Las peleas internas en los partidos serán más calientes que nunca

 

Todo indica que el último trimestre del año será más que caliente. Y no precisamente a consecuencia de las travesuras del fenómeno de la Corriente del Niño, que se anuncian devastadoras, sino más bien por lo que ocurrirá al interior de los partidos políticos. Esto de cara a las elecciones que obligatoriamente se realizarán para nominar a las respectivas planchas presidenciales y también a los 130 integrantes de las listas parlamentarias para el Congreso de la República. Todo esto, incluyendo a quienes lucirán camiseta propia para tentar un lugar en el fantasmal Parlamento Andino.

Por lo pronto la Oficina Nacional de Procesos Electorales −ONPE− con pulso firme ya le dio cuerda a su reloj, sin que haya de por medio mayores modificaciones en la normatividad legal. Esto significa que sí o sí, dará comienzo en ese periodo a todas las actividades previas a la gran contienda que ya tiene fecha fija: 10 de abril del 2016. Pocos días después de Semana Santa. Se espera que, para entonces, pecadores y no pecadores cumplirán con el deber cívico que les corresponde. En caso de incumplimiento, sobre todo aquellos que serán llamados a conformar las mesas de sufragio, no tendrán más remedio que pagar las multas administrativas. Siguiendo la tradición peruana y en el convencimiento que no habrá ganador en primera vuelta, el organismo electoral, cuenta desde ahora con fecha anticipada para la segunda vuelta: 12 de junio del 2016.

Tal como van las cosas, observando las huellas de las informaciones mediáticas, la derecha política puede decir, desde ahora, que juega a ganador. Tiene varias cartas dentro de la baraja. El partido más antiguo del país y que no por eso puede exclamar que antigüedad es clase, es más que seguro que presentará a Alan García Pérez. Este ya está presidiendo mítines tanto en la capital de la República como al interior del territorio nacional. Promete lo que acostumbra desde su cambio radical, luego de su primer intento de hacer un gobierno que de alguna manera recogía un poco del legado de Haya de la Torre. Es un neoliberal que sabe leer lo que quiere escuchar la masa y con eso contenta a un número considerable de sus parciales.

El colectivo más joven o sea Ciudadanos por el Kambio, con Pedro Pablo Kuczynski, es más de lo mismo. Tiene algunas variantes que pueden repercutir en una modernización de la administración estatal. El deseo de disminuir el número de ministerios y hacer gestión gubernamental con secretarías especializadas, quizás evite que la burocracia dorada, al mismo tiempo, que la partidarizada, siga engordando a costa de los dineros del fisco. Eso está por verse. PPK está demostrando, hasta ahora, que cuenta con una epidermis bastante gruesa. Es a tal punto así que, en determinado momento y luego de etiquetar a sus posibles rivales, no ha tenido empacho alguno en autoproclamarse de izquierda.

En ese mismo lote, se ubica Keiko Sofía Fujimori, quien con sus largos silencios en momentos gravitantes para el desarrollo del país, es de las que creen que en boca cerrada no entran moscas. No tiene mayor experiencia en el manejo de los asuntos de gobierno. Ha sido, es verdad, primera dama del gobierno autócrata de su padre y también legisladora. No brilló en ninguna de las dos oportunidades. En el primer caso no pasó de una obediente niña que cumplió con la orden de su progenitor, luego que este desalojara feamente de Palacio a su esposa Susana Higuchi. En el segundo no se recuerda iniciativa alguna en cuanto a la presentación de proyectos de ley de envergadura o de la fundamentación de las mismas con una oratoria convincente. En su pasivo actual figura un salario que es consecuencia de una cuota mensual que aportan los legisladores de su agrupación. No se le conoce otra labor que no sea la de dirigente de su partido. De llegar a la presidencia mejoraría su sueldo y es más que seguro que el neoliberalismo, con lo que esto significa con su dogmatismo salvaje, le ponga los colaboradores que necesita en el terreno ministerial.

En un segundo escalón, de cara al humor ciudadano de estos meses, figura Alejandro Toledo Manrique. Difícil que más allá de la gestión gubernamental que podría hacer, tal como la que llevó a cabo en una primera y única gestión, recupere el favor ciudadano. Sus desaciertos públicos, en los que dice y se desdice, hablan poco de su coherencia política. En su alrededor no están hoy en día la mayoría de sus principales colaboradores, muchos de los cuales no han encontrado reemplazantes. Al igual que Alan García Pérez, con el caso de los narcoindultos, Toledo tiene cuentas pendientes con el Poder Judicial. Las inversiones en la adquisición de bienes inmobiliarios, con recursos cuya procedencia no está clara, le están pasando la factura. Como diría el «Chavo» no le tienen fe. Y peor, si a todo eso, se agrega la fama de dipsómano que sus enemigos y gente que no le conocen bien, le han colgado en medio del pecho.

Sin pretender adelantar otras opciones y solo en base a su escasa actividad proselitista, en la franja derechista podrían afincarse otros u otras candidaturas. Tal el caso de Lourdes Flores Nano, quien repetidas veces ha dicho que no quiere saber nada de elecciones presidenciales. El problema está en que sin la lideresa pepecista, no existe a la vista algún candidato potable. ¿Beingolea? ¿Castro Stagnaro? ¿Eguren? Citarlos no significa hablar en serio.

Lo mismo ocurre con Acción Popular, partido que desde la ida a la eternidad de su fundador, Belaunde Terry, ha dejado de ser uno de los grandes de la política peruana. Como en el caso anterior mencionar a Lescano, García Belaunde, Diez Canseco, Acurio (este prefiere dedicarse a la cocina), Barnechea, es realmente perder el tiempo.

De la izquierda marxista no hay mucho que hablar. Marco Arana, Verónica Mendoza, Yehude Simons, etc., etc., continúan en las peleas de siempre, recurriendo a los dardos de toda la vida. Y con un agravante muy serio en estos tiempos donde la comunicación de masas es más importante que nunca. No cuentan, además, con medios poderosos a su favor, ni recursos financieros para lograrlos. Sólo restan las redes sociales, pero es dudoso que las mismas sirvan de mucho para contrarrestar las campañas mediáticas de la derecha.

¿Y Urresti? ¿Es de derecha o es de izquierda? Si se tiene en cuenta lo que hizo como ministro del Interior, sus afanes provocadores con un lenguaje nada político y algunas posturas públicas, se puede decir que no es ni lo uno ni lo otro. Carece de formación y de vocación política democrática. No es nadie. El actual régimen, en consecuencia, que ya juega a perdedor, tendrá que escoger otro cuadro. No tiene muchos. Pero no faltara quien quiera inmolarse.

Decíamos al inicio que el trimestre final de este año será caliente. Es verdad. Por una razón importante. En los partidos y en los casi partidos, se han empoderado segmentos juveniles que hablan con voz propia. Hay quienes reclaman un cambio generacional. Hay quienes dicen que las listas parlamentarias deberían estar integradas por personas que no pasen de los 40 años de edad. Esos jóvenes contribuirán en mucho a la calentura electoral de fin de año. El 23 de diciembre deben estar elegidos los más afortunados. Los demás tendrán que ir a llorar al río.

 

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