Nuestro Perú es un mosaico de culturas y tradiciones, no somos una sola sangre, “todas las sangres” como versaba el inmortal Arguedas. Por ello, hablar de una única celebración de fiestas universales es una utopía que hasta suena aburrida, la Navidad se vive distinta en toda nuestra geografía.
De forma sucinta, y tristemente, sin mencionar todas, contaré algunas de las costumbres navideñas del interior de nuestro rico país. No se si choquen con alguna ley religiosa o susceptibilidad mojigata, vale señalar que Dios es universal y su fiesta está llena de luces y colores, no solamente las del arbolito.
En La Libertad, la costumbre de antaño era asistir masivamente a la Misa de Gallo. Los pobladores de toda condición social profesaban su fe en unión y amor. Luego si se sentirían diferencias, con los zapatitos en el umbral de las puertas, niños de todas las razas esperaban un presente, unos recibían varios y otros ni uno. Lo bueno que muchos sabían compartir.
Nos vamos a la selva, Moyobamba, donde se practicaban celebraciones más que originales. La “carrera de Pilatos” es un soberbio ejemplo. Con caballos que transportaban objetos en sus patas se iniciaba el jolgorio. Bizcochos con forma del “Niño Jesús” eran horneados por madres de familia. En una variación de la costumbre foránea de cantar villancicos de casa en casa, niños disfrazados de pastorcitos visitaban la vecindad y muchas veces se iban premiados con algún regalito.
Se impone la serranía, Abancay del querido Tulio Loza, también tiene su gracia. Se obsequian carneros al alcalde, regidores, maestros y como no, a los sacerdotes. De esta linda tierra no podemos olvidar el Desfile de los Negritos, donde grandes y pequeños se disfrazan y cantan a viva voz temas navideños.
En el “ombligo del mundo” viven una hermosa tradición, más precisamente en el poblado de Cusipata. Allí, anualmente, un hogar se ve bendecido por el Diosito, es decir la elaboración de un nacimiento que se torna en centro de atención de la zona. Desde panes hasta obsequios y sobre todo, mucha devoción se disfrutan en dicha morada.
En este breve repaso vale agradecer el aporte de distintos cronistas, como son Gustavo Llactallo, Carlos Benítez, Irene Samanez de Pandi y Julia Beaudoin, quienes fueron de vital importancia para la elaboración de esta columna. Feliz Navidad para todos.