Todas las partes influyentes parecen saberse a la perfección su papel en esta “historia sin fin”. Primero el técnico y un discurso que parece “calcado” del de sus antecesores. Ve virtudes que nadie más percibe en sus jugadores, acepta responsabilidades pero a la vez da a entender que no piensa cambiar la “hoja de ruta”, y por supuesto inicia un desgaste con la prensa. Los colegas periodistas ya son duchos en esta tarea, después de “levantarlo” como un “iluminado”, dándole portadas a diestra y siniestra, aseverando que de la mano de este entrenador llegamos al Mundial, de golpe le voltean la tortilla. Son expertos en el cargamontón, en la demolición, en ir a una conferencia de prensa y realizar una y otra vez la misma pregunta: a ver cuántas veces más van a interrogar a Ricardo Gareca por las malas decisiones con Diego Penny y Yordy Reyna. La misión es transparente, quieren que suelte una bravata, una ofensa, un insulto, un “miserables” a lo Markarián.

Decían que Manuel Burga era la “raíz del problema”, pero ahora la Federación Peruana de Fútbol luce más dividida que en el burguismo. Agustín Lozano y Juan Carlos Oblitas se tienen una “bronca”, mientras Edwin Oviedo practica su habitual “cura de silencio”. Oblitas debería de anotar en una pizarra cien veces: “ya no vuelvo a encargarme de la selección”. Le va mal, su ego y terquedad le terminan jugando malas pasadas. Nadie duda de su buena intención, pero la verdad desde que inició la gestión de contratar al entrenador ya le iban metiendo zancadillas, en una de estas se va caer de bruces.

Llegamos al hincha, irreflexivo, inmediatista, y hasta cierto punto demasiado inocente. Se creen los cuentos de las primeras planas. Después de la Copa América ya se sentían como el ratoncito de caricatura Cerebro “listo para conquistar al mundo”, cuando muchas veces somos como Pinky, ilusos seguidores de sueños. La triste realidad es que los demás protagonistas de esta telenovela repetitiva buscan transformar al aficionado en una suerte de ganado que tire para la ruta que ellos elijan.

¿Cómo podemos salir de este “hechizo del tiempo? Las respuestas no son populistas, y por supuesto no las van a seguir. Primero, exíjanle un plan de trabajo realista a Ricardo Gareca, siéntense junto a él en búsqueda de soluciones factibles y no de imaginarias clasificaciones al Mundial Rusia 2018. Pongan el famoso Proyecto Qatar (ese que supuestamente vive en la mente de Juan Carlos Oblitas y Daniel Ahmed) sobre la mesa y planifiquen las convocatorias y el resto de partidos en concordancia con dicho objetivo. Luego sean francos y recuérdenle a la hinchada y a la prensa que no vamos a ir a Rusia. Expongan la actual propuesta de renovación generacional y a trabajar.

La dirigencia de la Federación Peruana de Fútbol debe firmar un compromiso. Los que no estén de acuerdo en llevar adelante esta propuesta tienen que dar un obligatorio “paso al costado”, me parece que con Agustín Lozano encabezando la fila. La prensa debe dejar de “vender humo” y recordar que también tienen responsabilidad en este proyecto, pueden ser parte del éxito o del fracaso, su ética decidirá. El hincha debe madurar, ser objetivo, y aunque parezca una sinrazón “armarse de paciencia”, las cosas no van a mejorar a corto plazo, pasarán años.

 

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