Esta semana la noticia fue la extraordinaria actuación del argentino Lionel Messi contra el equipo de su ex técnico, Josep Guardiola, goles que a algunos tercos les abrieron los ojos para percatarse que la “pulga” es el mejor de la historia del fútbol, y para darnos la razón a aquellos que hace rato somos conscientes que estamos ante el más grande representante de este deporte en plena vigencia. Pero sus dos soberbios goles a Manuel Neuer no fue la única noticia, mucho se habló de su relación con Pep.
Y, en base a declaraciones de Lionel Messi y de Josep Guardiola, descubrimos que no son los amigos que muchos pensaban. Para mayores datos no se juntan a comerse una paella cocinada por Pep, ni a preparar un asado en la parrilla de Lionel. Han sido parte de un mismo Barcelona que revolucionó el fútbol actual, uno era el “jefe” o entrenador, y el otro su empleado número uno, ese del que ponen su foto en medio de la oficina (o para el efecto en todas las portadas de periódicos). Y en respeto a esa relación, a los otros compañeros, y con visión a formar un grupo unido y triunfador, se deben guardar los límites y no caer entre lo que llamamos “argolla” o paternalismos.
Previo al partido de ida por las semifinales de la Champions League, Lionel Messi fue claro al señalar que no conversaba con Guardiola ni por las redes sociales, apenas habían coincidido en una gala de la FIFA junto a otros protagonistas del fútbol. Josep por su lado fue clarísimo al señalar que al argentino no hay quien le pare en el gramado de juego, sólo se puede intentar cortarle los circuitos de pases, táctica que en minutos de descuido se fue al tacho. Luego el estratega habló en líneas generales del desempeño del Barcelona, pero pidió no responder preguntas exclusivas de su ex estrella. ¿Qué pasó? ¿Guardiola ya no quiere a Messi? ¿Se pelearon? Nada de eso, ambos saben cuál es su lugar, el jugador va tras el sueño posible de repetir la triple corona, el entrenador a levantar los ánimos del Bayern Múnich y replantear una “llave” que parece ya perdida.
Seguro, algunos coleguitas alimentarán el morbo de la gente deslizando improbables rencillas, sacando del “baúl de los recuerdos” alguna fotografía donde Messi le puso mala cara a Guardiola, o un vídeo del Pep reclamándole algún error de juego. Hay quienes no saben “vender” sin fabricar noticias. Pero ya lo recalque líneas atrás, el fútbol de hoy no debe tener espacio para demasiadas confianzas técnico-futbolista. Así se evitan desde las condenables “camitas”, los complots de vestuario, el preferido del “profe”, los “intocables” y tantos pecados que desarman grupos. Sin ir muy lejos, Juan Carlos Oblitas siempre fue acusado de paternalista, hasta dicen que le decían “tía” en los camerinos. Yo escuché del propio “Ciego” que solamente uno de sus jugadores había conocido la sala de su casa, y por un motivo justificado y fortuito. No se consideraba amigo de ninguno, ni siquiera de Roberto Palacios (al que siempre se le vinculó amicalmente). Pienso, si tan “patas” fueran no hace rato que el “Chorri” sería asistente técnico de Ricardo Gareca.
Lo cierto, es que por un lado pedimos cero “argollas”, pero por otro nos contradecimos diciendo que tal o cual DT no sabe llevar a sus pupilos. Cuando ha venido un entrenador frío y distante, de corte europeo, hemos dicho que ese técnico no funciona en Perú porque nuestros peloteros quieren su “apapacho”. Por eso andamos así, los técnicos A1 que pretendía traer Edwin Oviedo seguro saben de esas perlas, se pasan la voz, no porque nuestro fútbol sea gravitante, sino porque cualquier extranjero va a averiguar en que “camisa de once varas” se está metiendo.
Voy a cerrar con un grande de grandes, el galés Alex Ferguson, amado e idolatrado por el Manchester United. No se venía con vainas, para él sus jugadores eran sus empleados. Así se los decía a los directivos de los “Diablos Rojos”, él siempre debía ganar aunque sea un euro más que el mejor cotizado de sus futbolistas, pues un “jefe” gana más que sus trabajadores. Muy sabio. Además, no aguantaba engreimientos de nadie, llegando a ser hasta violento. En una plática de vestuario estaba llamando la atención de sus dirigidos cuando el estelar David Beckham no paraba de meter cizaña, Ferguson cogió un botín y se lo lanzó a la cara, por suerte para Victoria y los paparazzo, el mediocampista esquivó el misil. Siendo Beckham la estrella del Manchester, uno podría imaginar que a Sir Alex lo botaban por agresión a David, pero al final el rubio se fue al Real Madrid y el profesor se quedó hasta que le dio la gana.