Mucha conversa, pero nadie habla del Acuerdo Nacional

 

Hay quienes hablan y no dejan hablar. Esos son los autócratas. Hay otros que hablan y dejan hablar. Esos son los demócratas. Los primeros ignoran que el habla es un medio de comunicación y como tal derecho natural de unos y otros. Los segundos saben que hablando se entiende la gente. Así se conocen identidades y conductas, se superan incomprensiones y se construyen convivencias plurales, respetuosas de las ideas ajenas. Lo contrario a esto es la intolerancia. En el Perú se ensayan esfuerzos por democratizar el habla. Desde que nació como república han quedado como herencias posibles los discursos en contra de una sociedad silente. Precisamente el mundo político ha sido uno de los escenarios donde, con mayor ahinco,se ha tratado de lograr el fin social de la palabra. Todavía lo es y no recién ahora. Sin embargo, sigue siendo una promesa. Aun sabiendo que el tiempo pasa y que, menos mal, el mismo nunca acaba.

A propósito del mundo político, en la memoria de los ciudadanos de a pie, esos que no han perdido las esperanzas, se tiene presente como un buen recuerdo, el Acuerdo Nacional, logrado a principios de siglo. Fue fruto del diálogo civilizado. Existe y con alguna frecuencia se le pone en agenda.Fue un logro digamos entusiasta y prometedor. Tan es así que repercutió más allá de nuestras fronteras y se le puso como ejemplo para hacer en América Latina, democracia con letras mayúsculas. Pero ha transcurrido más de una década y es penoso reconocerlo, porque más allá de la voluntad de algunos, no se ha avanzado mucho. Tanto, en todo caso, para no pecar de pesimista, en la dimensión deseada. Se habló, se dialogó, hubieron convergencias y hoy sobrevive casi en el olvido en el pensamiento de una población, que se pregunta para qué suscribieron el Acuerdo, si después lo iban a incumplir.
Del Acuerdo Nacional hay mucho que decir. Sobre la mesa de trabajo, como parte del conjunto de políticas de Estado, se tomó la decisión de hacer del Perú un país con capacidad de competitividad. Es decir sostener la política económica del país sobre los principios de la economía social de mercado, que es de libre mercado pero conlleva el papel insustituible de un Estado responsable, promotor, regulador, transparente y subsidiario, que busca lograr el desarrollo humano y solidario del país mediante un crecimiento económico sostenido con equidad social y empleo. Entre otros, el objetivo era avanzar, ponerle freno a las ambiciones desmedidas, hacer de la competitividad el medio para el desarrollo. A estas alturas, me pregunto si la aceptación de la concentración de medios de comunicación social, por ejemplo, es la respuesta a ese buen propósito de la competitividad democrática en cuanto libertad de prensa o de contrafuerte al abuso de posiciones dominantes y prácticas restrictivas de la libre competencia, con participación de organizaciones de consumidores. Y finalmente, como tenía que ser, el Acuerdo decidió mencionar la importancia de un Estado eficiente, Transparente y Descentralizado. La idea era trabajar en la construcción de un Estado moderno al servicio de las personas y de sus derechos, que promoviera el desarrrollo y buen funcionamiento del mercado y de los servicios públicos. ¿Se ha logrado tan excelente deseo? ¿ Hemos traído abajo, por ejemplo, las infraestructuras del tráfico y consumo ilegal de drogas o la eliminación del terrorismo, indispensable para la reconciliación nacional? ¿El acceso a la información, libertad de expresión y libertad de prensa, brilla en toda su dimensión o es que todavía existen limitaciones impuestas por la corrupción de los servidores del Estado, incluyendo, burócratas, malos custodios del orden y pésimos administradores de justicia? La respuesta es negativa por donde se le quiera observar.

Pero, siempre hay peros, manzanas y melocotones en la vida. Pedro Cateriano, el del rostro serio y de la sonrisa enigmática,ahora como primer ministro quiere diálogo y ha logrado las primeras audiencias. Le deseamos éxito. Luis Bedoya, el viejo, fue el primero en felicitarlo, de jalarle la oreja y extender el ademán a otros que están en vereda opuesta para que den paso a la concertación frente a problemas de envergadura nacional. Ha hecho bien el veterano. Esos otros han respondido casi igual. Pedro Pablo Kuczinsky, adhiriéndose a los afanes de gobernabilidad, dijo, sin poner condiciones. ¿Estrategia para diferenciarse de quienes no entienden el valor del diálogo? Puede ser, pero vale la actitud del «colorado». Alejandro Toledo llegó sin apuros a la invitación y no perdió la oportunidad para mostrar sus poses de conciliador, de pasajero de última fila, deseoso que haya lugar para todo. Sofía KeiKo Fujimori jugó a lo de siempre. Quisquillosa y quejosa respecto a males como la inseguridad, el manejo de la economía y la continuidad repetitiva de los conflictos sociales.No soltó prenda de otros asuntos tratados en una conversa que superó los sesenta minutos. Hizo lo que ya se le conoce: ponerse el poncho de la opositora radical. Punto aparte merece la actitud de Alan García Pérez. Seguro y canchero, hasta donde ha trascendido , escuchó, habló, dejó recomendaciones y acompañado de sus sobrados cien kilos de masa corporea, primero recibió a su visitante con un apretón de manos, que debe haber dejado adolorido al vargasllosista para, dos horas después, despedirlo con una sonrisa, digamos, cachosa. Lo que dijo después debe haber quedado grabado en el imaginario de Mulder y Velásquez Quesquén, porque adelantó apoyo a la investidura de Cateriano y equipo ministerial.

¿Qué pasará dentro de los treinta días que ya comenzaron a correr, cuando el gabinete se presente ante el Congreso de la República? La respuesta se cae de madura. Todo indica que habrá confianza mayoritaria.Palabra más, palabra menos eso parece ser lo que se avecina. Disfuerzo inicial, tolerancia luego. Pedro Cateriano, terco a lo arequipeño y persistente a lo limeño, parece haber puesto sobre la mesa la baraja casi completa.¿Ha escondido algunas cartas? Es posible y explicable porque hasta ahora ha conversado con todos los que están en su agenda, pero le falta hablar con los que no están. Entre ellos los gremios representativos de los trabajadores, hasta ahora olvidados y sin nueva remuneración mínima vital, los gobernadores regionales que también participan de la inquietud nacional, entre otros que no son ciudadanos de segunda clase. Que la chicha está fermentando, no cabe duda. Esto pese a ese «outsider» que tenemos en Palacio de Gobierno, que siendo el capitán del equipo, pareciera que jugara al «ganas-pierde». Pero con todo eso que parece anécdota, esperemos que el diálogo llegue a buen puerto.

 

Leave a Reply

You must be logged in to post a comment.

4159
V: 812 | 10