Para Lionel Messi el enemigo está en casa

 

Cataluña quiere a Lionel Messi con abnegación, lo reconocen como el verdadero artífice de las glorias conseguidas por el Barcelona FC en la última década, aplauden incansablemente al crack que fue figura en la muy reciente “triple corona” del club catalán. Es ídolo de ídolos, el “mejor del mundo”, la joya del Camp Nou, la estrella culé, en suma Messi significa todo aquello que no es en Argentina.

El sábado cuatro de julio Lionel Messi anotó el penal que le correspondía de la tanda de ejecuciones frente a un arquero que lo conoce bastante bien: el chileno Claudio Bravo. Gonzalo Higuaín y Éver Banega marraron sus tiros “de los doce pasos”. Sin embargo, leyendo las críticas al diez del Barcelona uno podría pensar que fue él quien falló. Ese es el karma de la “Pulga” en la selección albiceleste, lo quieren como “hombre orquesta”, y en Barcelona juegan pensando en su talento. La verdad es que no se puede ni se debe depender de un solo futbolista en un juego que es y siempre será colectivo. Pasó Maradona, luego Batista, lo siguió Sabella y ahora Martino (por nombrar sólo a los últimos técnicos), todos cayeron en el mismo error.

Messi no es líder, los blaugranas le confían esa responsabilidad a otros jugadores tipo Gerard Piqué o Sergio Busquets. Antes lo hacía Carles Puyol y hasta hace poquito Xavi Hernández. Justamente una de las preocupaciones en Barcelona es quién suplirá a Xavi, en el césped es sencillo: el croata Iván Rakitic, en el camarín la cosa es bastante más complicada. Los rumores señalan que fue el capitán quien convenció a Lio de darle una oportunidad a Luis Enrique, que haga las paces con el técnico, y gracias a esa gestión volvieron los triunfos para los catalanes.

Lionel Messi no tiene ese Xavi en el vestuario de Argentina, más bien esperan que él sea el motivador. Una tontería pues esa clase de caudillismo no se impone, se nace con ella. Y, así como Lionel puede romper cinturas (Jerome Boateng todavía se pregunta ¿Qué pasó en el segundo gol al Bayern Múnich?), no le es innato “mandar” a sus compañeros. Juega en silencio, a veces hasta parece un autista en la cancha que en cualquier momento se manda con la jugada personal que desarma defensas y gana partidos.

En América Latina lo marcan mejor, le cierran los circuitos, ya saben que la propuesta “gaucha” pasa casi siempre por jugar con Messi, no se conocen otra canción, hasta la selección de “Chemo” Del Solar desinfló al argentino. Vamos pues, la falla no es de Lionel sino del que arma los equipos. El Barcelona tiene desequilibrio para regalar pues su juego no se basa únicamente en el argentino, cuando él no destaca, lo hace Neymar o Andrés Iniesta, ahí anda Luis Suárez que puede aprovechar cualquier pelotazo en el área rival para capitalizarlo en gol. En Argentina sólo veo a Sergio Agüero con la intención de no ser un perenne Messi dependiente.

Un caso similar al de Lionel Messi era el de Claudio Pizarro, le pedíamos lo mismo que hacía en Alemania, pero sus compañeros estaban en un tremendo desnivel. Su hábitat natural era el área, pero los DT del Perú vivían creándole nuevas posiciones en el once, al final la culpa era del delantero y no de los estrategas, se le insultaba, le hacían insufribles bromas en las redes sociales, los colegas lo agarraban de punto. En fin, de haber sido Pizarro yo, renunciaba a la selección y lanzaba un correo mandándolos al desvío (por no decir la palabra con “M”) a todos sus críticos. Sobra decir que de ser Messi haría lo mismo. No cabe duda estos dos son bien patriotas.

 

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