En Japón los llaman Hikimori, palabra que significa aislamiento. Se trata de personas adictas a los videojuegos quienes pueden pasar hasta 16 horas diarios jugando incansablemente encerrados en sus habitaciones. Es tal el problema que terminan perdiendo el contacto con sus amigos y familiares, descuidando su mente y su cuerpo, de tal manera que ni se preocupan en bañarse o comer. Y no se crea que son solamente jóvenes.
Tal como sucede con otras adicciones, se produce el síndrome de abstinencia. Es decir, la persona experimenta una serie de síntomas cuando deja de jugar, que son los iguales a la privación de cualquier droga: depresión, ansiedad, náuseas, miedo, irritabilidad y hasta comportamiento marcadamente agresivo.
A pesar de las crisis económicas internacionales los videojuegos son un negocio rentable. Desde hace 10 años perciben mayores ingresos que el cine. Se estima que este año el sector facturará 700.000 millones de dólares a nivel mundial.
A decir del psicólogo Eduardo Robles esta adicción debe tratarse como cualquier otra y ya existen instituciones especializadas en su tratamiento en Holanda. Japón y otros países. En una época en que con frecuencia ambos padres trabajan, no debe descuidarse el control de los hijos, quienes pueden desinteresarse por los estudios y convertirse en adictos, afirmó Robles. Cuando el niño pasa hora tras hora encerrado en su habitación o gasta mucho dinero en cabinas de videojuegos es hora de preocuparse y llevarlo donde un especialista.
Ciertamente las computadoras son una necesidad para las familias y su conexión a Internet abre un mundo infinito de posibilidades para los estudiantes. Los videojuegos pueden servir para que se distraigan y hasta para que aprendan. Pero hay que estar atento al número de horas a las que le dedican sus hijos. ¿No les parece?